Cabalgan y sus vidas se alargan

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Una de las características de este centro terapéutico es su accesibilidad monetaria, debido a la alianza con San Andrés.

Las enfermedades psicosomáticas como la presión cardiovascular y el Parkinson han presentado mejoras en su condición en adultos mayores que han realizado equino terapias. En El Salvador existen dos centros terapéuticos donde se realizan este tipo de tratamientos benéficos al adulto mayor.

Por Rocío Castillo

Deseos de vivir, es lo que se percibe en la Finca “La Esperanza”, lugar que hace alarde a su nombre, pues es donde se realizan sesiones de equino terapia. De igual manera es un área en donde impera el típico olor a establo, una fuerte mezcla de humedad y estiércol, que emana de los magníficos corceles, medios fundamentales para la equino terapia, quienes ponen de manifiesto sus virtudes curativas en las personas al desarrollar el tratamiento.

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La Esperanza está ubicada en Chalchuapa, Santa Ana y es administrado por la Fundación San Andrés.

“La Esperanza” es un amplio lugar ubicado en el occidente del país, específicamente en Chalchuapa, ubicado en Santa Ana. Este fue instaurado por la Fundación San Andrés, quienes desde hace 5 años proveen la ayuda necesaria para que este centro sea realidad.

Desde su implementación “La Esperanza” se ha especializado en terapias ecuestres empleando caballos, puestos a disposición de adultos mayores que deseen obtener mejoras en su salud tanto física como mental. Lo anterior lo convierte en el segundo centro de equino terapia a nivel nacional. Una de las características de este centro terapéutico es su accesibilidad monetaria, debido a la alianza con San Andrés los precios de las terapias son accesibles para pacientes que deseen llevar alivio a dolencias físicas dadas por la edad y así mejorar su condición de vida.

Un cielo despejado y una brisa suave constituyen el escenario natural en el que se reciben a pacientes dispuestos a participar del tratamiento. El equino terapeuta de La Esperanza, René Antonio Cárcamo, de 32 años de edad un hombre de postura rígida y tez morena, al tiempo de alimentar a sus caballos, comenta – en términos generales – que la equino terapia se divide en tres grandes ramas:

La primera es la “Hipo terapia”, la cual se emplea con personas que padecen trastornos propiamente de los nervios musculares.

La segunda es la denominada “Monta Terapéutica”, una técnica que produce en el paciente muchos beneficios psicológicos e inclusive pedagógicos, pues contribuye a la restauración y fortalecimiento de la autoestima, así como también ayuda en aquellos casos de pérdida de memoria, uno de los síntomas usuales en las personas que sobrepasan los sesenta años.

Por último está la “Equitación Terapéutica”, que se constituye en la etapa más avanzada dentro de todo el tratamiento, se lleva a cabo cuando el paciente domina todos sus sistemas. Esta última no se da en el centro “La esperanza”, ya que no poseen con una pista adecuada para desarrollar la actividad, por lo cual las personas mayores que son aptas para estas prácticas son dirigidas al centro principal de equino terapia de la Fundación San Andrés, denominado El Corralito, el cual está ubicado en el Valle de San Andrés, Santa Ana.

René, como le conocen los lugareños, además de tener un trato afable es un excelente conversador y formula una atenta invitación para observar cómo es que se dirigen las sesiones de equino terapia en La esperanza.

En la espera de los pacientes

Entra a La Esperanza un automóvil Nissan Centra, color rojo vino. La joven que lo conduce lo parquea bajo un frondoso árbol que cobija con su sombra el área. Luego, ayuda a bajar del automóvil a una dama de avanzada edad, quien conserva un hermoso cabello color dorado. Porta, además, una bufanda color rosa y calcetas que le combinan. Apoyándose en su bordón, sonríe al ver a René y casi de inmediato se sujeta de su mano. Se trata de Ana García, quien de inmediato pregunta por “Canelo”, el caballo que siempre utiliza en sus terapias, interrogación que repite una vez más, camino al establo.

Con un tono un poco desconfiado ilustra que cada sábado acude a su típica sesión con los equinos. Canelo es el nombre con el que ella ha bautizado al caballo con el que realiza sus sesiones. Ana, tiene diabetes y trastornos nerviosos, razón por la que su familia decidió integrarla a las sesiones de equino terapia, para de esa forma, poder ayudarle a un óptimo funcionamiento de su sistema nervioso.

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La terapia denominada “Monta Terapéutica” es una técnica que produce en el paciente muchos beneficios psicológicos e inclusive pedagógicos, pues contribuye a la restauración y fortalecimiento del autoestima.

