Estudiantes universitarios sufren la falta de transporte estudiantil
Revista Comunica 5 diciembre, 2024 0Para muchos jóvenes universitarios llegar a su centro de estudios es una carrera contra el tiempo y el cansancio. Sin un sistema de transporte eficiente y de calidad, la rutina diaria de los viajes se convierte en un desafío constante.
Por:
María José Morales
Gabriela de los Ángeles Chávez
Celina Michelle Osegueda
El estudiantado de educación superior enfrenta la dificultad de no tener un sistema de transporte universitario que le facilite su desplazamiento en el área metropolitana de San Salvador e interdepartamental, lo que se vuelve un desafío constante para la comunidad estudiantil en general, tanto en San Salvador como en las regiones de oriente y occidente del país.
La falta de transporte universitario dificulta las posibilidades de trasladarse desde los lugares de residencia hasta los centros de estudio; sobre todo, para los estudiantes que viven lejos del campus al que asisten. Este problema ha llevado a algunos estudiantes a realizar caminatas extensas, pagar varios pasajes o depender de terceros que les den “ride” para llegar a su destino.
Según estadísticas del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, MINEDUCYT, El Salvador cuenta con 41 instituciones de educación superior privadas y públicas, entre las cuales se incluyen 24 universidades, 13 institutos especializados y 4 institutos tecnológicos.
Hasta 2023 se reportaron 220 mil estudiantes inscritos en las universidades, 86.788 fueron hombres y 104.026, mujeres. En el sector público se inscribieron 63.175 estudiantes y en el sector privado, 127.639. La falta de transporte adecuado dificulta la movilidad de muchos de estos estudiantes, especialmente aquellos que deben desplazarse largas distancias o que estudian en horarios nocturnos, creando una barrera adicional al acceso a la educación superior.
“La inseguridad, los buses llenos, el tráfico y las madrugadas son algo que me tiene harto siempre que subo a un bus”, relata Eduardo Francisco Córdova Platero, quien tiene que sufrir todos los días el problema del desplazamiento en autobuses para presentarse a la hora de sus respectivas clases en la UCA. Platero debe levantarse a las 3:45 am para luego abordar dos buses desde Lourdes, Colón, en el departamento de La Libertad, para llegar a tiempo a su primera clase a las 7:00 am, luego debe volver a casa a hacer homeoffice para un call center, por lo que tiene que salir lo más pronto posible de la universidad para estar a tiempo en su trabajo.
Eduardo dice que siente el peso de levantarse tan temprano y lidiar con los problemas cotidianos de viajar en bus. Ese sobreesfuerzo le pasa una factura llamada estrés. Constantemente se siente atareado, cansado y agotado. Dice que el estrés y la fatiga acumulada se incrementan con el cúmulo de tareas académicas.
Alejandro Moreno fue estudiante de la UCA hace unos años. “Estudié en la UCA desde 2018 hasta 2020. Durante los primeros dos años viajaba desde Santa Ana, donde nací y he vivido toda mi vida. Tomaba cuatro buses diarios, el primero era el urbano para desplazarme de mi casa a la parada de la ruta interdepartamental, la 201. Eso era ida y regreso”.
Alejandro tomaba el bus alrededor de las 11:30 am, ya que sus clases comenzaban a la 1:30 pm y terminaban alrededor de las 5:30 de la tarde. «Muchas veces tenía que salir más temprano por actividades extracurriculares o por el tráfico», añade.
“La mayor molestia era que al salir de clases, el bus estaba lleno y me tocaba viajar parado. El viaje de ida era más relajado; podía viajar sentado, escuchar música e incluso tomar una siesta. Sin embargo, el regreso era agotador, especialmente con el tráfico en la carretera de Los Chorros, con viajes que a veces duraban hasta cuatro horas”, recuerda.
Otro problema era la falta de horarios fijos de los buses, lo que dificultaba planificar el tiempo de viaje. «En 2020, decidí mudarme cerca de la universidad porque mis clases terminaban a las 8:00 pm y era improbable encontrar transporte de regreso a Santa Ana a esa hora», dice.
Alejandro reconoce que, aunque la pandemia por COVID-19 solucionó temporalmente su problema con las clases en línea, claramente hubiera apreciado tener un transporte que lo llevara a la universidad y lo dejara cerca de su casa. “Es una opción más segura y óptima para los estudiantes que viajan desde otros departamentos”, dice Alejandro.
¿Será el uso del vehículo propio una respuesta?
Así como viajar en transporte público tiene sus complicaciones, utilizar el automóvil propio implica también enfrentar una serie de inconvenientes, entre ellos: aumento en el presupuesto para combustible y mantenimiento del vehículo. Javier Barraza estudia primer año de ciencias sociales en la UCA y vive en Santa Tecla, por lo que siempre tiene que lidiar con el tráfico de esa zona, normalmente usa su carro para ir a la universidad.
