Del socorrismo al fotoperiodismo, la historia de Francisco Campos

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Foto de José García. Francisco Campos es uno de los veteranos del fotoperiodismo salvadoreño. Aún simultanea el fotoperiodismo con el socorrismo.

Muchos informadores llegaron al periodismo en las décadas de los 70’s y 80´s atraídos por el espíritu de aventura y el deseo de narrar y documentar lo que pasaba en aquellos angustiosos años. Francisco Campos fue un joven inquieto que buscaba su destino, y lo encontró en una cámara fotográfica.

Por José García y Laura Flores

¿Qué fue primero, el periodismo o su labor como socorrista de Comandos de Salvamento?

Comencé a trabajar como auxiliar de control de producción en una fábrica de industrias metálicas y el trabajo se estaba volviendo tedioso. Todo era números y trabajo administrativo. Estaba aburrido, aunque el cargo que yo tenía era importante. Según mi hoja de puesto, para eso yo tenía que ser ingeniero industrial, yo solo era bachiller. Para poder escalar debía tener un posgrado. Me sentía aburrido y tenía el dilema de que no iba a poder escalar.

Entonces una de mis hermanas entró a los Comandos de Salvamento como voluntaria. Ella me invitó,  fui a conocer y me gustó porque yo había estado con la Asociación Scout de El Salvador. Para entonces era finales de 1979 y había mucha represión, muertos y heridos. Ya comenzaba la efervescencia de que iba a haber un conflicto armado. Triunfaron los sandinistas y los salvadoreños pensaron que era una oportunidad. entonces decidí hacerme socorrista para poder ayudar. Me hice voluntario y seguí con mi trabajo en la fábrica.

En medio de aquella situación yo vi que nadie estaba documentando ese trabajo. Yo tenía una pequeña cámara y dije “cuando salgamos voy a tomar fotos de lo que vea”. Salía a las emergencias y tomaba fotos. Revelaba los rollos y las mejores fotos las iba guardando en un album que era como un diario de los Comandos de Salvamento.  Yo podía tomar fotos en lugares donde los periodistas no llegaban. Entonces le regalé esas fotos a un señor de apellido Salvamaza, que era el jefe de redacción del Diario de Hoy.  Yo también tenía un amigo que trabajaba en diario El Mundo. Él vio mis fotos y le gustaron. Él me enseñó algunas cosas y me dijo que me iba a recomendar en el diario.

Foto cortesía de Francisco Campos. Socorristas de Comandos de Salvamento atendiendo población civil durante la guerra civil salvadoreña.
Foto cortesía de Francisco Campos. Socorristas de Comandos de Salvamento atendiendo población civil durante el conflicto armado salvadoreño.

A finales de 1980 decidí irme de la fábrica para diario El Mundo. Ahí nosotros íbamos a los eventos y tomábamos los apuntes y las fotos. Al principio no escribía, sino que le daba las fotos a un redactor especializado. Estudié periodismo en 1983, pero no terminé, sí seguí en el diario hasta 1986.

En la UCA siempre han hecho publicaciones como la revista ECA. Yo veía que ellos ilustraban sus reportajes con fotos que recortaban de los periódicos. En una ocasión yo hablé con el padre (Rodolfo) Cardenal y le dije que quería trabajar con ellos. Así que hicimos un pacto: me pagaban con libros. Yo les daba un paquete de fotos, pasaba por Editoriales UCA y tenía derecho a traer los libros que yo quisiera. Pasamos en ese trato hasta el año 2000. Hubo un tiempo en que me pagó en efectivo, pero poco, pues.

Uno de mis profesores de la UES fue Iván Montesinos, y otros que trabajaban en las grandes agencias internacionales, como corresponsales. Había para entonces tres grandes agencias: Agencia Británica de Noticias (REUTER), Agencia Francesa de Prensa (AFP) y la Prensa Asociada (AP), que era de Estados Unidos.  Entonces, Montesinos, que trabajaba en la AFP, decidió que yo me fuera como su asistente. Entonces en el 86 dejé diario El Mundo, parcialmente.

