Nayib Bukele y la falsa creencia de que un nuevo presidente puede hacerlo todo solo

0

Nayib Bukele y la falsa creencia de que un nuevo presidente puede hacerlo todo solo

Editorial COMUNICA 08/09/2019

Nayib Bukele era el favorito para ganar las elecciones y lo hizo de forma holgada. Pero muchos creen que la banda presidencial viene con superpoderes y cierran los ojos a una verdad innegable: no puede gobernar solo.

El pasado 3 de febrero los salvadoreños eligieron un nuevo presidente y tal como las tendencias lo indicaban, el ganador fue Nayib Bukele. Los votos no solo le alcanzaron para ganar en primera vuelta, sino que fueron los suficientes para dar un golpe sobre la mesa y dejar mal parados a sus adversarios, los partidos ARENA y FMLN. Pero lo que hoy nos compete no es el resultado per se de la votación, sino un factor que muchos de los que votaron por el candidato de GANA han pasado por alto: él no puede gobernar solo.

 

Lamentamos si usted es de los que cree que al elegir un nuevo presidente El Salvador se convertirá en un país de primer mundo de la noche a la mañana, o que todo cambiará con un chasquido del nuevo mesías. No, no es así y nunca lo será. Y eso tiene una explicación. Vivimos en una República y tal como lo expresa el artículo 86 de nuestra Constitución hay tres órganos fundamentales que deben interactuar, quieran o no, para gobernar esto que llamamos Estado salvadoreño.

 

Cuando Bukele se ponga la banda presidencial y asuma oficialmente el cargo estará únicamente al mando del Órgano Ejecutivo y para cumplir con muchas de sus promesas de campaña deberá encontrar el apoyo del Órgano Legislativo, representado por la actual Asamblea Legislativa. Además, tendrá que tener cuidado de no alterar el orden constitucional y no violar las leyes, un ángulo que le toca defender al Órgano Judicial, la actual Corte Suprema de Justicia.

 

¿Tiene Nayib Bukele los ingredientes necesarios para lograr ese consenso entre todas las partes?

 

Nayib Bukele estuvo arriba en todas las encuestas desde enero de 2018, según demostró el análisis de la Unidad de Tendencia Electoral del Departamento de Comunicaciones y Cultura de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Pero mientras el candidato de GANA despuntaba en las estadísticas, las piezas políticas se movían aparentemente en su contra.

GANA, el partido que lo abandera, participó en una negociación turbia en la Asamblea Legislativa para elegir a los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Cuatro de ellos fueron a parar a la Sala de lo Constitucional y el resultado fue un Órgano Judicial al que a los analistas han señalado de estar conformado por cuotas partidarias, pero en especial por cuotas de derecha. Sí, por los mismos de siempre que Bukele tanto atacó en su campaña presidencial.

 

Y tomando en cuenta la relevancia que ha tenido la Sala de lo Constitucional durante los últimos años, no es utópico pronosticar que la presidencia de Nayib Bukele podría encontrarse con varios procesos legales abiertos y con varias denuncias de sus opositores.

 

Eso nos lleva también a la medición de fuerzas en la Asamblea Legislativa. Bukele, en su plan de gobierno al que ha llamado Plan Cuscatlán (https://www.plancuscatlan.com/home.php), ofrece varias propuestas que deberán pasar por el Salón Azul antes que se echen a andar, como la oferta de aumentar de 8 a 10 por ciento el Fondo de Desarrollo Económico y Social de El Salvador (FODES), el cual se destina a las alcaldías de los 262 municipios del país.

 

Pero el FODES depende del presupuesto general de la nación y los cambios en este únicamente los puede aprobar la Asamblea Legislativa, formada en estos momentos por 37 diputados de ARENA, 23 del FMLN, 9 del PCN, 3 del PDC, 1 del CD, un diputado independiente y  solo 10 de GANA.

 

Si bien es cierto ya hay diputados de ARENA y PCN que han expresado su intención de ir en contra de sus partidos y dar su apoyo a Bukele, lo cierto por ahora es que la correlación de fuerzas no está a su favor. Sobre todo cuando él mismo, a pesar de competir bajo la bandera de GANA durante las elecciones, se encargó de afirmar una y otra vez que no pertenece a un partido y aseguró que no obedecerá órdenes de ningún instituto político. Es más, atacó fuertemente a sus adversarios, los mismos con los que hoy deberá sentarse a negociar.

Luego está el gabinete de gobierno. Bukele debe nombrar a 7 encargados de las distintas secretarías que existen en el Órgano Ejecutivo, 14 encargados de ministerios y otros tantos funcionarios que deben dirigir las autónomas y las empresas públicas.

 

Muchas de estas entidades son instituciones clave en la gobernabilidad del país, pero tienen una imagen pública bastante desgastada, como ANDA y el Ministerio de Seguridad Pública y Justicia. Quienes ocupen la cabeza de estas instituciones deben ser personas clave en la estructura del nuevo gobierno, personas de confianza del nuevo presidente.

