Sandra Torrento, 54 años de edad y 46 de ellos entregados al atletismo. Deporte en el que ha sobresalido no solo cómo atleta, también como entrenadora. Distinta a todos los demás entrenadores que la rodean, en un mundo de hombres, sobresalir no es un trabajo fácil.
Por Marcela Cabrera
“Tuve mis primeros zapatos que me los regalaron y eran bien feos. Se llamaban Juan Velis y tenían cuatro espigas en la suela. Cuando corría los 200 metros terminaba con unas grandes ampollas por las curvas de la pista. Eran chistosos…”
Para Sandra Torrento no son los zapatos los que te hacen buena sino las habilidades y el deseo que se tiene. En sus 46 años de carrera fueron esas habilidades y ese deseo los que la mantuvieron con la frente en alto y ganando todo lo que se propuso, “sin pisotear a nadie, con los pies bien puestos en la tierra”, dice orgullosa de sí misma.
Una mujer de tez morena, coqueta de naturaleza, su cabello rizado y con rayos que le dan color a su cabello. De estatura media y complexión más o menos delgada, la necesaria para hacer el contrapeso que necesita para desempeñarse en Bala, Martillo que eran sus especialidades, más, las pesas. Su cuerpo la delata, es una atleta.
Empezó su carrera deportiva a los ocho años en Ahuachapán, jugando Baloncesto en el hogar San José. Era buena, sentada sobre un barril y bajo una tarima que la cubre de los apenas notables rayos del sol y rodeada de uno que otro curioso, recuerda que las monjas del hogar no la aguantaban y solo porque era buena en baloncesto la mantenían en la escuela.
Era tremenda, lo es todavía. Su personalidad jovial y su carisma lo ha transmitido a su equipo y son los únicos que se dan el tiempo de compartir en el estadio Jorge “el Mágico” González, mientras entrenan. Vicky Grenni de 14 años, que entrena hace tres años con ella en salto largo, vallas y velocidad, dice que algo que les enseña Sandra es que para todo hay un momento. “Yo soy muy cariñosa, pero en el entrenamiento tenemos que estar enfocados en lo que estamos sino los objetivos se pierden” y es algo que tienen presente en cada entreno. La disciplina es lo que hace al equipo.
Entrenadora, madre y amiga
-Yo no quiero novios a estas edades, yo quiero atletas. Federicos suficientes conmigo. Dice Sandra, al entrenar con Vicky y Gloria, quienes competirán en México en las primeras semanas de noviembre. Haciendo énfasis que para todo hay un momento y que espera de sus atletas completa concentración durante el entreno.
Colocan las vallas para el entrenamiento del día, animándose entre ellos mismos, bromeando y platicando de su día pasan las tardes en el estadio. Sandra ríe y bromea con su equipo, mientras mantiene un cronómetro en el reloj de su brazo izquierdo y lo mira cada vez que empieza el entrenamiento.
Roger Manzur, gerente técnico de la Federación de atletismo y quien conoce a Sandra desde que es atleta, dice que de las mayores características de Sandra es la alta protección que tiene por sus atletas y que la hace ir más allá del deber atlético como entrenadora, y es que para ella, sus atletas son más que maquinas que solo corren. Recuerda que Sandra es una persona que se preocupa porque sus atletas hayan comido antes de cada entreno y que estén presentes en cuerpo y mente durante el entreno. Esa protección ha llegado hasta que sus atletas la reconozcan como una madre para ellos.
Debora Melara tiene 17 años y solo dos meses de trabajar con Sandra, es especialista en bala y martillo y reconoce que a pesar que es la única entrenadora que la ha hecho llorar, le ha enseñado cosas que nadie se había tomado el tiempo de enseñarle, por ejemplo “saludar a las personas y respetar sin decir malas palabras”.
En su papel de madre tampoco tiene preferencia con su equipo y es que Debora me explica que tiene tiempo para todos. No los separa a los buenos, los malos, los que acaban de llegar y los que ya tienen más tiempo, según ella esto no lo hace cualquier entrenador y esto los convierte verdaderamente en un solo equipo.
