Famosos por dos minutos

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Alumnos avanzados ahora pueden montar por sí solos las coreografías o eventos. Foto por: Andrea Caminos.

“Esto es real. Esto es real. Ya estoy aquí. Esto es real” insistía Rocío Buendía a la hora de estar en el escenario, frente a cientos de personas y otros grupos profesionales de baile. Los nervios corrían, la adrenalina estaba al máximo. Empieza la música y el momento era más que real…

Por Andrea Caminos

El hip hop no solo es cierto tipo de música, sino más bien es una cultura que involucra valores como paz, amor, diversión y respeto. Esta cultura viene desde los años 70s y se veía más que todo en vídeos musicales o algunas películas.

En Estados Unidos se mantenía esta cultura en los barrios bajos de Los Ángeles y se practicaba sin saber fundamentos del baile o solo lo hacían para olvidarse de la violencia que se vivía y disfrutar el momento con cada paso que daban. Uno de los pioneros en este arte es el salvadoreño Julio César Rivas o conocido como ‘Lil César’, quien no permitió que el Hip Hop desapareciera en el país.

Lil César, participó en diferentes actos, videos musicales junto a personajes reconocidos, fundó la academia de Hip Hop Escuela de Artes en Los Ángeles para que más gente se involucrara con esta cultura y la considerara como una salida a la violencia, según lo declara la página web de la academia.

2010. Katherine Jimenez, una joven de 24 años, rostro redondo, delgada, estudiante de Administración de Empresas y bailarina, bajo las instrucciones de Pablo Gómez, conocido como Liquid, estudia y baila para participar en una competencia de emprendedurismo a nivel internacional. Para sorpresa de todos, el proyecto de la Academia de baile Newschool ganó el primer lugar entre tantos.

Con el dinero obtenido compraron un local en la colonia San Benito en San Salvador. Lo pintaron, le dibujaron graffitis de colores vivos como rojo, amarillo y celeste. Pusieron un logo en la puerta y en otros lugares y así empezaron la Academia de Baile Newschool.

“Te mentiría si te digo que empecé con diez alumnos. Éramos pocos y yo era su profesor. Aunque éramos pocos la pasábamos bien”, menciona Pablo, director de la academia, en la terraza de la escuela, con orgullo en sus ojos, viendo los carros pasar.

A medida fue pasando el tiempo, los alumnos fueron aprendiendo y desarrollando sus habilidades en el baile. Entre ellos estaban Katherine Jimenez que a su vez ayudaba con cuestiones administrativas como el manejo del local, conseguir patrocinadores, etc. y Rocío Buendía, de 22 años, que por primera vez empezaba a bailar, pero apasionada con esta nueva vida, decide conservarla mientras lleva consigo los estudios de Markting.

Recaudar el pago de lo básico era difícil cuando los alumnos eran menos de diez. “Recoger fondos era difícil. Y más para una academia de un baile que es mal visto por las personas”, comenta Katherine, recordando, tal vez, el estrés de esos momentos.

El Hip Hop mantiene cuatro pilares fundamentales que son: MC o Maestro de Ceremonia, DJ o Disjoker, Graffiti y Bboy o comercialmente conocido como Break dancer. Pero cada vez están apareciendo nuevas ramas y diferentes maneras de baile dentro del Hip Hop, más experimentales y con diferentes movimientos. Estos son: Popping, House, Locking, New Style entre otros. Estos perfeccionados a principios de los 90s y bailados por famosos.

Hoy día la academia cuenta con más de 25 estudiantes, en su mayoría niñas y mujeres. Foto por: Andrea Caminos.
Hoy día la academia cuenta con más de 25 estudiantes, en su mayoría niñas y mujeres. Foto por: Andrea Caminos.

Cada año, en agosto, Hip Hop International (HHI) realiza un evento en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos en el cual participan más de 42 países donde un grupo de personas realiza una coreografía creativa, diferente y bajo estrictos lineamientos a seguir. Este acontecimiento dura una semana y además de ser el show, también se imparten talleres donde se enseñan fundamentos básicos o pasos profesionales de baile.

En el 2012, Lil César le mencionó a Pablo Gómez sobre esta competencia y sin pensarlo le dijo que en agosto del 2013 él estaría sin falta con un grupo de bailarines en esa competencia representando El Salvador con mucho orgullo.

Un, dos, tres, tap, tap, tap… sigue la música y el gran salón blanco con espejos al frente es testigo de un pequeño entrenamiento que ocho meses después se volvería en un sueño hecho realidad. Todos realizando los mismos pasos. Que fueras mujer no significaba que serían pasos más sencillos. A todos se les exige por igual.

Se mandó una convocatoria a nivel nacional que las personas que quisieran y estuvieran interesadas podían llegar y audicionar para ir y participar. Pocos llegaron y solo uno quedó. Decidieron quedarse con los alumnos y el profesor. Un total de siete personas en el grupo. Cinco hombres y dos mujeres, con bases ya establecidas.

Con prácticas tres veces por semana. Empenzando desde las cinco de la tarde y a veces salían del lugar hasta la media noche, sus entrenos eran de no parar. Sin ayuda local, todos (tanto alumnos como el profesor) empezaron a realizar eventos. Unos trabajando, otros montando coreografías, otros haciendo mezclas de las canciones, pero todos bajo un mismo objetivo: Las Vegas.

“Tuvimos problemas, sí. Cada día era algo nuevo. Las visas, los permisos de los padres, el dinero…” asiente Katherine sin dudar que valió la pena esos ocho meses de tensión.

