El Cerrito está a unos 1,00 metros del pozo del que la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) lleva el agua a la ciudad de Quezaltepeque, y de otros ubicados en el municipio de Nejapa, de donde provee agua a San Salvador.


Por Serafín Valencia

Habitantes de los cantones Santa Rosa y San Francisco, en el municipio de Quezaltepeque, departamento de La Libertad, piden que se ponga fin a la extracción de balastre del Cerrito, una zona de recarga acuífera, donde hay pozos de ANDA que llevan el agua a Quezaltepeque y San Salvador.

Al menos tres empresas han sido identificadas como las responsables de extraer el material pétreo del lugar, se trata de Saltex, Prefasa y La Peña, compañías dedicadas a la elaboración de ladrillos, bloques y otros prefabricados. Saltex incluso tiene un plantel establecido en la cúspide del cerro.

La extracción de este material, codiciado por sus colores rojo, negro y gris comenzó desde hace aproximadamente 50 años, según recuerda Apolinario Ramírez, un hombre de 80 años que ahora se ha sumado a la exigencia de sus vecinos.

Un promedio de 150 camionadas de balastre salen al día de esta cantera, destruyendo lo que queda del Cerrito. Edición por Milagro Orellana.

La memoria de Apolinario regresa 65 años atrás y dice que “de 14 años aquí veníamos a jugar de tarzán con la demás cipotada. Allí andábamos corriendo por todo el cerro”. Recuerda que, con el viento, el zacate jaraguá que nacía en el pico del cerro se tendía “como si fueran olas del mar… pero todo eso se acabó”.

Conversación con Apolinario Ramírez.

“Arriba, en la copa, había un palo de nance y una pilita de la que tomábamos agua cuando andábamos cansados, pero todo eso se perdió cuando comenzaron a cavar este cerro” narra el anciano originario del cantón San Francisco, quien ha llegado a las faldas del cerro convocado por la Nayarit mujeres, la organización que lucha por detener la destrucción del Cerrito.

A su lado está Berta Quintanilla, una mujer de 62 años y sobrina de Apolinario. Ella recuerda que de niña también subía al Cerrito a recoger nances y a jugar con sus amigas. Ahora teme quedar sin agua como consecuencia de la destrucción.

Al pie del Cerrito una empresa avícola tiene sus granjas de pollos, y Berta asegura que el agua para las aves es extraiga de un pozo que está en la base del cerro. Recuerda que incluso hubo un tiempo en que esa empresa les regalaba agua a los habitantes cercanos. Ese pozo también está en peligro.

En los años 70s y 80s el Cerrito era un lugar de esparcimiento para los quezaltecos. Foto por Roxana Valencia.

Esta mujer, que habla decidida a defender su agua dice que se sumó activamente a la defensa del Cerrito en 2019, año en que el sacerdote Roque Regalado, expárroco que la iglesia “Nuestra Señora de los Mártires” de Quezaltepeque asumió un papel activo en la defensa del agua, como parte de la pastoral de la Tierra de la Iglesia Católica.

Audio de doña Berta Quintanilla.

Apolinario y su sobrina Berta están seguros de que el Cerrito es un filtro natural que ayuda a mantener estables los niveles de agua en el subsuelo. En la zona, además de los pozos de ANDA, hay varios acueductos comunitarios que benefician a las comunidades del lugar, al profundizarse más el agua, todos saldrán afectados.

Junto al padre Roque y organizaciones defensoras del medio ambiente fueron a presentar denuncias ante la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), ante el Ministerio del Medio Ambiente (MARN) y ante los distintos consejos municipales que han ocupado la alcaldía desde aquel año, pero no hubo respuesta.

Las empresas que extraen balastre del Cerrito son millonarias, mientras las familias que habitan la zona viven en condiciones de pobreza y sin acceso a servicios básicos. Foto tomada de internet.

La lucha por detener la explotación del Cerrito inició en el año 2002, recuerda el activista ambiental Ángel Flores, quien afirma que la situación de la extracción se ha vuelto grave, pues se llevan en promedio 150 camionadas diarias de material.

En diciembre de 2021 la Asamblea aprobó la Ley General de Recursos Hídricos y en ella se establece el agua potable y el saneamiento como un derecho humano, pero “en este caso son las empresas las que van a acabar con la esperanza de vida de nosotros y de las futuras generaciones, nuestros hijos y nuestros nietos que van a sufrir las consecuencias de ya no contar con el vital líquido”, declara Flores.

Ahora mismo “las asociaciones comunales están teniendo dificultades serias para distribuir el agua a los diferentes caseríos. Eso significa que hay racionamiento del líquido”, agrega. Flores cree que las comunidades aledañas al Cerrito están en “un punto crítico medio”, ya que las asociaciones comunales han comenzado a racionar el agua porque el líquido se está profundizando.

En abril de este año las comunidades fueron al Tribunal Ambiental de Santa Tecla a demandar a las empresas explotadoras de balastre, y además hablaron con el alcalde municipal de Quezaltepeque. El Tribunal no les ha resuelto la medida cautelar que pidieron, mientras el alcalde les dijo que pasaría la información a la Comisión del Medio Ambiente de la Asamblea Legislativa, pero tres meses después no han tenido respuesta.

Apolinario dice que hay rumores de que las empresas extractoras del mineral quieren construir en la zona un parque con canchas para que los jóvenes se diviertan. Aunque eso alegra a los muchachos, Apolinario dice que no compensa el daño que están haciendo al medio ambiente, y sobre todo al agua de las comunidades.