Más que atletas
Muy pocos entrenadores se preocupan por tener un atleta integral y Sandra es lo que busca en sus atletas. Jaime Jiménez, su entrenador en pesas, lo confirma “si se quieren ir se van, pero si se quieren quedar con ella tienen que tener disciplina y lealtad”. Para ella lo más importante es la disciplina y la actitud. La actitud es la que determina al atleta en sus competencias y en su vida. Enseñanza que ha marcado a Pablo Ibáñez de 16 años, campeón en vallas que empezó su formación hace cinco años con Sandra.
El entrenador no solo se preocupa porque corra bien sino que le ayuda a su atleta a desarrollarse como persona y que pueda desenvolverse en cualquier ámbito de su vida. Pero no todo entrenador tiene esa visión y el equipo Sanjatt’s tiene esta ventaja. Prepara a sus atletas para la vida, “porque la vida de un atleta se acaba y tienen que saber enfrentarse a eso” sentencia Sandra, al mismo tiempo que saluda a sus alumnos que van llegando.
El entreno empezó hace una hora ya, y recién llega “Palo” uno de los atletas mayores y le pregunta a Sandra que tiene que hacer. Sandra le contesta que pregunte a los que llegaron temprano. Mientras tanto, platico con Vicky quien recuerda una competencia en Costa Rica en la cual quedó en tercer lugar y que Sandra la esperaba en la meta. Cuando llegó, salió corriendo hacia ella, se abrazaron y lloraron juntas “estaba orgullosa de mí”
El éxito personal es muy importante para un atleta y no solo en el ámbito deportivo, Vicky mantiene presente que tiene que ser una estudiante integral. Que sus éxitos en el deporte tiene que llevarlos también con el estudio, como le enseñó Sandra. Quien fue la primera entrenadora de futbol en el país y la primera entrenadora certificada por la IAAF (Federación Internacional de Atletismo, por sus siglas en inglés).
El verlos triunfar no solo en el deporte sino como profesionales es lo que la hace crecer como entrenadora, ya que le interesa que sean personas útiles para la sociedad.
Su luz sigue brillando
Su etapa de atleta la ha preparado para este momento como entrenadora, experiencias como un embarazo a temprana edad la convencieron que hay un momento para todo y es una de las cosas que les enseña a sus atletas. Curioso el hecho que haya competido con cuatro meses de embarazo reafirma, lo que sus entrenadores y alumnos dicen sobre ella: es una mujer apasionada por lo que hace y luchadora. Al cuestionarle porque compitió en ese estado, sabiendo el riesgo que suponía para ella y para su hijo, responde tranquilamente: “porque yo me gané ese lugar y tenían que llevarme a competir”
Apasionada. Una palabra que, según Roger Manzur, la describe completamente. Pues sin la pasión que la caracteriza no seguiría en pie después de todo lo que ha pasado. La Suspensión injustificada. Un embarazo a temprana edad que la alejó de la pista por un año, el segundo embarazo que la deja sin competir en una ocasión y ser una mujer en un mundo de hombres, como lo es el del entrenamiento de atletismo y sobresalir en él no ha sido nada fácil, pero lo ha hecho y con una trayectoria que no tiene ningún hombre dentro de la federación.
Su experiencia como entrenadora le ha dejado buen sabor de boca, pero también asegura que “es de las entrenadoras que más ha pasado de la gloria al infierno” y es que siendo tan exitosa en un mundo de hombres, no la ha tenido tan fácil. Pero ha sabido superar esos obstáculos, cómo la vez que la suspendieron de sus actividades en el año 1993 de la federación de atletismo. Le mandaron la carta el nueve de noviembre en el cumpleaños de su hija. Según la Federación porque por influencia de ella, atletas como Eva María Dimas, Carlos Toledo, Jaime Comandari, Rosa Gatán, etc. no participaron en las competencias ese año. Lo cierto es que ellos decidieron no competir por desacuerdos en la dirigencia de aquel entonces de la Federación. Ese solo fue el impulso que necesitaba para cosechar más logros, según comenta Jaime Jiménez.
