La desatención a la salud mental

Casi 300 hombres y mujeres fallecieron entre los años 2016-2019 por el uso de sustancias psicoactivas y con padecimientos de trastornos mentales, en la red de hospitales del Ministerio de Salud, según estadísticas oficiales. La cifra de víctimas del uso de estas sustancias muestra incremento en los últimos tres años.

Por: Andrea Méndez y María Alfaro

José Arévalo, un hombre de 35 años del municipio de Chalchuapa en Santa Ana, asiste desde hace un año y medio a sus citas con el psicólogo en el Hospital San Juan de Dios. Su caso no fue remitido por condiciones meramente psicológicas, sino por una mala condición de salud física, que aparentemente era derivada de sus padecimientos psicológicos.

Su caso forma parte de los tantos que el Ministerio de Salud incluye en el informe de labores de 2019, por estar en las estadísticas de las enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes.

En El Salvador, durante los últimos cuatro años se ha registrado un incremento en los fallecimientos por enfermedades mentales. En el período de 2016-2018, de acuerdo con las estadísticas del Instituto de Medicina Legal, 1,300 personas se suicidaron. De estos casos, el 80% fueron hombres.

De enero a diciembre de 2019 fallecieron 63 personas del sexo masculino, entre las edades de 20 y 39 años, y 65 mujeres entre 40 a 59 años, según el Informe “Principales causas de mortalidad ocurridas en la red de Hospitales del MINSAL” todos eran pacientes con trastornos mentales que habían ingerido sustancias psicoactivas.

En retrospectiva, en el año 2012 durante la gestión de la Ministra de Salud en aquel momento, Violeta Menjívar, se presentó -con atribución en el artículo 12 de la Ley de Salud Mental- la Política Nacional de Salud Mental, que buscaba mediante el abordaje de la determinación social de salud establecer líneas estratégicas, objetivos y acciones en materia de Salud Mental. Misma versión que utiliza el actual gobierno del presidente Nayib Bukele en el “Plan Cuscatlán”.

Un enfoque curativo

La salud mental debe ir en todos sus ámbitos apostándole a un bienestar tanto colectivo como individual, garantizando calidad de vida para asegurar el desarrollo del ser humano. Sin embargo, en la actual política se menciona la elaboración de un plan estratégico para el abordaje de las enfermedades no transmisibles (ENT) en el cual involucra acciones de salud mental:

En febrero del año 2017, se crea la Dirección Nacional de Enfermedades No Transmisibles, mediante la resolución ministerial No. 86, que incorporó a la unidad de salud mental dentro de su estructura administrativa. Uno de los primeros logros de esta Dirección fue la elaboración del Plan Estratégico Nacional Multisectorial para el Abordaje Integral de las Enfermedades No Transmisibles (ENT), el cual incluye acciones de salud mental.

Parece como si la Unidad de Salud Mental sería uno de los soportes para el tratamiento de las ENT. No obstante, en la práctica es lo contrario. La salud mental se aborda desde las enfermedades no transmisibles. Así lo asegura la psicóloga Paula Mejía, de la clínica del Seguro Social de la colonia Costa Rica -a quien por motivos de seguridad frente a su empleador le cambiaremos el nombre-, y también el jefe de la Unidad de Promoción de Salud del Ministerio de Salud, Oscar Sánchez.

La cura es lo que está por sobre todo, no la prevención: “Se le da bastante énfasis a la prevención y tratamiento. Más que todo tenemos un sistema bastante curativo, esa es mi opinión muy personal, no se atiende tanto la prevención y no estoy hablando solo de los temas de salud mental, sino que en general muchas patologías están en sus diagnósticos y sus tratamientos. Son abordados de manera curativa”, explicó Mejía.

Para Mejía es importante que todas las patologías se traten de manera preventiva, ya que a la salud mental no se le da el valor que requiere: “normalmente cuando hay un paciente que tiene un problema de salud mental es visto como algo que es mínimo, en comparación a una persona que tiene un problema en ese momento, o una patología que tenga que ver con enfermedades no comunicables (no transmisibles)”, añadió.