Mezclando música rock, cumbia, hip hop crearon una pista y una coreografía con la que estuvieron satisfechos. Jorge Solís, Marco André Bustamante, Rocío Buendía, Pablo Gómez y tres personas más tenían el mismo enfoque a la hora de llegar a Estados Unidos a representar su país. Nuestro país.

Con movimientos precisos, el Hip Hop es diferente. “Antes bailaba danza contemporánea, pero me pasé a Hip Hop porque con este baile puedo ser yo misma. Puedo decir lo que quiero con los movimientos y la música juntos”, comenta Andrea Robin, de 20 años, con voz suave y relajada, que cierra los ojos y levanta la cabeza para recordar ese momento.

A unos se les dificultaba llevar juntos el estudio con el baile, pero no para Rocío y Katherine. Por ser las únicas mujeres se apoyaban entre sí para organizarse y seguir adelante.

“Recuerdo que una semana antes de viajar el sastre nos entregó mal los trajes que íbamos a utilizar. Esa semana tuvimos que buscar en el centro un vestuario adecuado- suspira- la verdad es que fue una semana algo estresante”, manifiesta Katherine, como una persona que recuerda con satisfacción un momento de su vida.

“Era la primera vez que viajaba y no fue a vacacionar o a conocer el lugar. Fui a hacer lo que en verdad me apasiona y lo que de verdad quería hacer en ese momento”, asiente Rocío, una de las alumnas que estuvo desde que inició la academia.

Se llegó agosto y salieron para Las Vegas al lugar. Emocionados contactaron a Lil César y él se sorprendió al ver lo lejos que puede llegar un salvadoreño. Se presentaron al lugar sin darse cuenta que habían reglas que no conocían, por ello no descansaron hasta que su baile cumpliera con lo establecido.

“Nos dormíamos en la madrugada perfeccionando el baile” dice Rocío, trayendo de vuelta aquél momento de ansias. Con nervios, emoción, cosquillas en el estómago llegó el gran día donde iban a pararse frente a cientos de personas de diferentes países, jueces, profesores de baile y cámaras.

“Esto es real. Esto es real. Ya estoy aquí. Esto es real” insistía Rocío Buendía a la hora de estar en el escenario, frente a cientos de personas y otros grupos profesionales de baile. Los nervios corrían, la adrenalina estaba al máximo. Empieza la música y el momento era más que real…

Una coreografía de dos minutos. Con camisa blanca, corbata negra y pantalón azul se enfrentaron a más de 200 grupos profesionales de baile. La mezcla empezó y Rocío da el primer paso junto con sus compañeros. Corriendo de un lado a otro, moviendo el cuerpo combinando más ritmos como la cumbia y el tecno, dieron a entender que toda música puede ser bailada con un poco de Hip Hop.

Pasaron los dos minutos y terminó. Salieron del escenario con la frente en alto. Cansados y con respiración agitada se volvían a mirar con cara de satisfacción. Sabían que si ganaban o perdía no importaba ya que ellos estaban convencidos que haber llegado hasta ese punto era ganar.

Dos minutos bastaron para los siete sintieran orgullo, paz, tranquilidad. Dos minutos donde la gente los observaba detalladamente y admiraba cada paso que daban. Tiempo suficiente para que el grupo quisiera regresar el siguiente año para competir y hacer lo que mejor saben hacer: bailar.

2015. Con tres años seguidos de recibir la invitación de Hip Hop International, el grupo de Newschool ha viajado a Estados Unidos a representar el país cada vez con más entusiasmo y cada vez mejorando en sus coreografías.

Rocío Buendía ahora da clases de baile en Newschool. “Yo no he venido toda mi vida bailando, así como los demás. Empecé a los 18 años y cada vez me fui apasionando más por esto. Me costó, sí, porque llevo una carrera también”- feliz declara que en una semana de gradúa de la universidad.

No es fácil seguir el ritmo a la primera, aunque parezca fácil. Quedas cansado, sudas y hay un momento en el que ya no quieres dar más de lo agitado que estás… y en ese mismo instante te das cuenta que la clase ya terminó y hasta se ensayó más de lo debido.Ahí es donde te das cuenta que el Hip Hop es para todos. Esta cultura es para quien quiera. Te da algo. Vives cada paso y lo mejor es que no te excluye solo porque seas mujer, niño o adulto. A
En las prácticas empieza la canción y el estado mental cambia. A paso lento, expresivo, y otras veces lleno de golpes, que a cualquiera puede encantar: es el Hip Hop. Sube un poco el volumen y se olvida que hay gente en el salón. Primera vuelta, levanta la cabeza y mira al espejo como si fuera su único confidente del baile.

Ahora Katherine y Rocío son testigas que la perseverancia y la pasión con que ellas bailan ha valido la pena. A pesar de aprender cuando ya se es adulto el baile se muestra con pasión, sin duda puede llegar a ser el mejor.

Ensayar para lograr una rutina de dos minutos requiere tiempo, paciencia, entrega y compromiso. Para el baile se necesita fuerza, destreza y agilidad. Y esto no fue impedimento para Rocío y Katherine. Solo se necesitó dos minutos para que ellas quieran ser mejores.

Es difícil separar el baile que solo hace Katherine y Rocío. Todo gracias a que este grupo ahora es tan unido que para hablar no dicen “Yo hice” o “Yo empecé hacer esto”. Hablan como grupo, no dicen yo, sino que “nosotros”. Eso es lo que hace el baile para ellas.

Una de las alumnas cree que si empiezas con pena te cohibes y no realizas bien los pasos. Una vez y olvidas que hay personas a tu alrededor eres solo tú frente al espejo. Todos desaparecen y te encuentras solo, disfrutando lo que más te apasiona. Bailando, siendo libre. Viviendo una eternidad en dos minutos que quisieras repetir.

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