El dolor ajeno se contagia solo 10 minutos

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Socorristas de la Cruz Verde, la juventud con su energía ylos adultos con su experiencia, se coordinan para ayudar a salvar la vida de la víctima. Foto por: José Payés.

Cada emergencia que día a día se presenta en la Cruz Verde Seccional Barrio Candelaria, es diferente. La experiencia de cada uno de los miembros es una nueva vivencia como socorristas en El Salvador.

Por José Payés

Reportándose a la base de operaciones.

-Habemos cinco en la unidad 47 a esperas de cualquier emergencia que se presente. Estamos atentos a su llamado.

-Copiado, ¿Qué sector cubren?

-Sector Sur: San Jacinto, San Marcos, Carretera los Planes, Carretera a Comalapa y zonas aledañas.

-Perfecto, atentos al llamado.

Con esta conversación, el encargado de dirigir al grupo de socorristas en turno se reporta a base central informando la disponibilidad de recurso humano para atender una o varias emergencias.

Cuatro de cinco socorristas que se encuentran en la base, van en dirección a sus casas dentro de la ambulancia. Felices, bromeando, comiendo, disfrutando como si no se encontraran en un espacio destinado para curar y brindar atención médica primaria. Cada quien viste con ropa particular, la camisa que los distingue como socorristas ya está guardada, a esperas de una nueva emergencia. Tan solo han se han alejado cinco minutos de la base.

Entre risas y abrazos suena la radio que comunica una emergencia; el conductor interrumpe y menciona:

-Todos preparados, se presenta una emergencia, al parecer es un policía con un dolor crónico.

El tiempo se paraliza, el ambiente de diversión y alegría se desvanece. Al instante el ambiente se vuelve tenso pero a la vez dinámico, los voluntarios portan su camisa como socorristas. De inmediato el olor a látex comienza a invadir todo el reducido espacio. Ya estaban colocándose los guantes. Tres minutos han pasado desde el aviso de emergencia, cuando ya el motorista se parqueaba enfrente del Palacio de la Policía Nacional de El Salvador; aún no han terminado de abrirse las puertas del todo cuando los voluntarios ya están a bajo tratando de ayudar al paciente. La víctima trata de subir por su cuenta, sin embargo el dolor agudo y profundo no lo deja; los socorristas lo detienen y lo colocan en la camilla de primeros auxilios. El hombre de aproximadamente 36 años, aún con las botas de policía, se retorcía del dolor, un dolor abdominal que se contagiaba a través de sus expresiones de sufrimiento.

Si no es por la rapidez del único motorista de la unidad 47, David Cordero de 56 años de edad, y su habilidad para cubrir emergencias que desde los ocho años tiene, la ambulancia no hubiese llegado rápido. Él desde pequeño se interesó por ayudar a los demás en una situación de riesgo. Una de su inspiración fue su madre, mujer que curaba en su casa con remedios naturales. En la actualidad sus dos hijos siguen sus pasos, ambos son socorristas de diferentes seccionales.

-Mi hijo siempre quiso vivir una emergencia, él las miraba en televisión; pero una cosa es verla y la otra vivirla.

Con tono de satisfacción por su labor mientras pisaba el acelerador de la ambulancia, recalca.

-Sabemos que podemos empezar aquí, no donde vamos a terminar.

La Cruz Verde, en El Salvador, nace en los años setenta en el departamento de Santa Ana. Tras 43 años de su fundación está presente en 6 departamentos: San Salvador, La Libertad, Cabañas, Usulután, San Miguel y la seccional que la vio nacer; Santa Ana. Actualmente, suman 16 seccionales en los departamentos antes mencionados.

Las sirenas de la ambulancia indicaban a los demás automovilistas que despejaran la zona.

Seis horas y veinte minutos

El tráfico está desesperante; pareciera que las sirenas aumentan su intensidad con la que emiten el sonido, dentro del ruido de carros, ruido de bocinas y el correr de la ambulancia se escucha la voz amable y dulce de una socorrista, Fátima Martínez de 20 años; estudiante de medicina, preguntar datos generales del paciente. Él, con dolor y mucho sacrificio brinda los datos relevantes para poder llenar un reporte de los casos atendidos, el cual va a su expediente como Cruz Verde Salvadoreña.

Socorristas de la Cruz Verde, la juventud con su energía ylos adultos con su experiencia, se coordinan para ayudar a salvar la vida de la víctima. Foto por: José Payés.
Socorristas de la Cruz Verde, la juventud con su energía ylos adultos con su experiencia, se coordinan para ayudar a salvar la vida de la víctima. Foto por: José Payés.

El socorrista más joven de la Seccional Candelaria, William Rivas de 19 años de edad, estudiante de enfermería de la Escuela Técnica de la Salud, toma presión arterial y revisa los signos vitales del paciente. Mientras pone en práctica el curso de pre atención hospitalaria, recuerda la emergencia más impactante que ha realizado:

-Nunca me imaginé ayudarle a alguien que nunca ha conocida la luz a que por primera vez la conozca.

Dice William Rivera cuando atendió a una mujer en la Colonia Santa Marta en el departamento de San Salvador.

-Cuando es el primer hijo la madre se tarda más en tenerlos, pero nos mal informaron que era madre primeriza…ya era su cuarto hijo.