En ese momento, llegan otros dos adultos mayores más, Ernesto Portillo y Antonio Magaña, ambos llevados a La Esperanza por su motorista personal. Al llegar, saludan a Ana dentro de un ambiente que refleja amistad entre ellos. Tanto Ernesto como Antonio padecen de ciertas enfermedades muy comunes en la tercera edad, como lo son el mal de Parkinson y la Osteoporosis.

Por los padecimientos que cada uno tiene, René ha determinado que Ernesto es el único de los tres pacientes que está autorizado para practicar la monta terapéutica. Los demás, solo pueden realizar sesiones recreativas con el caballo que cada uno tiene asignado.
Al dirigirse al establo, en el grupo pareciera que el olor a campo y el típico aroma del campestre lugar a todos les sienta bien, se refleja en el buen ánimo que muestran al conversar entre ellos y las múltiples sonrisas que se hacen cada vez más notorias y más sonoras.

Primera Hora de sesión

El grupo se va haciendo más grande, pues ahora acompaña a René, Sara Juárez, fisioterapeuta del lugar, quien se encargará de proteger a los pacientes durante la sesión.

Dado que los tres presentan un estado vulnerable, por mayoría en sus terapia solo realizan actividades ocupacionales con los caballos, que a lo largo del tiempo y la disciplina han proporcionado a estos tres pacientes una gran mejoría en su salud, según Sara.

Ana, atendiendo las instrucciones del terapeuta y ayudada por Sara, se dirige con un guacal con comida para caballo, directo al comedero del establo. Deposita muy lentamente el producto comestible y, con una sonrisa eufórica, llama a Canelo. Con este acto se gana la confianza del potro, para así poder estar con él las próximas dos horas.

Ana entre risas comenta:

– Cuando empecé a venir aquí, confieso que para mí está era la parte más fea, por qué siempre me daba nervios estar tan cerca de un animalote tan grande, pero ahora hasta en la mano le doy comida a canelo.

– Pero mírate ahora, la caballona te deberían de decir Anita, hasta a mi trote te pones conmigo (comenta Ernesto entre carcajadas).

Antonio y Ernesto, por igual, alimentan a sus respectivas yeguas – Luna y Estrella-, mientras ellas comen – casi por inercia -los tres peinan la cola de sus equinos y soban su lomo.

Este primer acto de acercamiento, proporciona muchos beneficios en el sistema circulatorio de los pacientes. “Los caballos tienen una temperatura mucho más caliente que la nuestra, al tocarlos los pacientes estimular su sistema interno”, afirma la fisioterapeuta Sara Juárez. Lo anterior es denominado estimulación neuromuscular y se posiciona como uno de los principales beneficios de la equino terapia según Juárez.

A un paso lento, los minutos van transcurriendo y poco a poco el ambiente se va volviendo más familiar.

Segunda hora

Los caballos son sacados del área del establo por los pacientes. Los terapeutas arman un lazo el cuál dentro del área terapéutica se denomina “La loncha” desde este, cada uno de los participantes de la terapia va tirando para manejar sus respectivos potros, como simulando una correa.

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De acuerdo con la psicóloga Calles el contacto entre persona y animal se convierte en un ritual que ayuda a impulsar su vida.

De esa manera el escenario de la locación pasa de un área un tanto campestre, hacia el establecimiento en el que se ejecuta la marcha terapéutica. Para los pacientes mayores que realizan la terapia este punto es uno de los más difíciles, pues son ellos en su mayoría los encargados de encaminar el rumbo del caballo, menciona Cárcamo. Este segundo acto requiere de mucha paciencia por parte de los terapeutas, pues los sistemas locomotores de los adultos no tienen la misma coordinación que hace 20 años ejercían.

Ana es la más entusiasmada y a paso pausado guía a su caballo con el lazo hacia la arena terapéutica, sobre la que pasará dando vueltas por la próxima hora. Ana, sosteniendo el caballo y caminando en círculos con él sobre la arena, habla con Canelo, tal como si fuera su más fiel confidente. Sonríe y, en ocasiones, avergonzada al ver a las personas que la observan, simula no hablar con él.

La psicóloga Aida Calles, quién se encarga de visitar el lugar y llevar un diagnóstico de las mejoras que presentan los pacientes con el tratamiento al que se someten, expone que Ana al llegar al centro tenía serios problemas cardíacos. “Ana hace dos años, empezó a tratarse en terapia y con el paso del tiempo ha mejorado, eso sí, créame que esto tardó mucho. Su sistema cardiaco mejoró ya que su enfermedad era psicosomática”, comenta Calles, quien a su vez argumenta que las enfermedades psicosomáticas son provocadas por la acumulación de estrés .En casos como el de Ana, ir a terapias le ha beneficiado pues al verse en un ambiente pacifico, sus niveles en su condición nerviosa han dado una gran mejora.

