«El estado del monumento es el estado de las víctimas salvadoreñas»

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"El estado del monumento es el estado de las víctimas salvadoreñas"

En una pared lustrada dentro del Parque Cuscatlán hay miles de nombres grabados. Pertenecen a desaparecidos, asesinados, torturados o masacrados durante el conflicto armado salvadoreño. El mármol sobre el que están escritos está desgastado. Su brillo ha caído en una apariencia de opacidad y resequedad. El tiempo y el agua clorada han hecho su trabajo sobre el color negro que ahora en muchas partes se ha tornado gris. El Monumento a la Memoria y la Verdad parece abandonado.

                               Foto cortesía de Eduardo García, director de Pro Búsqueda.

Por Doris Rosales

Las víctimas se reparan a sí mismas

Margarita Flores adopta un tono solemne cuando habla del memorial. Dice que el monumento es su hija. Lo único que le queda de ella. Dice que en 2003 tuvo por fin un lugar donde llorar su pérdida, descansar y seguir esperando.

Margarita es una mujer de 65 años, tiene el rostro desgastado por la espera y la tristeza. Mira hacia el suelo cuando habla, y de vez en cuando se pierde entre sus recuerdos.  Perdió a su hija, Mirian Flores,  en 1980, cuando vivían en el departamento de Morazán. Mirian se integró a la guerrilla en marzo de ese año. Fue la última vez que Margarita compartió con ella, cuando entre lágrimas y resignación tuvo que dejarla ir. 

  • – ¿El nombre de su hija está en el mural?
  • – Sí. Está entre los desaparecidos. A mí nunca me han dado razón de ella, por eso todavía sueño con encontrarla. Yo le llevo una que otra florcita cuando voy al monumento pero no porque la esté declarando muerta, sino porque a mi muchachita le gustaban las flores.
  • – ¿Recuerda la inauguración del monumento?
  • – Como no, si yo estaba bien emocionada. Me acuerdo que cuando podía compraba bonos de cinco colones para ayudar, aunque sea con un poquito, a hacer el mural.

En 1993 la Comisión de la Verdad recomendó al Estado la construcción de un monumento que contribuyera al proceso de reparación moral a las víctimas que sufrieron violaciones a sus derechos humanos.  A pesar de eso, Margarita asegura que “el Estado se hizo el desentendido”, ante la recomendación que había recibido. “Imagínese si no es una falta de respeto. Firmaron la paz, hicieron acuerdos económicos, se dieron las manos, se tomaron fotos, pero se olvidaron de las víctimas. No les importó lo que de verdad importaba en ese momento. Por eso nosotros como familiares tuvimos que ver cómo salíamos adelante”, asegura Margarita.

Ante la ausencia de respuesta por parte del Estado, algunas organizaciones tomaron la iniciativa en 1996 de crear el Comité Pro Monumento. Su objetivo era recaudar los fondos necesarios para la construcción de un memorial a las víctimas del conflicto. El 6 de diciembre de 2003, con la cooperación de organizaciones internacionales como la Alianza de Solidaridad Extremeña y el esfuerzo los de familiares  de las víctimas, se inauguró el Monumento  a la Memoria y la Verdad, así lo explica Eduardo García, director de la organización no gubernamental Pro Búsqueda y quien es miembro del Comité Pro Monumento.

                               Bonos que compraban los mismos familiares de las víctimas para construir el mural. Imagen cortesía de Pro Búsqueda.

Un bien cultural abandonado

En enero de 2011 el monumento fue declarado un bien cultural salvadoreño. Este reconocimiento considera que el monumento “posee valor histórico y social, y ha llegado a convertirse en un hito histórico con alto contenido social”. Entre las resoluciones sobre la declaratoria  publicadas en el Diario Oficial se establece que el monumento es un bien protegido, por lo que debe procurarse su mantenimiento y conservación. Sin embargo, García expresa que el monumento no está recibiendo los cuidados que necesita, “se está destruyendo y no se está haciendo nada. El estado del monumento es el estado de las víctimas salvadoreñas”, menciona.

En 2015 el Comité Pro Monumento solicitó a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural que  realizara una inspección técnica para determinar cuál era el estado del memorial. Este trabajo fue realizado por Jorge Orellana, director del Departamento de Restauración del Museo Nacional de Antropología MUNA, junto a un equipo de profesionales. Entre los hallazgos, Orellana resalta que el deterioro del mural se debe, sobre todo, a la ausencia de mantenimiento, al maltrato que ha recibido por parte de las personas y el entorno en el que se encuentra. “El muro necesita que se  le realice una limpieza periódica, que se vayan reparando las partes rotas, que se vele porque no se utilicen químicos sobre el monumento, porque todo eso es lo que lo ha dañado”.  La Dirección de Restauración emitió una serie de recomendaciones para mejorar el estado del mural pero estas aún no han sido implementadas.

El monumento luce deteriorado mientras las autoridades estatales no se hace cargo. Foto cortesía de Eduardo García, director de Pro Búsqueda.

García explica que la protección de la obra le corresponde al Órgano Ejecutivo, pues el mural se ubica en un terreno que pertenece al Instituto Nacional de los Deportes (INDES).  “El monumento está en una condición de abandono, porque aunque tenga la declaratoria de bien cultural, el Estado no está procurando que se proteja”, expresa García.

Aunque la declaratoria de protección fue emitida por El Ministerio de Cultura, Alicia Pino, directora del Registro de Bienes Culturales dice que “el Ministerio de Cultura no está en la obligación de dar mantenimiento al monumento, pues eso le corresponde al dueño del terreno en el que se encuentra ubicado. Según la declaratoria de bienes culturales, el dueño del terreno es el responsable de procurar la protección y la conservación del mismo”.

Orellana expresa que “si se llegara a hacer la solicitud para que el Departamento de Restauración del MUNA realice el mantenimiento necesario al monumento, nosotros podríamos ayudar. El problema es la falta de personal, porque tenemos bajo nuestra responsabilidad el mantenimiento conservativo de la colección Nacional del Museo Nacional y atender algunas solicitudes que vienen de las iglesias, de piezas eclesiásticas”, sostiene. Orellana agrega que podrían involucrarse en el proyecto de restauración, con la salvedad de que se verían obligados a descuidar sus ocupaciones.

A 15 años del monumento

Eduardo García dice que a 15 años de haber inaugurado el mural,  todavía están esperando que la Asamblea Legislativa lo reconozca como un Monumento Nacional. “Se le ha dado el Escudo Azul, que es un reconocimiento de la UNESCO, mejor los organismos internacionales han reconocido su valor y no la Asamblea. Esa es una doble falta de respeto. En primer lugar porque fueron las mismas víctimas las que han hecho el monumento, y después porque por años se han negado a darle el valor que tiene”.

  • – ¿Ustedes siguen insistiendo en la Asamblea?
  • – Sí, ya lo hemos pedido muchas veces, y como siempre, lo que nos queda es seguir esperando a que algo cambie su falta de voluntad.

Este mural es el espacio donde las madres y otros familiares de los desaparecidos durante la guerra llegan a recordar a sus seres queridos. Foto cortesía de Eduardo García, director de Pro Búsqueda.