Barraza afirma que usar su vehículo le representa un gasto considerable en su presupuesto mensual. Destina entre $80.00 y $100.00 al mes solo para la compra de combustible, lo cual es un gran inconveniente para cualquier persona con transporte propio y que no tenga los ingresos suficientes para costear esos gastos. Además, debe sumar los costos del mantenimiento o reparaciones del automóvil, si es necesario. “Cada semana tengo que revisar si necesita un cambio de aceite, los frenos, inspeccionar el tablero por si hay algún problema”, dice.
Lo mismo ocurre con los servicios de microbuses privados, los cuales tienen un costo de entre $60.00 y $70.00 dólares mensuales. Aunque esta opción puede resultar más económica que el uso del vehículo propio, no está exenta de problemas. Los estudiantes que optan por contratar este servicio deben adaptarse a los horarios y rutas establecidas, lo que lleva a enfrentar inconvenientes como la falta de flexibilidad en los horarios para participar en actividades académicas o extracurriculares. Además, la calidad y disponibilidad del servicio puede variar según la demanda.
La mayoría del estudiantado universitario sufre los mismos problemas al utilizar el transporte público como única opción para transportarse, por lo que muchos desearían que su centro de estudios cuente con un sistema de transporte propio, para tener más accesibilidad y seguridad a la hora de desplazarse.
A pesar de que la mayoría de los estudiantes enfrenta estos problemas, parece que las universidades y el gobierno no ven esta situación como un problema importante a resolver, para garantizar el derecho a la educación de la juventud. Son muy pocos los centros de estudio superior que han implementado medidas concretas para facilitar la movilidad de sus alumnos, sobre todo, para aquellos que residen lejos o estudian en horarios nocturnos.
El psicólogo Carlos Gracias, especialista en el área clínica, explica que entre las razones que pueden influir en el estrés de los estudiantes se encuentran las condiciones del ambiente en el transporte público. Estos viajes tienen una gran conexión con sentimientos de ansiedad o expectativa relacionados con la puntualidad.
El estrés por sobrecarga vehicular, conocido como «síndrome de estrés por tráfico» está vinculado a varios problemas, como el aumento en los índices de violencia doméstica, disminución de la productividad y desinterés por actividades familiares o sociales. El psiquiatra José María Sifontes publicó en el Diario de Hoy un artículo en el que expresa que una persona que llega a casa a las 9:00 de la noche tras dos horas en el tráfico, puede buscar «desestresarse» mediante el consumo de alcohol, lo que incrementa el riesgo de abusos y sus consecuencias tanto familiares como personales.
Para manejar el estrés relacionado con el transporte, Gracias recomienda dos técnicas: La primera consiste en realizar ejercicios de respiración, que ayudan a relajarse y centrar a los individuos en el presente, alejándolos de situaciones no reales que generan estrés. La segunda técnica es realizar acciones que promuevan el bienestar físico y mental, como identificar y desafiar los pensamientos negativos o estresantes y reemplazarlos con afirmaciones positivas y realistas. Además de utilizar una agenda de tareas que permita planificar las actividades durante semana.
Las universidades también pueden apoyar a los estudiantes que enfrentan largos desplazamientos diarios brindando un servicio de transporte económicamente accesible. Otra opción puede ser considerar la implementación de residencias universitarias.
Experiencias de transporte universitario
Algunas universidades privadas experimentaron en años recientes con un servicio de transporte mixto de manera exitosa, convirtiéndolo en una ventaja significativa para sus estudiantes. Por ejemplo, la Universidad Don Bosco (UDB) ofrece actualmente un sistema de transporte propio y otro privado que es coordinado por la misma universidad, quien facilita rutas y horarios, según la demanda del alumnado.
Este centro de estudios superiores ha definido 16 rutas, entre ellas Apopa, Ilobasco, Ciudad Delgado, Santa Ana, San Vicente, Metrocentro, entre otras. Los horarios están diseñados para facilitar el acceso a los estudiantes a sus clases, la mayoría de rutas tienen recorridos durante la mañana, el mediodía y la tarde.
Hasta el año 2019, el campus de Soyapango albergaba todas las licenciaturas y carreras técnicas, mientras que el campus de Antiguo Cuscatlán se limitaba a los postgrados. Debido a la mayor concentración de alumnos en Soyapango y las preocupaciones de seguridad, surgió la necesidad de implementar un proyecto de transporte seguro y accesible, proporcionando tranquilidad tanto a los estudiantes como a los padres de familia, ya que es un recurso accesible, según cuenta Tatiana Martínez, encargada de atención a nuevo ingreso en el campus de Antiguo Cuscatlán.
Toda la información sobre los horarios, rutas y puntos de encuentro del transporte universitario de la Universidad Don Bosco de Soyapango, se encuentra disponible en su página web. Además, el sitio proporciona el número de contacto de los responsables de las unidades, permitiendo a los estudiantes planificar sus desplazamientos de manera eficiente.
