Cuando la vida se aleja en un asilo

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Cuando la vida se
aleja en un asilo

Hogar de adultos mayores (HOGASI) ubicado en la colonia Escalón. Foto por Paola López

La cantidad de salvadoreños de la tercera edad se incrementará al 20% dentro de los próximos 15 años; es decir, dos de cada diez personas serán mayores de 60 años, según datos del Censo Nacional de 2007.

Por Paola López y Gabriela Chévez

Era una tarde calurosa, el sol se encontraba en su punto y ya era hora de almorzar. Ella se levantó de su sillón y se dispuso a caminar con lo único que se ha convertido en su apoyo diario: el bastón. Al entrar al salón observó a lo lejos en su silla de ruedas a su amiga Cony, quien la acompaña desde que llegó a este lugar. Pero algo más llamó su atención, unas jóvenes estaban sentadas compartiendo la mesa con su mejor amiga, no llevaban batas ni guantes como las enfermeras. Así que decidió acercarse para averiguar quienes eran y por qué reían tanto.

Se sentó y una de las muchachas le saludó con una gran sonrisa. Se trataba de estudiantes universitarias que solo querían conocerla y ella sin más, aceptó su compañía. Durante la conversación recordó a sus diez hijos, su rostro se puso nostálgico y de inmediato las lágrimas empezaron a correr. Su amiga Cony como siempre no la dejó llorar y le dijo: “no llores, ya va a venir tu hija. ¡Bien sabes que no me gusta que llores!”.

Se llama Julia Campos Vda. de Pérez, a sus 93 años es una de los tantos adultos mayores que viven en los 54 hogares a nivel nacional que atienden a una población verificada de 1,505 (884 mujeres y 621 hombres), según el Plan de Acción Mundial (PAM) en el año 2007.

La Ciudadela Dr. Ignacio Díaz Sol se ha convertido en el hogar de Julia desde hace un año, por decisión de sus hijos. Este lugar que se define sin fines de lucro tiene área pública y privada, es financiado por un fideicomiso que fundó el doctor Díaz Sol antes de morir. Aquí son atendidos 59 adultos mayores que por diferentes razones no pueden estar con sus familiares.

Pasillos y espacios verdes de la “Ciudadela doctor Ignacio Díaz Sol”. Foto por Paola López.
  • Según datos publicados por la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC), la población adulto mayor, de 60 años en adelante, en 2018 alcanzó los 745,874, entre hombres y mujeres, quienes representan el 11.22% de la población total del país. Sin embargo, aún se desconoce la cifra de cuantos habitan en asilos públicos o privados.

¿Qué tanto afecta psicológicamente a hombres y mujeres mayores estar dentro de un asilo?

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Después de unos 10 minutos apareció Victoria Pérez, hija de doña Julia. De inmediato se dibujó una sonrisa en su rostro y olvidó por qué lloraba. Solo quiso concentrarse en la cara de su hija. La menor de sus hijos le llevaba algunos de sus alimentos preferidos: queso fresco, uvas, melón y hasta nísperos.

La hija se sentó a su lado y la abrazó; comenzaron a charlar.

—Mamá le traje un atol. ¿Se lo sirvo?

—Vaya pues, hija.

—Mamá, ¿ha estado llorando?

—No, hija.

—Mamá, no tiene por qué estar triste si siempre la venimos a visitar.

—Vaya hija, ya no voy a llorar.

De ese modo continuó la hora del almuerzo. Victoria relató el agradecimiento que siente hacia su madre, y como está tratando de echar a andar el negocio familiar que le heredó doña Julia: la chilatería.

Sin embargo, con tristeza señala por qué su madre está en el asilo. Una de las razones por las que doña Julia se encuentra en el hogar es porque ya no podían estar pendientes de ella, ya necesitaba un cuidado especial. Mientras las hijas atendían el negocio, doña Julia se escapó varias veces de la casa, además de sufrir algunas caídas.

