Las víctimas sin justicia del 30 de julio

 

Los estudiantes de la Universidad de el Salvador (UES) mantienen viva la memoria histórica de su alma mater, un hecho que siempre conmemoran es la masacre estudiantil de 1975, que la recuerdan cada 30 de julio.

Monumento a las víctimas de la masacre del 30 de julio, ubicado en el paso a desnivel de la 25 Av. Norte y Alameda Juan Pablo II, lugar donde ocurrió el acto represivo

Por Tatiana León, Sofía Benítez, Carlos Baires, Mario Menjívar y Verónica Pérez

 

Todo  inició el 25 de julio de 1975 cuando los cuerpos de seguridad del gobierno reprimieron una protesta de estudiantes de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Era un desfile bufo que criticaba las condiciones políticas del país y que se hacía en el marco de las fiestas julianas.

 

El presidente Armando Molina los amenazó por los medios de comunicación para que no realizaran la protesta. Sin embargo, los universitarios hicieron caso omiso a los mensajes, por lo que Molina mandó a reprimir a los estudiantes.

 

El ambiente político estaba tenso. El 30 del mismo mes, los estudiantes de la sede central organizaron una marcha en protesta por la represión en Santa Ana. Partieron del alma mater con rumbo a la Plaza Libertad, pero apenas llegaron al paso a desnivel 25 Av. Norte, donde un dispositivo de militares con tanquetas los estaban esperando para masacrarlos.

 

Como en muchas masacres cometidas durante la guerra, no hay cifra exacta de muertos, los periódicos reportaron apenas una personas fallecida mientras las organizaciones sociales informaron de decenas que fueron abatidos a fuego de fusilería y metralletas.

 

El rector de la Universidad de El Salvador (UES), Roger Arias, informó que hace un año presentó a la presidencia de la República cuatro peticiones: 1.  Acceso a los archivos de los cuerpos de seguridad, 2. Una disculpa pública hacia la Universidad y las familias de las víctimas, 3. La entrega del cuartel San Carlos a la UES para construir un museo de la memoria histórica y, 4. Asignación de un presupuesto digno para la UES. Sin embargo, la respuesta a estas peticiones aún se esperan. 

 

Además, las autoridades universitarias junto a familiares de víctimas lograron documentar sesenta casos de desaparecidos. Y en agosto de 2018 «hemos puesto el anuncio a la Fiscalía General de la República para que inicie un proceso de investigación, para que realice las diligencias pertinentes y permita dar con el paradero de estas personas y además con los responsables de tales desapariciones», declaró el rector. 

Cientos de estudiantes marcharon este año recordando la masacre de 1975. Foto por Sofía Benítez

¡Que siga la lucha!

 

A diferencia de la unidad mostrada hace 44 años, esta vez las organizaciones sociales y estudiantiles que marcharon para conmemorar la masacre de 1975 salieron en dos bloques distintos y con diferentes pensamientos. El primer bloque estaba conformado por sindicatos y estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) y de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), los mismos que se identificaron en la lucha política de los años 70’s.

 

Los primeros partieron de la entrada principal de la UES y se dirigieron hacia el centro de San Salvador, terminando en la Plaza Barrios, donde realizaron un performance en honor a las víctima de la masacre. Esta era la marcha alternativa a la organizada por las autoridades universitarias y las organizaciones estudiantiles tradicionales, señaladas como partidistas.

 

“¡Que siga la lucha!”, gritaban algunos de los participantes en la marcha, que al igual que sus similares en 1975, gritaban consignas, pintaban paredes y denunciaban los problemas sociales de la actualidad en temas como educación, salud, política y seguridad. También expresaron al presidente de la República, Nayib Bukele, que “así como invierte en la represión que invierta en el sistema educativo” y, a la clase trabajadora que se sume a luchar por mejorar sus condiciones de vida. 

 

El segundo bloque, más numeroso que el primero, partió de la entrada frente a oficinas de ANDA. En este iban sobrevivientes de la masacre de 1975. La poetisa Magdalena Ríos, sobreviviente de aquella fatídica tarde, menciona que desde aquella marcha sangrienta, nunca a dejado de asistir hasta el día de hoy. Además, reescribir la realidad salvadoreña a través de la poesía ha sido, hasta la fecha, una forma de expresar y dejar su legado histórico al país.

Magdalena Rios, sobreviviente de la masacre de 1975, camina con una pancarta en las manos, tal como lo hizo en 1975. Foto por Sofía Benítez

Al llegar al paso a desnivel, entre la 25 Av. Norte y la Alameda Juan Pablo II, colocaron una ofrenda floral en el monumento a las víctimas del 30 de julio. Otros realizaron una representación de la masacre, mientras algunos sobrevivientes que siguen asistiendo a la marcha recordaban las escenas que vivieron esa tarde, hace 44 años.

Por la noche, en las instalaciones de la Universidad se realizó un vigilia donde se presentaron diferentes artistas. La estudiante de periodismo, Ana Gómez, comentó que “hacer una vigilia es muy importante para no olvidar lo que sucedió hace años y es un momento de reflexionar lo que pasaron ellos y qué estamos pasando nosotros. Cuál fue el papel que ellos tomaron en esa época y también cuál es el papel que nosotros tenemos que tomar como universidad”.

 

Es así como todos los 30 de julio las calles se llenan de protestas, carteles y cantos en contra de la injusticia social en la cual se encuentra sumergida la sociedad salvadoreña. Dando un claro recordatorio que se mantiene viva esa memoria histórica para evitar que se vuelvan a cometer actos represivos cuando exigen cambios en la manera de actuar de los gobiernos.

 

Son señalados como principales responsables de esta masacre el entonces ministro de Defensa, Gral. Carlos Humberto Romero, quien después sería presidente, y el Presidente Coronel Arturo Armando Molina. Sobre el hecho núnca se abrió una investigación formal y nadie fue juzgado por el crimen.