Los Talcigüines, una tradición ancestral en Texistepeque

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En el extremo occidental de El Salvador, específicamente el distrito de Texistepeque, Santa Ana, está la cuna de una tradición cultural única y profundamente arraigada: los Talcigüines. Una celebración muy esperada por la feligresía católica de todo el país.


Por Odalis García

El origen de los Talcigüines se remonta a tiempos de la conquista española en nuestras tierras, aunque se cree que tienen sus raíces en las antiguas tradiciones de los pueblos náhuas. Su significado en náhuatl es “hombre endemoniado”. Esta festividad, que se celebra el Lunes Santo, es un evento esperado por toda la comunidad y turistas tanto nacionales e internacionales.

«Los Talcigüines es un compromiso que conlleva voluntad», comenta Daniel Pacheco, un anciano de la comunidad y guardián de esta tradición. Él lleva 15 años cumpliendo su compromiso año tras año.

El elemento central de los Talcigüines son los “azotes”, aplicados por hombres y niños vestidos completamente de rojo, simbolizando a Satanás. Según la tradición, cada latigazo de los Talcigüines reduce un pecado en quien lo recibe, pero muchos feligreses consideran que también es una penitencia ofrecida a Dios.

Esta es una tradición producto del sincretismo religioso de los pueblos originarios y el catolicismo español en tiempos de la colonia. Foto por Montserrat Vázquez.

“Para los habitantes de Texistepeque es una obligación venir a que los Talcigüines te quiten los pecados” dice Roxana, una habitante del distrito que llega año con año a presenciar esta ceremonia de religiosidad popular.

Para encarnar uno de estos particulares personajes, explica Fernando Hernández, un joven de 23 años, y con tres de experiencia en esta tradición, se debe servir primero como judío durante muchos años en la parroquia. Sin embargo, ser elegido como Talcigüin no es una tarea sencilla. Implica ganarse el puesto para luego ser seleccionado por los miembros del Comité de Talcigüines.

El Talcigüin”, Nestor Flores, recuerda que “en los años 80’s solo participaban 12 hombres, y como la gente no salía al parque o a las calles como ahora, entonces iban a las casas y aplicaban los latigazos a los habitantes adentro de sus viviendas”; pero eso cambió cuando la tradición se hizo popular. Ahora un aproximado de 40 hombres realizan la representación entre el parque y la parroquia San Esteban.

Vilma Pacheco, residente del lugar y abuela de Antonio, un niño de 6 años que ha participado como Talcigüin desde los 2, destaca que “esta tradición se transmite de generación en generación”. Además, señala que un padre puede automáticamente heredar el legado de servir como Talcigüin a sus hijos.

Ilario Morán Tobar, sacerdote de la parroquia San Esteban, destaca la importancia que la comunidad atribuye a la celebración de los Talcigüines. Explica que la preparación para este evento comienza al menos tres meses antes, con ensayos y escenificaciones meticulosas.

Durante la celebración, los Talcigüines van repartiendo azotes a todas personas presentes, hasta que luego de un par de horas haciendo sus travesuras, se tienden boca abajo en el pavimento frente a la iglesia para que Jesús camine sobre ellos como señal de que el bien ha derrotado al mal.