Fue en ese año que ingresó a la Federación de pesas bajo el entrenamiento de Jaime Jiménez quien afirma que eso no la detuvo que “en vez de apagar una luz se le dio más vida” pues fue gracias a esa suspensión que llegó a la Federación de pesas e ingresó a la selección nacional femenina, ganó las primeras medallas de oro en ese deporte para El Salvador imponiendo récord centroamericano en los juegos centroamericanos y del Caribe de 1994 realizados en El Salvador, con un reto para ella misma luego de superar a su contrincante nicaragüense levantando 60 kilos.
Ella es distinta
Kevin Linares, tiene 20 años es medallista en martillo y trabaja desde hace cinco años con Sandra. Cuando la conoció le tenía miedo, todos sin excepción en el equipo concuerdan en eso. Al conocerla le tienen miedo porque es seria, pero al conocerla, dice Kevin con una sonrisa en su rostro, te das cuenta que es muy carismática. Y muy seguro de lo que dice, asegura que entrenar con ella fue la mejor decisión que pudo haber tomado por el hecho que no solo te cambia como atleta, sino también como persona “Ella me hizo lo que soy ahora. Antes nadie daba un cinco por mí, nadie daba fe que yo llegara a ganar algo. Con ella he llegado a ser segundo en C.A.”
Pablo Ibáñez, confiesa muy seguro que Sandra sabe lo que está haciendo y sabe dónde quiere llegar. Depositar su confianza en ella le ha permitido a él lograr ser número 14 como vallista en el ranking mundial y llegar a un mundial juvenil recién disputado en Cali, Colombia. Mientras Pablo se prepara para las próximas competencias en noviembre, Sandra me comenta que él es uno de los que nadie creía que pudiera lograr algo, pues asegura que entrenar atletas con habilidades es fácil, pero llevarlos a donde uno los quiere tener, partiendo de cero, es lo que cuesta.
“Es una mujer audaz, tenaz que gana con un trabajo planificado bien elaborado, sin pisotear a nadie.” A Sandra le gusta aprender todo lo que puede para preparar mejor a sus atletas sin causarles daño a su cuerpo y a su mente. Los resultados se ven, su equipo es el mayor ganador de los clubes, los niños que tiene se perfilan como ganadores para futuras categorías mayores y son los atletas que menos lesiones tienen, para Jaime Jiménez es de las características que hacen a Sandra única y diferente de los demás entrenadores.
Cuando la despidieron como entrenadora en el estadio, con la dirigencia pasada en la Federación creyeron que Sandra dejaría de entrenar y de hacer lo que más le gustaba y no lo lograron. Atletas como Pablo Ibáñez, Kevin Linares, son quienes estuvieron con ella en estos años y que ahora son campeones. Ella da crédito a Dios y a estar siempre con los pies en la tierra, teniendo presente de donde vino.
“Ella es bondadosa. Me deja con la boca abierta, porque con la gente que le ha dado golpes en la vida, ella los recibe con una sonrisa” de las mayores impresiones que le ha dejado Sandra a Jaime Jiménez, su entrenador de pesas. Ella no se dio por vencida ni hizo caso de los comentarios y burlas que le hacían. Para ella, Dios tarda pero no olvida y por esa razón no hace caso de lo que dicen sobre ella o su equipo. Sus resultados hablan por ella.
Cada uno va terminando su entreno y se van despidiendo hasta el día siguiente. Sandra se despide de ellos y se dirige al gimnasio. Todos la conocen y lo demuestran con su saludo “buenas tardes, Profe” Mientras revisa su teléfono, me comenta que su hija la va llegar a traer, “vamos a ir a comer” me dice y me enseña unas fotos que guarda en su celular de sus hijos.
Al día siguiente tiene una capacitación para entrenadores. Para ella, esas capacitaciones son necesarias para ayudar a su equipo y ayudarse ella como entrenadora.
-Mañana es día de ir vestida de mujer, con tacones. No botas, por si llueve.
Sandra ríe, mientras escribe en su teléfono a su viejo.
-El viejo, no le gusta que le diga así, entonces quinceañero le digo.
Me dice riéndose al mismo tiempo que intenta marcar su hora de salida porque Labdia, su hija, ya llegó a traerla.
-Adiós, hija. Mañana a las cinco salgo, ¡nos vemos!
-Adiós, Sandra. ¡Hasta mañana!
Alcanzo a decirle cuando sale corriendo al portón de salida