Por su parte, Sánchez define a la salud mental en El Salvador como un sistema medicalizado donde lo primordial es atender los efectos y no las causas. Razón por la que diferentes áreas de salud se unifican: “Nuestro sistema está muy medicalizado o sea que, se centra más en la cura. No se centra ni siquiera en la prevención. Mucho menos la promoción de la salud. Entonces, por esa razón es que otras áreas multidisciplinarias de la salud están unificadas, porque están pobres”, aseveró Sánchez, lamentándose de la realidad y explicando el por qué de la unión de distintas áreas como la Unidad de Salud Mental con la Dirección de Enfermedades No Transmisibles.

“Los sistemas no son de salud, son de enfermedad. No responden a la salud. Un hospital es un proyecto de enfermedad. Un proyecto de salud podría ser la ciclovía, áreas de esparcimiento, sistemas de agua potable, entre otros”, detalló Sánchez.

Agrega que se ha mal entendido la atención primaria en salud ya que, de acuerdo con esta, los profesionales son los que deben ir a las comunidades y visitar a la población; no las personas acudir a un centro de salud: “La atención primaria en salud lo que nos decía es que los trabajadores de salud deberían ir a las comunidades, pero esto se degeneró, se tergiverso, se mal entendió. Entonces ¿qué significa eso? que los psicólogos deben estar en los diferentes establecimientos y de ahí desplazarse”, indicó Sánchez.

“Para mí no deberían estar en los hospitales sino en un establecimiento, pero haciendo psicología comunitaria. El establecimiento nada más es la sede, es el punto de encuentro para reunirse con el equipo multidisciplinario”, explica Sánchez, refiriéndose a que el enfoque en  general no es el adecuado para atender la salud mental.

Hospitales y centros de salud sin psicólogos

Mercedes Morales tiene 23 años y acude desde hace varios meses a un psiquiatra del Seguro Social en el municipio de Quezaltepeque. Intentó recibir atención de un psicólogo  en una universidad, pero no le funcionó, fue en vano porque los problemas siguieron, relata.

Hace unos meses atrás presentó una crisis nerviosa en su trabajo, por lo que la llevaron de emergencia a un hospital de especialidades. Posterior a esta escena, Mercedes fue referida a la Unidad Médica de Quezaltepeque, donde reside.

Su caso fue desatendido por un tiempo, ya que las enfermeras del ISSS Quezaltepeque le dijeron que no contaban con ningún profesional en el área de salud mental que viera su caso. No hubo psicólogos o psiquiatras hasta el año 2019 en esa unidad médica.

“Por bastante tiempo no hubo ningún doctor encargado en el área de psiquiatría y este año fue que asignaron uno”, comentó Morales. “Yo me enteré el día que fui de emergencia al hospital general porque ahí me preguntaron de qué zona era, yo les dije que era de Quezaltepeque, y ahí fue que me dijeron que hasta este año iba a llegar un psiquiatra a ese seguro”, agregó.

De acuerdo con el primer inciso de la línea de acción del cuarto objetivo de la Política Nacional de Salud Mental, se pretendía contratar a más profesionales en el área:

“Fortalecer la dotación de recurso humano especializado y/o certificado en salud mental y tecnología sanitaria”.

“El número de psicólogos es muy bajo. Debe abastecerse de más profesionales de psicología y, garantizar que más psicólogos y psicólogas estén empleados a nivel nacional con plazas ya establecidas para que las personas puedan brindar la atención psicológica sin caer en el síndrome de Burnout, cuando se sienten cansados o en monotonía, y ya no tienen capacidad de responder a más”, externó la psicóloga Mejía.

De acuerdo con Sánchez, la mayoría de los psicólogos en la red del Ministerio de Salud brindan soporte en más de un establecimiento a la vez, motivo por el cual caen en este síndrome.

Según datos brindados por la Oficina de Información y Respuesta (OIR) del MINSAL, Morazán, San Vicente y Chalatenango son los departamentos con más sobrecargo laboral para los psicólogos asignados a esas unidades médicas, pues brindan sus servicios hasta en 8 o 9 establecimientos de manera simultánea.

La OMS señala que, a nivel mundial, casi 1 de cada 10 personas padece un trastorno mental, pero solo el 1% del personal sanitario mundial presta sus servicios en esta área. También, agrega que, casi la mitad de la población mundial vive en países donde hay menos de un psiquiatra por cada 100, 000 habitantes.

De acuerdo con la información brindada por la OIR, existen 817 establecimientos de salud a nivel nacional, y todos son atendidos por 182 psicólogos. Es decir, hay un psicólogo o psiquiatra por cada 31,561 habitantes, -si utilizamos el último censo poblacional realizado en 2007-.

