La gloria fue para el cine coreano
Bong Joon-ho se llevó cuatro premios Oscar en un sola noche, la última persona en ganar la misma cantidad de premios en una noche fue nada más y nada menos que Walt Disney en 1954, ganando en las categorías de mejor documental corto, mejor documental largo, mejor cortometraje y mejor cortometraje animado.
Por Antoni Pérez & Carlos Baires
El domingo 9 de febrero fue la entrega de los premios de La Academia, una ceremonia que se iba haciendo predecible hasta que llegó el momento final, momento que sería escrito en la historia de dichos premios. Finalmente, por primera vez, una película extranjera o de habla no inglesa ganó el premio a mejor película internacional, mejor director, mejor guión original y por supuesto la gran sorpresa, Mejor Película del Año. “Parasite” con destino a los Oscars llegó como una nave colosal capitaneada por Bong Joon-ho.
¿Merecido o consentido?
Ante la entrega de un premio tan importante, es inevitable la pregunta ¿en verdad es la mejor del año? Ya hemos hablado de “Parasite” y de lo fantástica que es, pero cuando se le debe comparar con otras grandes cintas del 2019, el veredicto final ya no es tan fácil. Había que considerar a producciones como “1917”, “El Irlandés”, “Joker”, entre otras. Pero aunque la producción surcoreana compartiera varias virtudes con la competencia, hay algo que la hace notablemente diferente, y es que de entre todas las películas “Parasite” es la más vanguardista, avanzó con pasos firmes y retumbantes en todo el mundo, al tiempo que era reconocida; su guión innovador imposible de clasificar en una o en dos categorías, no fue lo único que la hizo tan sobresaliente, posee todos los elementos de una grandiosa producción cinematográfica, tiene los diálogos, tiene una fotografía detallada que tiene el propósito de ser más que encuadres bonitos: hablan por sí solos, tiene soberbias actuaciones, tiene un buen soundtrack, tiene un muy buen montaje, el diseño de producción está muy cuidado, es super entretenida, y hasta la duración de toda la cinta es ideal para sí misma.
Por otra parte, premiar una película que no pertenece a las producciones de Hollywood da mucho tema de conversación y genera una nueva expectativa en el futuro de estos premios. La victoria de “Parasite” marca un antes y un después muy interesante, su impacto es tal que si antes no se le daba demasiado mérito a cintas internacionales, ahora la crítica y la audiencia occidental pondrán sus ojos más atentos, y claro las billeteras más dispuestas a unirse a la nueva fiesta cinematográfica que se disfruta en una sala y una pantalla grande. He ahí la sospecha de la malicia, muchos creen que La Academia vio la perfecta oportunidad de una genialidad, al tratar de quedar bien con todos y consentir al tema de la inclusión y diversidad pero aún más que eso, el mercado oriental; uno que aunque en el medio de las películas siempre ha estado medido en esta parte del mundo, lo cierto es que es todo un imperio en Corea del Sur, Japón y principalmente China, que ha salvado muchas veces a cintas de Hollywood del fracaso total, elevando la cantidad de boletos vendidos más que muchos países juntos, la taquilla en el coloso asiático es añorada (en parte por su enorme población). Estas sospechas pueden tener sentido, pues al final el cine es un negocio, pero también es arte, es “mágico”, es emocionante, pero lo más seguro es que no existiría si no fuera rentable. Darle la estatuilla dorada a una cinta asiática puede ser un mensaje muy importante para abrir relaciones en el medio fílmico.
Sea cual sea el motivo, en esta ocasión la mayor parte de las personas que vio la película estuvo de acuerdo con que “Parasite” fuera nombrada como mejor película del año. Y a pesar de que la obra impresionante de Sam Mendes o la intrépida cinta de Todd Phillips tuvieran muchas posibilidades de ganar, fue Bong Joon-ho quien acabó ganando merecidamente.