Victoria repitió varias veces que nunca se descuidan de su madre. “En lo personal yo ahí ando jalándole cualquier cosa, me gusta compartir con ella por que ella así fue con nosotros, para que nos vamos a olvidar de ella, sería una ingratitud”, expresó.

Doña Julia padece demencia senil. Algo que en varios momentos la lleva a pensar que no recibe visitas y que se encuentra abandonada por su familia, pensamientos que la conmueven y le afectan. Debido a ese padecimiento, ella repite en varios ocasiones que ninguno de sus diez hijos la visita. “Los hijos se aburren, de diez hijos y ayudarles para que ellos salgan de ignorantes y ahora…” Sin embargo, ella recibe constantemente visitas, durante la semana y los fines de semana.

La demencia senil es uno de los tantos padecimientos que sufren los adultos mayores, hombres y mujeres, atendidos en la ciudadela. Marlene Cruz, doctora en medicina general, comentó que esta afectación es común. Sin embargo, pueden desarrollar otros males como trastornos depresivos ansiedad.

Los internos también pueden padecer alzheimer, parkinson, diabetes, deficiencias cardíacas, entre otras.

Visita de los estudiantes de Fisioterapia de la Universidad de El Salvador a los adultos mayores de la “Ciudadela Doctor Ignacio Díaz Sol”. Foto por Paola López.

La especialista destacó que para un adulto mayor no es indicado vivir en un asilo, ya que esto repercute en su salud mental y física, el lugar ideal donde debe estar el adulto mayor es en el hogar con su familia, sus hijos, sus nietos para un mejor bienestar.

Los internos de este hogar participan de varias actividades que les hace mantenerse activos. “Hay actividades físicas, eso les ayuda un poco a distraerse. Y tenemos también salud ambiental con las salidas que se hacen”, agregó la dorctora Cruz.

Aquí la atención para el adulto mayor es muy buena, se encuentran en constante observación tanto por parte de especialistas como de enfermeros que se preocupan porque las personas que están dentro del hogar tengan bienestar. Cada una de las necesidades de medicinas, alimentos y productos de higiene personal son cubiertos por igual para todos los adultos mayores internos, ya sea que estén en el área de beneficencia o donde pagan una cuota mínima.

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¿Es mejor un asilo privado?

Muchos quizás piensen que un asilo privado es mejor que uno público. Sin embargo, no es así. Al hacer las comparaciones entre la Ciudadela Díaz Sol, sin fines de lucro y HOGASI, un hogar privado, se encuentran muchas diferencias.

El asilo HOGASI posee sus oficinas centrales en la colonia Miramonte, tiene alrededor de 11 años de experiencia trabajando con personas de la tercera edad. Además, posee una segunda sede ubicada en la colonia Escalón, la cual abrió en diciembre de 2017.

HOGASI alberga alrededor de seis adultos mayores, que son atendidos por una enfermera y una fisioterapeuta. No posee nada fuera de lo ordinario, no hay espacios abiertos ni personal adecuado para la atención, como se espera de un lugar privado donde se paga una alta cuota mensualmente.

Dentro de HOGASI los adultos mayores tratan de disimular que no les afecta el no ver a sus familiares, sin embargo son notables los efectos del internamiento; a diferencia de la ciudadela, donde existe una mayor interacción, mejor atención del personal y espacios verdes que dan la sensación de que los mayores están más felices y en mayor tranquilidad.

La encargada del servicio social de la Ciudadela Díaz Sol, Rosaura Rivera, asegura que para que un adulto mayor afronte de mejor manera la lejanía de la familia, se debe trabajar en adaptarlos al ambiente, y los encargados del asilo están en constante comunicación con los familiares para que los visiten constantemente.

Don José y sus olvidos

Era media mañana y los vientos de fin de año se asomaban por la ventana de su cuarto. Escuchó a la enfermera llamar a la puerta, se sentó sobre la cama y con dificultad la saludó y se dirigió a la sala de estar. Se sentó en una silla de mimbre, muy abrigado con un suéter, un gorro y calcetines para protegerse del viento que lograba filtrarse por las ventanas de la casa.

