Una mirada a los pupilajes universitarios

Imagen por: Ernesto Molina.

Realizar estudios universitarios es uno de los mayores sueños que muchos jóvenes tienen, principalmente en el interior del país. Sin embargo, para realizarlo, algunos deben someterse a cambios radicales, entre ellos migrar hacia la ciudad.

 

Por Francisco Vega, Carmen Estrada y Vanessa Carballo

 

Estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) y José Simeón Cañas (UCA), quienes vienen desde el interior del país, se ven en la necesidad de migrar hacia la capital para estar cerca de sus centros de estudios superiores, con el objetivo de poder trabajar y estudiar o simplemente evitar los tiempos de viaje hasta sus lugares de origen.

 

Para algunos, esta migración los lleva a vivir con sus familiares, otros tienen la oportunidad de ser apoyados por programas de becas que brindan vivienda a jóvenes con escasos recursos, por ejemplo el “Programa Romero” de la UCA. Sin embargo, hay otros que no tienen donde alojarse y por ende tienen que optar por los famosos pupilajes universitarios.

 

La opción de los pupilajes no es tan sencilla como parece, ya que implica un desapego familiar y muchas veces un elevado gasto económico. Según Elba Ochoa, administradora del pupilaje “Brisk Living”, ubicado en los alrededores de la UCA, los precios de un pupilaje en este sitio oscilan entre los $200.00 y $409.00 mensuales. Además, hay que pagar una reserva de la habitación, que consiste en la mitad de la mensualidad, y en otros casos es necesario firmar contrato mensual o semestral. El pago de la reserva y la firma del contrato debe hacerse con antelación, debido a que existe una enorme demanda por parte de jóvenes estudiantes.

 

Es importante que los aspirantes se comprometan a cumplir las cláusulas y normas contempladas en un contrato. Según la administradora, además del DUI y el NIT, deben presentar una constancia de trabajo y de antecedentes penales. También, deben cumplir una serie de reglas, normas de convivencia y una rutina de higiene dentro de las instalaciones. Entre ellas destacan: sacar la basura, respetar espacios de la cocina, usar aparatos de sonido con volumen limitado, hacer el aseo y usar las áreas comunes solamente de 8:00 am a 8:00 pm.

Gráfico por: Alejandro Rodas

Josseline Marroquín, estudia primer año de Ciencias Jurídicas en la (UCA), ella dice que “una de las ventajas más grandes que he tenido por el momento ha sido obtener una beca para estudiar en la universidad. Pero una desventaja fue que no tenía donde quedarme, ya que viajar se me hacía difícil por la distancia”, desde la ciudad de Santa Ana.

 

El pupilaje se lo proporciona el programa “Romero”, que trabaja de la mano con el programa de becas “Mártires de la UCA”, del cual Marroquín es beneficiaria. No todo ha sido fácil afirma Marroquín; interactuar en un nuevo lugar y con nuevas personas fue muy duro, debido a  la carga académica y la ausencia de la familia. Josseline sueña con poder ayudar en el futuro a los jóvenes, en especial a los que pasan por situaciones similares a la de ella.

 

El acoplamiento no ha sido fácil, alejarse de su hogar de origen ha simbolizado un golpe duro, pero necesario para su superación, reconoce Marroquín.

 

La experiencia y adaptación de los jóvenes estudiantes a la condición de pupilo es un proceso lento. Aunque cuenten con todos los recursos básicos, vivir en un lugar nuevo tiene repercusiones emocionales, porque la ausencia de la familia provoca inestabilidad, preocupación, a veces hasta bajo rendimiento académico, entre otras cosas. En algunas ocasiones, también surgen conflictos o diferencias entre los mismos miembros del pupilaje.

 
Cada año cientos de jóvenes llegan desde el interior del país a estudiar a las universidades de San Salvador, muchos tienen que alquilar pupilajes y vivir hacinados. /Foto por Francisco Vega.

Cristian Vázquez quien ha cursado dos años de Ingeniería Informática en la Universidad de El Salvador UES, comentó que “estar lejos de mi familia, tener que acostumbrarme a un ambiente totalmente diferente y tratar de llevarme con mis compañeros en el pupilaje no ha sido fácil. Además, he tenido que aprender a organizarme con mis tareas universitarias y realizar mis actividades personales. También, fue difícil aprender a vivir sin mis familiares más cercanos y hacerme la idea de verlos una vez al mes”.

 

“Una de las desventajas fue el traslado que tuve que realizar y una de las ventajas es las mayor cantidad de oportunidades que puedo tener aquí en la capital”, expresó Cristian López, otro estudiante de primer año de Economía en la UES. Él afirma que las situaciones difíciles, son las que definen el futuro de una persona.

 

Para Cristian ha sido muy complicado compartir su tiempo y dinero entre la universidad y el pupilaje, debido a que él es independiente, trabaja a medio tiempo en una oficina, pues su familia está en San Miguel y no puede costear sus gastos universitarios.

 

A pesar de no tener recursos económicos suficientes, Cristian tiene sus metas bien claras y piensa cumplirlas a futuro: “Mi familia es mi mayor inspiración, toda la superación que he buscado es para el bien de ellos, darles una mejor vida”, afirma López.

 

Esta es la realidad que muchos jóvenes tiene que enfrentar para cumplir sus metas. Según la Dirección General de Estadística y Censos, el 27.3% de los estudiantes universitarios viven en pupilajes.