Los rostros afrodescendientes en El Salvador
Tras cientos de años de invisibilización, discriminación y racismo, la organización AFROOS realiza una exposción de rostros afrodescendientes de El Salvador. El evento se desarrolla en la Biblioteca Cuscatlán, en Antiguo Cuscatlán.
Por Carlos Iraheta y Andrea Escobar
Por el proceso de deconstrucción que en El Salvador enfrenta la comunidad con descendencia africana, la organización AFROOS (Afrodescendientes Organizados Salvadoreños) exige a la Asamblea Legislativa políticas públicas para visibilizar y proteger los derechos de este sector.
Ana Yency Lemus, directora general de AFROOS, explica que en El Salvador se niega la existencia de las personas con raíces africanas. Por esta razón, el objetivo de esta exposición es visibilizar y demostrar por medio de retratos la presencia de las personas afro en el territorio salvadoreño.
El autor de estos rostros, Carlos Lara, menciona que “La idea de la exposición no fue mía sino de un compañero que se llama Efraín Ventura, él comienza a gestionar el espacio en la Biblioteca Cuscatlán y así empezamos a organizarnos junto a AFROOS. Es así como esta exposición se lleva a cabo”, dijo.
Los rostros escogidos, según Lara, surgen de manera informal ya que él tuvo la idea de retratar las fotos de personas afrodescendientes que vio en redes sociales. Luego de que le dieran el permiso, procedió a dibujarlos. “Los tenía guardados, los enmarcamos, solicitamos el permiso de ellos para exhibirlos y es así como la exposición procede”, agregó.
La identificación de las raíces afrodescendientes no sólo se limita a ser negro, según Lara, la nariz, el cuerpo, los labios, la altura y el pelo son facciones que muestran una herencia africana importante. Pero pertenecer a la sangre afro no solo es por los rasgos físicos que tenga una persona, sino también por la voluntad de reconocerse y estar orgullosos de sí mismo.
La discriminación es un acto que está presente en el diario vivir de las personas afro. Lara recibe comentarios negativos por ser afrodescendiente y por su orientación sexual. Lara recuerda que en 2017 en su lugar de trabajo le prohibían tener el cabello largo. “En ese momento estaba despertando y luché para trabajar en esas escuelas sin tener que cortarme el cabello, ya que legalmente no pueden impedirlo”, añadió.
Bryan Varela, otro afro salvadoreño, comenta que desde su infancia el término “negro” ha sido un sinónimo de cariño y afecto, pero que al comenzar la escuela sus compañeros se referian a él como “el negro”, con un tono violento. Varela señala que esta es una situación que atravesamos todos y todas en latinoamérica y que la herida colonial no es más que esta duda de quiénes somos y de dónde venimos.
Lemus recuerda el caso de su abuela, quien a sus 8 años le negaron la educación por ser negra. Sus compañeros la sacaron de la escuela, la maltrataban y le pegaban por ser de herencia africana. “Claro, mi abuela es una mujer que vivió en las zonas rurales, entonces nunca comprendió que era racismo lo que ella estaba viviendo y costó mucho tiempo la aceptación para que ella pudiera autodenominarse como afrodescendiente”, agregó la directora de AFROOS.
Ante el racismo que se percibe en el país y la negación de la diversidad cultural, la directora de AFROOS invita a la población a que se pregunten de qué etnia vienen sus raíces, que investiguen la historia del país, que lean, porque alguien que no se autoidentifique no se está reconociendo.
Las piezas artísticas de Carlos Lara
Fotos por Diego Rosales