La herencia de 1932
Los pueblos originarios que todavía habitan El Salvador son los Nahuapipil, Lenca y Cacaopera; la mayor presencia indígena se registra en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán
Por Enrique Rubio y Andrea Escobar
El Salvador sufrió en 1932, en el departamento de Sonsonate, un levantamiento campesino con fuerte componente indígena. Estaba liderado por Feliciano Ama y Agustín Farabundo Martí, quienes buscaban reivindicaciones sociales y mayor autonomía para las comunidades.
El levantamiento se dio en el marco de la crisis económica mundial de 1929. La crisis en la economía norteamericana provocó que el desempleo aumentara en el campo y que las condiciones de vida de los campesinos salvadoreños se deterioraran drásticamente.
La población indígena sobreviviente de la explotación colonial se concentraba en ese tiempo en los departamentos de Ahuachapán, Sonsonate, La Libertad, San Salvador, La Paz y Morazán. Aunque el levantamiento prosperó más en la zona occidental.
Desde esa época tuvieron vulnerados sus derechos al trabajo, a recursos naturales, a la justicia, igualdad y no discriminación, organización y participación. El descontento acumulado en la población campesino e indígena estalló en 1932.
Según Reynaldo Patriz, líder indígena de El Carrizal, de Nahuizalco, los indígenas todavía son discriminados al no dejar que sigan practicando sus costumbres y religión. El Estado aún no les da garantías de reconocimiento de sus derechos, pese al mandato de las leyes.
En el artículo 194, I, de la Constitución de la República, establece el mandato del Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, en velar por el respeto y la garantía de los derechos humanos de todas las personas.
Los pueblos que se vieron afectados en 1932 son Nahuizalco, Izalco, Nahuilinco, Juayua, Atiquizaya, La Palma, entre otros. En estos lugares fue notoria la desaparición de la comunidad indígena, y la poca que quedó fue fuertemente sometida.
En su momento se calificó a los movimientos indígenas de comunistas, con lo que se sembró el terror en la comunidad. Además, la desigualdad social en la que se quedó la poblacion indigena abrió las puertas a la pasada guerra civil.
Uno de los derechos vulnerados en 1932, según Remberto Elias Mangandy, de FLACSO Guatemala, es el derecho a la vida, ya que se conocen testimonios y evidencias respecto a la masacre de las comunidades indígenas, su aniquilación y exterminio a manos de la Fuerza Armada de la época.
La siguiente línea del tiempo refleja los principales hechos históricos relacionados al levantamiento indígena.
Según el educador Juan Carlos Escobar, después del derrocamiento de 1948 del ex presidente Maximiliano Hernández Martínez, la tendencia fue ocultar y mentir sobre la situación del levantamiento de 1932, y por supuesto, la masacre ocurrida.
Todo lo anterior trajo como consecuencia el levantamiento armado a partir de 1972, profundizando a inicios de los 80’s la guerra civil en El Salvador. Los hechos de 1932 no fueron esclarecidos, y la oligarquía salvadoreña, en especial la cafetalera, que fue la que provocó la masacre, nunca fue responsabilizada de aquel baño de sangre.
Otro derecho vulnerado, según Elías, fue al de su propia identidad. Uno de los elementos más persistentes fue el temor de los pueblos originarios a ser identificados como y a ser perseguidos hasta a la muerte. “Ser campesino e indígena te hacía sospechoso de ser insurrecto”, señala. Ese mismo fenómeno provocó la negación de la identidad de su propia cultura, costumbres e incluso religión.
“La masacre contra los pueblos indígenas fue de las más grandes que sucedieron en el siglo XX en América Latina, es un acto de lesa humanidad que debería de ser juzgado y una de las maneras de resarcir el daño, es reconocer la verdad, ellos tienen derecho a conocer los actores materiales e intelectuales de esa masacre, porque se han construido varias narrativas sobre ellos, pero primero se debería de impulsar una investigación judicial sobre este hecho“, concluye Elías.
Una de las recomendaciones que menciona es promover que la lengua nativa no se pierda, porque tienen el derecho a que se les reconozca su propiedad original. “La lengua no es sólo un medio de comunicación, también es un modo de producir la vida y la cultura de los pueblos, es fundamental que se les reconozca y se promueva la vida de los indígenas”, finalizó.