La comedia, un medio para compartir grandes mensajes

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La comedia, un medio para compartir grandes mensajes

Imagen tomada de la cuenta oficial de Instagram de Jojo Rabbit

Por Antoni Pérez & Carlos Baires

 

La fantástica película Jojo Rabbit del creativo actor y director Taika Waititi nos muestra una bella comedia dramática, clasificada como una sátira a la Alemania nazi. Entre tantas historias llevadas al cine sobre la Segunda Guerra Mundial, Jojo consigue destacar con un estilo visual y narrativo que refleja el entusiasmo e inocencia de un pequeño niño, mientras que en el mundo se desarrolla una terrible guerra mundial. Una película que por cierto,  va con 6 nominaciones al Oscar de este año.

La cinta que se estrenó en Estados Unidos el 18 de octubre del 2019, nos pone en la piel de Johannes Betzler (Jojo), un niño de 10 años extremadamente fanático del nazismo, que motivado por su fidelidad a su nación ingresa a un campamento militar para niños y jóvenes alemanes organizado por las “Juventudes Hitlerianas”, lugar donde convive con su amigo Yorky y con quien discute sobre cómo creen que son los judíos: que tienen la capacidad de leer la mente, que poseen grandes cuernos o que pueden mezclarse entre los humanos. Sin embargo todo cambia en la vida de Jojo cuando luego de tener que vivir con su madre a causa de un accidente, descubre que ella esconde a una joven judía en el sótano de su casa, Jojo verá cómo sus ideales son cuestionados por su moral al interactuar cada vez más con la chica; mientras tanto, es aconsejado por su amigo imaginario con la forma del mismísimo Adolf Hitler, quien le dice que debe ser inteligente, audaz y valiente como un conejo. 

La película se ambienta a finales de la Segunda Guerra Mundial acercándose a la derrota total del Tercer Reich, pero el tema de la cinta es un mensaje más íntimo centrándose en las influencias a las que es sometido un niño, debido a la promoción de ideales por parte de su país. Jojo Rabbit es una película de producción modesta, pero que logra cautivar el corazón del espectador, a través de diálogos encantadores e ingeniosamente graciosos; los colores, que parecen salir de una obra de teatro, van muy bien con el aspecto alegre que transmiten las imágenes. 

Su duración apenas sobrepasa los 90 minutos, pero es suficiente para transferir con éxito las sensaciones que pretende la película y sobretodo contar una gran historia, emotiva y destacablemente bella en más de un aspecto. El mensaje final de la cinta es cómo las ideas extremistas pueden ser tan perjudiciales para la humanidad.

Cada uno de los actores del elenco brillan con luz propia, Sam Rockwell suma otra gran interpretación, Scarlett Johansson que hace el papel de la mamá de Johannes nos trae una magnífica actuación, que a pesar de no tener tanto tiempo en pantalla le valió para conseguir una nominación al Oscar como mejor actriz secundaria, Roman Griffin como Jojo se roba cada una de las escenas del film; y aunque al final nadie quiso el papel del Führer, Taika Waititi defiende su proyecto con solidez y estilo, interpretando él mismo a Adolf Hitler. 

El soundtrack no podría ser más atinado y funciona en conjunto con la fotografía, llevando un buen balance en toda la película, y sorprende de gran manera en ciertas escenas la capacidad de provocar en el observador fuertes sensaciones. Sin duda alguna, no podían haber escogido una mejor banda sonora que acompañara tan bien a la cinta, esto gracias a la mano del talentoso Michael Giacchino, quien aportó muchos de sus propios temas al soundtrack de la película. 

Muchos comparan la cinta con “Bastardos sin Gloria” y “La Vida es Bella”, y quizás más parecida a la segunda por el tipo de historia, la verdad es que Jojo Rabbit no es una película clasificada para todo el público, porque más allá de su comedia negra, posee (aunque no muchas) escenas impactantes y desgarradoras que muestran la realidad de la guerra y su lado más cruel, el objetivo es mostrar todas estas cosas desde los ojos y mente de un niño. La película nos comparte que la belleza y el horror se harán presentes, pero nunca hay que dejar de avanzar y mucho menos dejar de sentir.