Antonio por su parte realiza la misma rutina que Ana, sin embargo, debido a su débil estado locomotor es acompañado de la mano de la fisioterapeuta Juárez durante toda la hora .Sara añade que es el paciente más nuevo de las terapias, está se constituye en su tercera sesión, lo cual provoca que en muchas ocasiones se intimide con algún movimiento de Luna, su yegua.

-¡Dos pasos a la derecha! ¡Pierna arriba!

-Me cuesta levantar la pierna

-¡Usted puede! Poquito a poquito levantémosla.

De esa manera transcurre la hora para Antonio, con una serie de instrucciones dadas por la fisioterapeuta Juárez, las cuales cumple lentamente sosteniéndose con sus manos del lomo del caballo, todo esto tiene como fin darle movimiento y calor a los huesos.
René comenta que Luna es la yegua más domesticada de la finca, en ocasiones sorprende a Antonio por sus caricias. Continuamente inclina parte de su cuerpo para permitirle a Antonio que monte; sin embargo, Antonio no está capacitado para ello.

El terapeuta Juárez recalca que en el caso de pacientes como él, el proceso de resultados benéficos influye más en la parte emocional, puesto que la parte física ya posee un nivel avanzado de deterioro, sobre el cual no es posible corregir la enfermedad.

El encargado del área fisiatra de la Fundación San Andrés, Rolando Figueroa explica que en casos de enfermedades crónicas con fases avanzadas como las de Antonio, las terapias en su mayoría son utilizadas para evitar que la condición empeore “Si durante el proceso este tipo de pacientes avanza por lo menos un poco ya es ganancia. Pero si, hay pacientes que uno sabe que los va a tener, solo para que no empeoren pero beneficios sustanciales no obtendrán como los demás”, agregó.

Aida menciona que a la hora de tratar enfermedades enraizadas como las de Antonio, la terapia es valiosa empleada como sesión ocupacional, ya que se estimula al paciente, haciéndole sentir que es útil. “El solo hecho de darle a la persona contacto de un animal con tanta potencia, se convierte en un ritual que ayuda a impulsar su vida. Los hace sentirse útiles y sentirse que pueden apoyar a alguien”, explica Calles. Lo anterior, se palpa notorio al observar a Antonio, a pesar que su terapia es un poco más rígida que la de los demás, su disposición y sus gestos demuestran una gran satisfacción hacia las bondades que el caballo le transmite a su cuerpo.

Por otro lado casos como el de su hermano Ernesto Portillo, son aptos para la monta terapéutica, Neto, como desea que le llamen, padece del Mal de Parkinson, su enfermedad no se ha desarrollado a grados crónicos, por lo que sus movimientos aún pueden ser controlados.
Ernesto tiene a su cargo al caballo más alto de todos, “Estrella”. Con euforia cuenta que en sus años de juventud fue un fiel jinete, destreza que se logra percibir al galopar su caballo.

– Mire, yo cuando era cipote fui Jinete, yo siempre salía en los desfiles del correo. Yo antes vivía montado a caballo, pero con los años he tenido que aprender como volver otra vez al mambo, sin lastimarme.

– ¿Competió alguna vez profesionalmente?

– Gracias a Dios sí, tengo la fortuna de tener a dos hijos en Australia que me están siguiendo los pasos, solo que ya allá es otro nivel, nunca comparado con el nuestro.

Con el paso del tiempo, Ernesto ha ido perdiendo la agilidad. Ahora necesita de una escalera para poder subir a su caballo, pero ya al estar arriba, muestra sus habilidades como jinete. “Esta yegua no es nada a lo que yo montaba antes, yo hasta los toros montaba, pero quizás por ser muy loco ahora mi cuerpo ya lo está resintiendo”, recalca Portillo.

Con trote muy suave guiado por un lazo que sostiene la mano de René, Ernesto galopa junto con su caballo. Cierra sus ojos durante todo el camino, como si se tratase del más bello ritual al que se esté sometiendo. Momentáneamente los abre y pide un poco más de rapidez.
A Ernesto la equino terapia le ha ayudado físicamente. “Él es un paciente delicado porque el Parkinson le hace perder el equilibrio en sus manos principalmente. En él los resultados no tardaron cuando llevaba 3 meses ya respondía mejor a las pruebas de equilibrio”, comenta Sara, quien a su vez explica que él llego a las sesiones terapéuticas con una condición de lentitud en sus movimientos aguda. Juárez añade que los beneficios en él han dado agilidad de movimientos.