Mejía menciona que la falta de personal especializado en la red de salud pública se debe a la corrupción, no a la falta de fondos. Siempre se ha contado con el dinero para poder contratar a más psicólogos y psiquiatras, pero la corrupción en el Gobierno lo ha impedido. También hay “falta de interés genuino para solucionar el problema, desde las altas autoridades del MINSAL y Seguro Social, no hay un conocimiento o un interés genuino, sobre el papel de la salud mental, se le da un segundo plano o tercer plano”, explicó Mejía.

Sánchez también confirmó que la falta de personal no se debe a falta de presupuesto, sino a una deuda histórica de gobiernos anteriores que no le dieron prioridad: “Históricamente la salud mental no ha estado dentro de las prioridades”, externó, Sánchez.

Además, añade la importancia de la educación para tratar la salud mental en la población en general, ya que por medio de la educación se logra disminuir la brecha de desinformación  sobre el tema. Mejía concluye que “debería de haber un psicólogo en cada escuela pública, así como todos los privados tienen uno”.

Uso innecesario de fármacos

Por las mañanas, Carlos Barrera, de 27 años asiste desde hace dos años a sus citas con una psicóloga en el Seguro Social de Chalchuapa, departamento de Santa Ana. Un sentimiento de tristeza, depresión y soledad lo llevó a pedir ayuda.

Recuerda que la psicóloga que lo atendió le explicó la situación que vivía y le brindó las herramientas necesarias para superar su situación: “Me explicó muy bien por que me sentía así. Considero que cada cita es efectiva y pues cuando uno pone de su parte, todo el proceso sale bien”, comentó Barrera.

Su caso es uno de los favorables en cuanto a tratamiento se refiere. Fue tratado únicamente con terapias, sin fármacos. Aunque existen casos donde la medicación de fármacos es la solución.

De acuerdo con el segundo inciso de la línea de acción del cuarto objetivo de la Política Nacional de Salud Mental, se pretendía evitar el uso de medicamentos farmacológicos en los pacientes:

“Promover la utilización de tratamientos no farmacológicos basados en evidencia científica que ayuden al restablecimiento y reinserción social de las personas con problemas de salud mental”.

Según Mejía, en el país se apuesta mucho al uso de fármacos para tratar cualquier padecimiento y en la mayoría de los casos no es necesario hacer uso de ellos, basta con una buena terapia: “Alguien que está en crisis, es porque ha vivido una situación anormal, y ha excedido sus capacidades internas de respuesta. Entonces, lo que provoca es que la persona tenga reacciones fuera de lo normal. Son precisamente una respuesta ante la situación anormal que está viviendo, y lo que necesita es ser escuchado, ser estabilizado, darle atención en crisis, darle tratamiento terapéutico y que desahogue sus emociones. Con este acompañamiento la persona va saliendo adelante, pero se tiende mucho a darle la importancia al uso de fármacos”, explicó Mejía.

La parte negativa del uso de fármacos, según la psicóloga Mejía, es que al abusar de ellos, la situación del paciente puede empeorar: “ No siempre vienen a solucionar el problema, sino que al contrario lo vienen a agravar más, porque la persona no solo no supera la situación que la llevo a la depresión, sino que además, se hace adicta a los fármacos, y desde luego va a necesitar acompañamiento para dejarlos”, detalló.

De acuerdo con el Manual del Tratamiento Farmacológico de los Trastornos Mentales de la OMS, se debe mejorar el uso adecuado de los medicamentos. “En el uso influyen varios factores: falta de conocimiento suficiente acerca de su prescripción y utilización, factores económicos y culturales, creencias arraigadas en las comunidades, comunicación deficiente entre las personas que prescriben y los pacientes, y escaso cumplimiento de la correcta prescripción terapéutica”.

Falta de información y promoción de salud mental

La promoción de la salud mental juega un papel muy importante, ya que a lo largo de los años, ha existido poco interés sobre el tema. Esto ocurre como consecuencia de la desinformación por parte de las autoridades, profesionales de salud como de la población en general.

El primer objetivo de la Política Nacional de Salud Mental pretendía:

“Establecer mecanismos de coordinación intrasectorial e intersectorial para la promoción y protección de la salud mental, con enfoque de derecho, participación social y comunitaria”.