 

¿Podrá Bukele reunir a un extenso y confiable equipo sin otorgar más de una plaza al partido que lo abanderó durante las elecciones? Guillermo Gallegos, uno de los máximos dirigentes de GANA, avisó en un par de entrevistas televisivas antes de la elección que como partido esperan representatividad en un eventual gobierno, lo que es igual a decir que esperan un pago por lo que han hecho hasta hoy. Y no se refiere al pago de la deuda política, cuya cifra ya se conoció que supera los 7 millones de dólares, sino a la tajada de poder que esperan recibir.

 

 

 

Muestra de esa estrategia de exclusión que Nayib Bukele hizo de la marca GANA son los resultados del Cuarto Informe del Monitoreo al Gasto de Campaña Electoral, realizado por Acción Ciudadana y presentado el 31 de enero. El análisis demuestra que tanto Carlos Calleja y Hugo Martínez, que eran los otros competidores por la presidencia, incluyeron las referencias a sus partidos en las campañas, destacando los nombres de ARENA y FMLN en varios de sus spots, con sus colores y varias de sus figuras.

Imagenes del Centro de monitoreo de Transparencia y Democracia 

 

Muestra de esa estrategia de exclusión que Nayib Bukele hizo de la marca GANA son los resultados del Cuarto Informe del Monitoreo al Gasto de Campaña Electoral, realizado por Acción Ciudadana y presentado el 31 de enero. El análisis demuestra que tanto Carlos Calleja y Hugo Martínez, que eran los otros competidores por la presidencia, incluyeron las referencias a sus partidos en las campañas, destacando los nombres de ARENA y FMLN en varios de sus spots, con sus colores y varias de sus figuras.

Imagen tomada de la pagina oficial de Facebook de GANA

Sumemos todavía más contrapesos. A finales de noviembre, cuando Bukele obtenía sus más altos porcentajes de preferencia (la encuesta de TResearch le dio el 57 % de intención de voto contra el 31 % de Calleja), en la Asamblea Legislativa se elegía a Raúl Melara como nuevo fiscal general de la república. La decisión fue ampliamente criticada porque Melara apareció en fotografías donde demostraba su clara preferencia por Carlos Calleja y su afiliación al partido ARENA, motivo que incluso llevó a que un sector de representantes de la sociedad interpusiera una demanda de inconstitucionalidad contra su nombramiento. Y hoy es ese hombre el que tiene a su cargo el Ministerio Público.

 

Bukele insiste además en que su candidatura es fruto del movimiento Nuevas Ideas, un partido que intentó fundar antes de las presentes elecciones, pero que no logró consolidar debido a varios procesos dilatados en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al cual también acusó de estar en su contra. Lo cierto es que Nuevas Ideas, hoy por hoy, no existe: no tiene diputados en la Asamblea, no tiene alcaldes, ni tiene representatividad real. Es un fantasma, una maquinaria que no arranca porque no tiene motor propio. Para funcionar su única vía fue unirse a GANA y deberá seguir así al menos hasta 2021, cuando se realicen las próximas elecciones legislativas y cuando el presidente ya lleve dos años en el cargo.

 

Puestas sobre la mesa todas estas cartas, resulta evidente que Nayib Bukele mintió antes de ganar las elecciones. Lo hizo al prometerle a sus seguidores que toda la gobernabilidad de este país dependerá únicamente de él si lograba llegar al cargo. Lo hizo al presentar un plan de gobierno con varios proyectos que son irrealizables desde el Ejecutivo, pues deben pasar por negociaciones con diputados, con partidos políticos, con oposición. Y deberá convencer a todas las partes, dar ciertas concesiones si quiere ponerlos en marcha.

 

Gobernar todo un país no está al alcance solo de Nayib Bukele. Lo cierto es que no podía hacerlo ninguno de los otros candidatos que compitieron el 3 de febrero. Pero prometer que sí podía fue precisamente parte de su campaña y cuando el espejismo se acabe tendrá que demostrar cuál es su verdadera estrategia para cumplir con el cambio que vendió y por el que votaron 1 millón 434 mil 856 salvadoreños, según los datos del escrutinio final, más el 1 millón 230 mil de personas que votó por otro partido y los 2 millones 600 mil salvadoreños que decidieron no salir a votar.

 

La política salvadoreña, la actual situación del país, no necesita de alguien que piense que tendrá el poder supremo, que aspire a ser el rey tuerto en tierra de ciegos. Lo que El Salvador necesita es alguien que pueda crear consensos y que se rodée de las personas idóneas, de las que estén convencidas que el poder público emana únicamente del pueblo y que el poder es para el pueblo, no para vanagloria de un solo hombre. Ese es el primer reto del nuevo presidente.