Marielos Mendoza estudia la Licenciatura en Idioma Inglés en la (UDB) en Soyapango, ella dice que «utilizar el transporte universitario es beneficioso porque “cuando quiero regresar a casa, necesito cruzar la carretera y tomar la ruta 140. Siento que es más seguro viajar en el transporte universitario porque me dejan cerca de mi hogar y los vehículos son más cómodos. Además, el costo es de $1 por viaje en la zona urbana y periferia, lo cual es bastante accesible en comparación con otras opciones que utilizaba antes, como el taxi, que me resultaba más costoso”.
Mientras que la universidad Francisco Gavidia (UFG) contó con un servicio de transporte universitario propio desde el año 2012 hasta 2022, lo implementó para satisfacer una necesidad importante de los alumnos, especialmente en sus horarios nocturnos. El servicio de transporte estudiantil funcionaba de lunes a viernes en turnos matutino, vespertino y nocturno; y los sábados únicamente en la mañana.
Había 4 rutas para el área metropolitana: Apopa, San Marcos, Santa Tecla y Cuidad Delgado. De estas, la ruta de Apopa era la más demandada, mientras que Cuidad Delgado contaba con la menor cantidad de usuarios. Los costos llegaban a variar según la ruta y el punto de encuentro, pero el valor del pasaje rondaba entre los $0.40 a $0.60 centavos.
Este servicio facilitaba la seguridad y asistencia a clases, ya que contaban con diferentes horarios de circulación, permitiendo a sus estudiantes desplazarse de manera segura y conveniente. Sin embargo, tras la pandemia de Covid-19, muchas de las carreras de la UFG adoptaron la modalidad virtual, lo que redujo drásticamente la cantidad de alumnos que requerían este servicio.
Según Evelyn Monge, coordinadora de cuentas por cobrar de la UFG, la demanda actual no justifica la continuidad del transporte universitario. Es por ello que decidieron suspender el servicio hace aproximadamente año y medio. El transporte fue un factor clave en su momento para facilitar al alumnado la asistencia puntual a clases.
La falta de transporte genera dificultades a los estudiantes que residen en departamentos lejanos a la ciudad capital. Según datos brindados por la Unidad de Estadísticas de la UCA, hay un alto porcentaje de estudiantes que provienen de áreas que se encuentran a más de 50 km de la universidad. Hay otros estudiantes que residen en los departamentos de San Salvador y La Libertad, pero no en las cercanías del campus.
José Emilio Pérez, de la Unidad de Estadísticas de la UCA menciona que un 30% de los estudiantes que asisten diariamente a clases residen en departamentos lejanos. Se debe resaltar que esta tabla solo contiene las carreras que reciben mayor demanda. Estos estudiantes deben invertir de dos a cuatro horas en su desplazamiento, lo que puede llegar a afectar su rendimiento académico y su bienestar en general.
Es notoria la cantidad de estudiantes que residen en el departamento de San Salvador, pero eso no significa que se encuentren cerca de la universidad, tomando en cuenta todos los factores, como el tráfico, la incomodidad de utilizar el transporte público, salir de casa alrededor de las 4 de la mañana para tomar el bus, e incluso abordar dos unidades de transporte para llegar al centro de estudios y cumplir con el horario de clases.
Además, Pérez mencionó que en años anteriores surgió la idea de establecer un sistema de transporte en la universidad, pero este no se desarrolló institucionalmente y quedó en una propuesta que no se llegó a ejecutar.
Durante esta investigación se identificó que la universidad enfrenta varios obstáculos para abordar el problema del transporte institucional. Estas van desde la complejidad de coordinar las paradas para cada estudiante, debido a la diversidad de destinos, la planificación de las rutas y los costos asociados con el mantenimiento de los vehículos. Estos retos han complicado la búsqueda de una solución viable para el transporte universitario.
En la actualidad no hay proyectos de transporte a corto plazo, pero la UCA no está cerrada a la posibilidad de encontrar una solución a largo plazo, está abierta a recibir y a evaluar propuestas que permitan implementar un sistema de transporte a futuro, si todas las posibilidades se llegan a dar. “Algún día pienso regresar a la universidad y ojalá tener un transporte privado a disposición para facilitar el viaje”, dice Alejandro Moreno al recordar su experiencia.
Por el momento, la UCA se limita a otorgar permisos especiales de parqueo a los conductores de microbuses privados externos para que puedan esperar a los estudiantes dentro del campus. Esta medida busca proporcionar a los estudiantes una mayor facilidad de abordaje del transporte privado, que cada quien contrata por su cuenta.
Además de los permisos de estacionamiento, la universidad permite que los conductores coloquen información y contactos de sus servicios al interior del campus, lo que facilita la conexión entre la oferta y la demanda de este servicio.
Sin embargo, la universidad reconoce la importancia de este tema y se mantiene abierta a evaluar propuestas y alternativas que puedan hacer posible la implementación de un transporte universitario en el futuro. Esto sería de gran beneficio para los estudiantes, al brindarles mayor accesibilidad, seguridad y comodidad en sus desplazamientos hacia y desde el campus en el distrito de Antiguo Cuscatlán.