Él ya tenía la parte teórica de cómo atender un parto, sin embargo, nunca lo había practicado. “Acá, como socorrista, es donde siempre es la primera vez”, exalta con una sonrisa de satisfacción en su rosto.

Sin embargo, Rivera hace mención a algo en particular: “Muchas veces las personas que llaman a la base no dan bien los datos… A veces es uno el afectado y dicen que son cinco”, de esta forma, dice que un socorrista debe mentalizarse que va a encontrar lo peor, nunca se sabe con lo que se encontrará.

Cruz Verde salvadoreña nace con el fin de brindar alivio a todas las personas en comunidades vulnerables cercanas a la sección más próxima de emergencia. Sus socorristas son cien por ciento voluntarios, a diferencia del motorista que recibe una cuota mínima, tras pasar las 24 horas del día y siete días de la semana a servicio de la población.

El tiempo trascurre y los minutos se sienten largos. Donde el tráfico es un obstáculo para llegar con rapidez al hospital más cercano.

Seis horas y veinticinco minutos

El dolor cada vez aumenta más; un socorrista, el cual prefiere mantener oculto su nombre, toma de la mano al paciente y le dice:

-Ya estamos llegando al Seguro Social, lo estamos dejando en el hospital General. Confíe en Dios, ya estará en manos de los doctores.

El más antiguo socorrista de la Cruz Verde seccional Barrio Candelaria, Mauricio Cáceres de 32 años que inició su vida de voluntario a los siete años, mientras bajaba al paciente y se dirigía a entrada de emergencia del Seguro Social, recuerda todas las emergencias que ha tenido que atender. Sin embargo, una ha marcado su vida, y es en una de las tormentas que el país ha sufrido; no recuerda a cual exactamente, ya que son muchas las que ha atendido.

-En la colonia Los Alpes, San Marcos. Una mujer que trabajaba de cocinera en el hospital Bloom, se fue en un hoyo.

Con la mirada puesta en el pasado, Cáceres menciona que ya llevaban tres días de búsqueda sin saber nada de la mujer accidentada. Ya era mucho tiempo y no saber nada. Por lo cual, dice a sus familiares “Yo no tengo máster en primeros auxilios ni nada de eso”, lo menciona como contexto a lo que diría.
-Lo que hace al maestro es la experiencia.

Él, tras cinco días de búsqueda sin resultado, propone ir al embalse del río Lempa.

Tras alquilar una lancha para iniciar la búsqueda, comienzan a mover plantas acuáticas, conocidas como lechuga. En el intento de separar la lechuga salta un cuerpo en estado de putrefacción.

-Sin ojos, nariz, labios, orejas, sin yemas de los dedos, hinchada, con gusanos en todo su cuerpo como si fuera un panal de abeja, sin piel y con un hedor insoportable.

Describe el estado del cuerpo de esa mujer que fue reconocida por sus familiares por un par de muelas postizas. Lo impactante e inolvidable para Cáceres fue el dolor de la familia y el estado del cuerpo.

Las puertas de la ambulancia ya estaban de par en par, con tan solo levantar la mirada, ya se observa a dos de cuatro socorristas a bajo, tratando de bajar la camilla de la ambulancia. Con mucha destreza y rapidez, se dirigen a la entrada de emergencia con el paciente; con la esperanza de ser atendido en la brevedad posible.

La Cruz Verde Seccional Barrio Candelaria, empieza en un puesto del Mercado Central, en donde carecían de equipo para brindar primeros auxilios y de una ambulancia para trasladar a pacientes al servicio de salud más cercano.

Cruz Verde, tiene presencia en El Salvador y Centro América; este último, tras ayudar al rescate de tres de 11 mineros atrapados en una mina en Honduras. Tras este suceso, la Asamblea Legislativa de El Salvador, emite un reconocimiento por su trabajo humanitario.

David Cordero, deja el volante y cierra las puertas. No menos de un minuto cuando ya los socorristas estaban de regreso con el equipo, minuto de mucho silencio por respeto a la víctima.

El coordinador y evaluador de capacitación, Hugo Miranda; Cirujano dental de profesión, reitera el propósito como encargado del departamento “Estandarizar a todos los socorristas a nivel nacional en atención hospitalaria”. La especialización y lo que los caracteriza como Cruz Verde es la especialización en rescate urbano, de montaña, vehicular y recuperación de cadáveres.

-Para subir a un socorrista a una ambulancia debe tener por lo menos el curso de primeros auxilios intermedios.

Hace énfasis con el fin de ofrecer una atención adecuada a los pacientes.

El ocho de abril de 1980, Cruz Verde inicia el proceso de la personería jurídica, es acá donde su expansión en el país y la ayuda voluntaria comienza a hacer más notoria. Ellos han estado presentes en los doce años de conflicto armado, huracanes, tormentas, terremotos y demás desastres naturales y humanos, brindando ayuda a los afectados.

Segundos después de la emergencia

De retorno a su destino de residencia, retiran sus guantes, sus camisas y todo material de primer auxilio. Satisfechos de haber ayudado y con esperanzas de haber dejado el paciente en buenas manos, a pesar de tener un sistema de salud deficiente; se acuestan y se dedican a bromear entre sí; como si nada hubiese pasado, con una costumbre y naturalidad con la que toman el ayudar, como una vocación y no como trabajo. Con actitud triunfadora y convincente mencionan: “esto sí era emergencia”.

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