Dos estudiantes interrumpieron su cotidianidad, ellas querían conversar y conocerlo un poco más. Al verlas abrió los ojos y se detuvo solo a observar, se mostraba atento a lo que sucedía. Una de ellas se acercó. Él sonrió y empezó a charlar.

Su nombre es José Cuéllar, y a sus 55 años de edad es uno de los pacientes más jóvenes del hogar. Con mucha tranquilidad comenzó a describir cómo llegó allí, estando de acuerdo con una de sus hermanas y dos de sus sobrinas.

Perdiendo la timidez, don José empezó a relatar su historia. Él sufrió un accidente que afectó parte de su cerebro, desde entonces la comunicación se le volvió difícil, se le imposibilita caminar por sí solo y es alimentado por medio de sondas. Él fue atropellado por un vehículo cuando se encontraba en estado de ebriedad.

Parte de la conversación se centró en lo mucho que le gusta recibir visitas, pues de esa manera siente que comparte un poco de tiempo con sus seres queridos y se informa de lo que acontece afuera, “así me dan orientación de cómo va la vida en la calle”, expresó.

Una de las cosas que más disfruta es cuando lo llevan a pasear, cada vez que pueden. Por instantes parece que se queda pensativo, a lo mejor imaginando dónde lo llevarán la próxima vez.

– ¿Don José y que le ha parecido estar aquí?

– (Sonrió) No es que me guste, es por la necesidad de que me cuiden, contestó.

– Pero sabe, su familia quiere que usted mejore.

– (Asintió con su cabeza) Sí es que mi familia se preocupa por mí… pero aquí me tienen y que se le va a hacer.

Mencionar a los que quiere es algo que ilumina su rostro y le da un poco más de vida. Sin embargo, parece ser un hombre fuerte que ha aceptado la situación en la que se encuentra.

De acuerdo a Marcos Rodríguez, psicólogo con experiencia en el trato del adulto mayor, las personas de la tercera edad que se encuentran dentro de los asilos no desarrollan efectos psicológicos clínicos como tal, sin embargo el riesgo de que influyan ciertos estados depresivos como la ansiedad es muy alto, puesto que siempre persiste un sentimiento de melancolía al estar lejos de sus familias.

Según el especialista, son las mujeres quienes expresan más su inconformidad de estar lejos de sus familiares, exponiendo sus emociones y sentimientos. Los hombres, según su opinión, están más acostumbrados a aceptar situaciones de este tipo, “aunque por dentro están sufriendo un poco más”. Tal es el caso de don José, quien parece haberse resignado a vivir dentro del hogar para adultos mayores, justificando su necesidad de ser cuidado.

Rodríguez destacó que la gran diferencia de cómo afrontan la situación ambos géneros, radica en que las mujeres desarrollan más el factor de “indefensión” que les dificulta ser autónomas. Es decir, perder el grado de independencia para defenderse en actividades diarias como comer, vestirse o lavarse los dientes. Mientras que los hombres están más acostumbrados a hacer las cosas por sí solos.

Reconoce que ambos tienen los mismos recursos internos para afrontar un aislamiento de la misma manera, sin embargo es el hombre quien sabe controlar más sus emociones.

Doña Julia y don José son dos historias diferentes pero que de igual manera pasan sus noches en soledad, no pierden la esperanza de ver a sus familias al siguiente día.Según el Plan de Acción Mundial (PAM), en el año 2007 el 39.68% de la población en los asilos eran visitados por familiares, ellos son parte de este porcentaje. Mientras que el 49.21% no recibían visitas.

El armario de doña Julia decorado por su nieta durante su última visita. Foto por Paola López.

El domingo por la mañana, los asilos están casi vacíos, varios de sus pupilos han salido a pasear con sus familiares. Los que se quedan tratan de mantenerse ocupados, deseando que uno de los suyos aparezca y les regale un poco de su tiempo, otros han decidido resignarse y viven el día a día. Pero todos esperan…esperan el reencuentro…quizá en este mundo o en el otro.