Riesgos de vivir en zonas de actividad volcánica

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Riesgos de vivir en zonas de actividad volcánica

Cráter del volcán Irazú, Costa Rica. Foto Comunica.

A partir del año 1999 la actividad del conocido Arco Volcánico Centroamericano ha ido aumentando, declaró Marta Navarro, vulcanóloga de Instituto Nicaraguense de Estudios Territoriales (Ineter), durante el XIII Congreso Geológico de América Central, realizado en San Salvador en 2017.

 

Por Gabriela Valencia, Paola López, Oscar Corcio

 

Desde hace varios años la región centroaméricana representa un alto riesgo en el tema de actividad volcánica, que afecta la seguridad y estabilidad de miles de personas que viven cerca de los volcanes activos.

 

El denominado “Anillo de fuego” podría continuar causando desastres en los países de América Central. Esto debido a una cuestión relacionada a la misma esencia de los fenómenos naturales. Así lo explica Rolando Mora, geólogo costarricense, quien destaca que se trata de un proceso natural, pues “cada volcán tiene su propia personalidad y vulnerabilidad.”

 

Una de las catástrofes más recordadas se dio en el año 1963, cuando el volcán Irazú, ubicado en la provincia de Cartago, Costa Rica, erupcionó causando múltiples daños. Dicho volcán es considerado por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), como el más alto de todo el país, con 3,432 msnm.

El volcán Irazú hizo erupción en marzo de 1963. Foto tomada del periódico La Nación de Costa Rica.

Se estima que alrededor del 49% de la población fue afectada por el desplazamiento de ceniza del Irazú, que llegó hasta San José, y el desprendimiento de lahares, que destruyeron todo a su paso, según datos publicados por la Revista Geológica de América Central.

 

Como en todo desastre natural, la erupción de 1963 no fue la excepción al dejar pérdidas humanas, familias evacuadas, infraestructura dañada y cultivos destruidos.

 

El documentalista volcánico y periodista, Iván Meza, relata como posteriormente a lo ocurrido, se recibió ayuda por parte de los “marines” de Estados Unidos, quienes se encargaron de construir diques a las orillas del Río Reventado que se desbordó debido a la acumulación de lluvia y cenizas del volcán.

 

Cinco décadas después de aquella tragedia del Irazú, no se descarta la posibilidad de que vuelva a suceder. En la actualidad, las personas han vuelto a poblar los diques, es una zona que alberga establecimientos comerciales y familias completas que se han encargado de construir sus viviendas en dicho sector, aun cuando es considerado de alto riesgo.

 

Con los años los habitantes edificaron viviendas en las bordas construidas a la orilla del cause del Rio Reventado, donde en 1963 corrió el material piroclástico del Irazú. /Foto por Gabriela Chévez.

Ante la posibilidad de una nueva catástrofe volcánica, el geólogo costarricense Rolando Mora, resalta que la activación de dichos volcanes, tanto en Costa Rica, como en el resto de la región, es una situación de cuidado, que requiere de mucha atención y constante monitoreo. “Esta actividad no se ve desde la época de la colonia, por lo que considero que es algo preocupante y de tomarlo en cuenta por parte de Protección Civil”, aclara el experto.

 

Los habitantes deben estar conscientes y conocer la situación de la zona en la cual viven, puesto que se ve vulnerada la seguridad de los mismos. Así lo expone Gino González, otro vulcanólogo costarricense, quien menciona que, de ocurrir una nueva catástrofe volcánica del Irazú, cerca de 30 mil personas podrían ser evacuadas de sus viviendas.

 

El experto destaca que para prevenir tragedias, la importancia de su labor en la vulcanología radica en informar a las autoridades pertinentes cualquier indicio que muestra el volcán, para que actúen a través de planes estratégicos en la prevención y preparación de la población. Entre las alertas que un volcán puede emitir se encuentran: temblores de alta intensidad, expulsiones de gases y ruidos estrepitosos.

González, además aclara que los volcanes no precisamente siguen un ciclo, estos pueden hacer erupción en cualquier momento; explica también que “un volcán se considera activo, si ha hecho erupción al menos una vez en los últimos 10 mil años” y que, si bien cuando se habla de una erupción, la lava no es lo más peligroso, sino los flujos piroclásticos o nubes de material ardiente que de salen del cráter.

 

La población debe poseer un conocimiento amplio respecto a dichos desastres naturales, incluyendo: cómo puede afectar, qué tipo de erupción será y los respectivos protocolos de seguridad que se deben seguir en caso de emergencia. Desde el punto de vista del experto costarricense en vulcanología, el tipo de conocimiento sobre la prevención de desastres naturales, debería incluirse en los programas nacionales de educación.

 

Sin embargo, González destaca que hace falta mucho trabajo de prevención y conocimiento de la actividad volcánica. “El ordenamiento territorial, debería estar ligado mucho a la geología. Hace falta una gran conciencia para preveer y prevenir una erupción o desastres, en general, ya que la gente realmente no cree que esto puede ocurrir”, concluyó.

 

Actividad volcánica en El Salvador

 

La historia en El Salvador es muy similar a la de Costa Rica. En 1917, el volcán de San Salvador o Quezaltepec erupcionó sobre la zona noroeste, dejando grandes restos de piedras y lava volcánica, donde murieron alrededor de 1,050 personas. Y para suerte de nuestro país, 200 casas quedaron intactas ante dicho desastre, según reportes del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN).

 

Cien años después de la trágica erupción de 1917, es probable que pueda ocurrir en cualquier momento una nueva catástrofe volcánica. Bajo esta idea, aumenta la necesidad de concientización en los habitantes de su entorno para que tengan conocimiento de medidas de seguridad a tomar. Así como Costa Rica, nuestro país también posee zonas muy pobladas que son peligrosas por su cercanía a los volcanes.

El volcán de San Salvador o Quezaltepec hizo erupción en 1917 y es uno de los 23 volcanes activos que tiene el país. /Foto tomada del MARN.

Eduardo Gutiérrez, coordinador del área de Vulcanología del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), explica que su área se enfoca principalmente en realizar pronósticos, es decir, monitorear constantemente el estado de los volcanes.

Para el experto, los indicios en años anteriores son de vital importancia para determinar si puede o no ocurrir una nueva catástrofe. Es por ello que el paso que debe seguir su unidad es la zonificación del peligro volcánico y, a través del registro de cada señal, proceder con la elaboración un mapa de escenario volcánico.

 

La siguiente etapa está centrada en el fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana. Es aquí donde el especialista reconoce que es importante educar a la población en el tema desde temprana edad, para que la gente sepa cómo actuar en caso de una erupción.

 

El trabajo de concientización, desde el punto de vista del experto, compete a las diferentes autoridades en el país, sin embargo, los esfuerzos no son suficientes y no duda en apoyar la idea de que la población no está completamente informada ni preparada sobre el tema.

 

La información sobre el volcán Irazú fue recopilada durante una visita al coloso costarricense el 20 de febrero de 2019, en el marco de un intercambio estudiantil realizado entre la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y la Universidad de Costa Rica (UCR), específicamente entre estudiantes de periodismo de ambas instituciones.

Estudiantes de las universidades UCA de El Salvador y UCR de Costa Rica, durante una caminata por el Irazú, como parte del intercambio estudiantil.

 

Los estudiantes subieron al cráter del Irazú junto a docentes de ambas academias y expertos en el área de vulcanología, además del documentalista costarricense Iván Meza.

Infografico por Ernesto Molina