De igual manera Sara argumenta que Ernesto, ahora está apto para pasar a la fase de la equitación y así comenzar a seguir una rutina de trote con el caballo, por lo cual las llamadas comienzan a hacerse para trasladar al paciente hacia las instalaciones de la Fundación San Andrés. El encargado de esta fase es José Orlando López, quien expone que para que un paciente sea acto para pasar a esta sesión necesita cumplir con dos condiciones vitales: que tenga un buen nivel de equilibrio y de coordinación. “Con estos pacientes ya mayores tenemos una regla, se trabaja todo, rutinas de trote levantado, todo, menos el salto, todo es plano para ellos”, añade López, explicando que esto se determina para evitar posibles caídas.

Con tres escenarios íntegramente opuestos, transcurre la fase de la monta terapéutica. A un galope suave pero seguro, ha transcurrido una hora que vendrá a dar una semana más de esperanza y mejora a la condición de estos pacientes.

Tercera hora

Luego de dar vueltas con el caballo, llega la hora del desmontado y así conducir a los amigables potros, de nuevo a su establo. Con paciencia y con cuidado, cada uno afloja las lonchas, ayudados por René y Sara, quienes se van turnando con cada participante. Una vez sujetados por lazos en los postes del establo, se produce un importante gesto de despedida, cada paciente acerca a los bebederos a sus respectivos caballos y éstos sacian su sed.

Antes de despedirse de la jornada terapéutica, Ana, Antonio y Ernesto observan cómo quedan de relajados sus caballos, gracias a que ya han empezado a ser peinadas y alimentadas de nuevo por los caballerangos, quienes son los cuidadores permanentes de los potros.

Los despiden y platican entre ellos por unos minutos más, inclusive en muchas ocasiones retrasan su transporte para seguir con la tertulia.

-Ana: ¿Cómo le fue Don Antonio hoy? ¿Ya va perdiendo el miedo?

-Sí, siento un calorcito bien rico en los huesos, a mi usted sabe que siempre me andan con frío, pero ahora he sentido que ni me ha dolido hacer los ejercicios como otras veces.

Rolando Figueroa, explica que en terapias para personas mayores las horas se extienden “Las terapias en ellos son más largas, ya que más que un estímulo, ellos necesitan una ocupación, una motivación, eso es lo que les damos”, un tratamiento integral que favorece su salud.

– ¿En resumen cuáles son los principales beneficios que presentan los pacientes?

– Lo que se ve en el común denominador es la mejoría a nivel motriz y cognitivo, y todo lo que lleva implícito eso, como mejoras en la sociabilidad, confianza etc. Sí queremos hacer un panorama, lo que se auxilia en general para este tipo de pacientes es la sicomotricidad debilitada por los años.

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Un factor determinante al hablar de terapias ecuestres en El Salvador es el financiamiento hacia estas. En la actualidad, existen únicamente dos centros terapéuticos en donde se utilizan equinos: El Corralito y la Esperanza, los dos únicos centros a nivel nacional, ambos creados bajo la iniciativa de la Fundación San Andrés, quien promueve el esparcimiento de esta técnica curativa en El Salvador. Las anteriores no cuentan con ayuda por parte del estado.

Eugenia Vides, una de las instauradoras de la Fundación San Andrés comenta que en el 2012 se había llegado a un convenio con el CRINA para ayudar y coordinar a más de 200 pacientes para recibir terapias gratuitas, sin embargo el plan no fue aprobado y por ende nunca se ejecutó “Satisface ver todas estas mejoras en los pacientes, pero créame que a uno lo desgasta por que mantener terapias así, es caro y no tenemos los fondos para agrandar el proyecto”, detalla Vides.

Por otro lado René, agrega que este tipo de trabajos necesitan vocación, explica que los ingresos son mínimos “Recibimos pocas ganancias y créame que se trabaja, no me puedo quejar porque para mí ver el progreso de ellos me satisface, eso no tiene precio”, recalca Cárcamo.

La mejoría en las condiciones de los pacientes depende en este tipo de terapia del caballo, quienes a pesar de ser brutalmente fuertes demuestra una envidiable obediencia, que a la larga ayuda a los pacientes a desarrollar un mejor desarrollo sensorial y social, para que de esa manera desarrollen una condición integral de su salud.

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