Foto cortesía de Francisco Campos. La prensa extranjera tenía más libertad para informar sobre masacres o otros crímenes cometidos por los bandos en conflícto.
Foto cortesía de Francisco Campos. La prensa extranjera tenía más libertad para informar sobre masacres u otros crímenes cometidos por los bandos en conflicto.

La ventaja de trabajar en la agencia era que no había censura. Yo tomaba fotos, las imprimía y las mandaba a Washington, ahí decidían si mandarlas a París.

¿Qué medidas tomaban para no correr demasiado riesgo?

El periodismo es una profesión de aventurero. No me considero corresponsal de guerra, sino un fotoperiodista al que le tocó cubrir un conflicto en su país. Lo de nosotros fue circunstancial. Como éramos jóvenes, aventureros, con deseo de tener buenas fotografías, estar en situaciones difíciles, llenaba nuestras expectativas. Teníamos fuentes en la guerrilla y en el ejército. A veces nos encontrábamos en las emboscadas. A veces regresábamos juntos todos los fotoperiodistas de las agencias, y hablábamos del peligro que corríamos por algún error de algún compañero.

¿Alguna vez los catalogaron de infiltrados de algún bando?

Muchas veces nosotros pasamos al lado de la guerrilla y el ejército nos detuvo y nos acusó de voceros de los guerrilleros, y a veces al contrario. Pero llegó un momento en el que el sistema de la radio Venceremos llegó a tener su propia logística para saber qué gente era periodista y qué gente podía ser cercana al ejército, entonces ellos nos conocían.

El ejército ejercía control sobre la prensa a través del Comité de Prensa de la Fuerza Armada (COPREFA) y nos entregaban una credencial. Entonces si un batallón nos detenía, lo mostrabamos y ya no decían nada. Eso no quiere decir que no fuera peligroso. En 1989 murieron dos de mis más cercanos colaboradores. El riesgo era serio, así que nos mandaron (de la agencia) cascos y chalecos.

¿Cuál era la diferencia entre trabajar para una agencia internacional y cubrir la guerra para un medio nacional?

Como yo trabajé en el diario El Mundo, que era el periódico que más oportunidad le daba a las noticias de la guerrilla, mientras que el Diario de Hoy y La Prensa cubrían al ejército. El cambio para mí, cuando me fui para la agencia, no fue mucho.

Lo que nosotros sabemos de la guerra es lo que se supo a través de las noticias de ese momento ¿Qué tan frecuente era que tergiversaran los hechos?

Nosotros recibíamos dos informes, el del COPREFA y el de radio Venceremos. Cada uno daba su versión. Lo que hacíamos era llamar a los pueblos y preguntar el número de muertos. Otro método que teníamos era llamar a las funerarias para saber el número de ataúdes que compraba el ejército, por ejemplo. Era cuestión de investigar para dar información lo más acertada posible. Siempre la prensa internacional fue mal vista por la derecha porque no ocultaban lo que estaba pasando en el país.

Recuerda algunos momentos claves que haya podido ver de primera mano durante la ofensiva del 89, específicamente.

Una de las cosas más fuertes que vi fue la escena de muerte de los jesuitas. Fue algo que nadie se esperaba. Fue doloroso y confuso, tanto así que se mandó una nota urgente en la AFP, diciendo que la fuerza armada había asesinado a los padres jesuitas. Horas después se mandó una nota aclaratoria de que la nota anterior quedaba suspendida y que dijeran que “desconocidos habían asesinados a los padres jesuitas”.

¿alguna vez sintió cerca su muerte?

Lo más que podía pasarnos es que nos cayera un balazo. Uno pensaba, “ojalá sea lo menos doloroso posible y que no sufra”. Pero el miedo cuando uno está trabajando no se siente, siente que la cámara es un escudo y que nada le va a pasar.

 

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