Sin embargo, Mejía señala que no se le ha dado suficiente promoción y no hay registros en el informe de labores acerca de esta línea de trabajo.

Los psicólogos y psiquiatras privados, por lo general tienen tarifas altas en sus clínicas, las cuales están más allá del alcance de la mayoría de salvadoreños. Según Paula Mejía, una solución podría ser informarle a la gente sobre los números de teléfono a los que puede llamar para recibir atención gratuita, lugares cercanos u hospitales a los que puede ir a consultar, entre otros datos.

Para ella, no bastan los spots publicitarios, vallas o anuncios en los medios de comunicación como radio, televisión y periódicos. Mejía dice que se deben “abrir más espacios para que la gente pase consulta y contratar psicólogos y psicólogas en los lugares donde no hay en este momento”. Aunque Sánchez, encargado de promoción de la salud en el MINSAL, comenta que no se contempla el tema de las campañas por ser de corta duración.

Junto a la falta de promoción por parte del Ministerio de Salud se encuentra  la estigmatización hacia las personas que  demandan atención psicológica o psiquiátrica, debido a la falta de información.

Graciela Ayala padece de Trastorno Bipolar tipo 2, además de sufrir dos condiciones crónicas: hipertiroidismo y disautonomía cardiaca. Su condición la ha llevado a sufrir bullying y estigmatización de parte de las personas que la rodean.

Ayala comenta que en 2013 sufrió bullying de parte de sus compañeros universitarios. Ante esto, tomó la decisión de retirarse de sus estudios por un momento. “Luego regresé en 2016. Me reincorporé a terminar mis estudios y todo lo demás, pero si hubo un tiempo al que yo dije, no quiero regresar, por mi enfermedad, así como era el trato discriminatorio, estigmatizador y todo”, externó.

Ayala conoce muy de cerca la importancia que tiene la salud mental en las personas, y menciona que al contar su experiencia es con el fin de ayudar a otros.

“Desde siempre se ha estigmatizado. Desde las películas que vemos, la información que leemos, también al usar ciertos adjetivos, para llamar a una persona como -hay que bipolar sos-, cuando realmente los términos como tal presentan algo grave para un paciente y representan toda una sintomatología”, mencionó Ayala.

Mejía profundiza que las personas, no van a consulta por su cuenta, sino que siempre el paciente fue referido por un médico de medicina general: “Muy pocas veces las personas van por su propia cuenta. Todavía no se ha normalizado esa conducta porque existe el estigma que la atención en salud mental es para las personas que están descompensadas y se les llama “loco o loca”. Existe demasiado estigma sobre salud mental”, concluyó.

Mejía asegura que, hay bastante desconocimiento sobre lo que significa salud mental en El Salvador y recalca la importancia de la promoción y el reto que tiene el Estado de establecer y gestionar más la atención de salud mental pública, tanto en el área rural como en la urbana: “El Hospital Nacional Psiquiátrico Dr. José Molina Martínez, es el único hospital público, para salud mental. Este hospital, está ubicado en Soyapango, está saturado, insuficiente, y excede las capacidades de respuesta, para poder abordar todos los problemas de salud mental”, aseveró.

Para Sánchez, tanto el Gobierno central como el Ministerio de Salud tienen un gran reto: desde darle visibilidad a la salud mental y hacer del tema un punto en la agenda de prioridades hasta trabajar en un mejor sistema de salud.

Uno de los retos es lograr que haya menos enfermos y más profesionales en salud mental dispuestos a contribuir y mejorar la situación: “Acá se alegra el médico cuando hay una consulta ¿que quiere decir eso? quiere decir que la población está enferma. Yo me afligiera que la gente esté enferma. Yo me alegraría que este año se reportaran menos personas enfermas. Quiere decir entonces que la salud está mejorando pero si se reporta la gente enferma ¿Qué quiere decir? Que estamos en un sistema enfermo”, declaró Sánchez.

En tanto Carlos Barrera y José Arévalo hacen un llamado al Gobierno y al Ministerio de Salud a hacer de la salud mental una prioridad, a educar, crear conciencia y a estar más integrados para ayudar a más salvadoreños, “porque no solamente afecta a niños o jóvenes sino también a personas mayores”.

Infografía por Paola Méndez y María Joseé Alfaro.