Los cuentos del matrimonio

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El matrimonio es un compromiso con implicaciones legales y sociales. / Foto por Instituto de Colaboración y Educación Familiar (ICEF)

Por Mónica Flores y Paola López

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n la actualidad, el matrimonio se ha visto rodeado por un conjunto de creencias y estereotipos inciertos. A causa de ello, son cada vez más los casos de casamientos que solo duran meses o incluso días, pero que son seguidos por disputas casi eternas por los bienes comunes.

Por ello, la educación de las personas acerca del matrimonio y sus compromisos, tanto legales como sociales, se vuelve necesaria, no como una advertencia para las parejas sino como una lectura formativa para preparar a aquellos que planeen casarse con el ideal de un “hasta que la muerte los separe”.

El Código de Familia de El Salvador, en el artículo 11, dice: “el matrimonio es la unión legal de un hombre y una mujer, con el fin de establecer una plena y permanente comunidad de vida”. Además, en el artículo 12 agrega que esta institución se constituye por el libre y mutuo consentimiento ante el funcionario autorizado y con los requisitos establecidos, para toda la vida y con efecto desde el momento de su celebración.

En otras palabras, desposar es un compromiso y un acompañamiento. Compartir la vida con otra persona es un esfuerzo diario para compaginarse con ella a pesar de las diferencias.

Según la coordinadora de proyectos del Instituto de Colaboración y Educación Familiar (ICEF), Margarita Jiménez, “la decisión de casarse implica la mejora mutua, es decir, ayudar al otro a ser mejor para que la unión voluntaria se fortalezca y consolide a lo largo de los años. Y, por otra parte, la procreación de los hijos”.

Dentro del matrimonio hay una escala de valor, donde el primer lugar lo ocupa el cónyuge; el segundo, los hijos y el último, el trabajo. Dicha clasificación debe ser clara en una relación. Es importante evaluar el comportamiento del otro frente a su familia, la forma en que aborda los problemas y el tipo de relaciones personales que sostiene. Antes de contraer nupcias, se debe conocer lo suficiente al otro; de eso depende en gran parte el éxito o el fracaso del matrimonio.

La unión matrimonial tiene como ideal "Hasta que la muerte nos separe"/Fotografía de Pixabay
La unión matrimonial tiene como ideal «Hasta que la muerte nos separe». / Fotografía de Pixabay

Además, se deben tener en cuenta los valores que comparten y la situación económica de ambos (una prioridad para evitar problemas de ingresos). Asimismo, deben recordar que cada persona tiene aspiraciones personales, cultura, gustos, buenos modales, educación, sitios recurrentes y pasatiempos que, al unirse en matrimonio, se interelacionan con los de la otra persona. Esas son algunas de las recomendaciones que el ICEF brinda a todas las parejas con planes de desposarse.

Toda pareja que quiera legitimar su unión necesita tener previo conocimiento de los requisitos, impedimentos, derechos y obligaciones necesarios para contraer nupcias. Según el Código de Familia, en el artículo 36: “los cónyuges tienen  iguales derechos y deberes; y por la comunidad de vida que entre ellos se establece, deben vivir juntos, guardarse fidelidad, asistirse en toda circunstancia y tratarse con respeto, tolerancia y consideración”.

El abogado de familia Gustavo López resalta esta igualdad de derechos y deberes que el artículo 36 legisla. “Lo que necesita el esposo es respeto y lo que necesita la mujer es amor. Incluso, en el Código de Familia se encuentra lo de ‘amor, respeto, consideración’. En la medida de que los esposos entienden que eso es lo más importante dentro de su relación, el matrimonio funciona”, afirmó López.

Uno de los temas tabú acerca de la unión entre dos personas es el compromiso que estas adquieren, algo a lo que muchas parejas huyen. En efecto, el matrimonio es un acto legítimo que establece un compromiso auténtico. Sin embargo, no implica un contrato esclavista en el que sea necesario vender el derecho individual; más bien se trata de un acuerdo entre dos personas para llevar una vida de libertad mutua compartida por un fin común.

Gustavo Adolfo López, abogado, experto en casos de familia/ Fotografía por Paola López
Gustavo Adolfo López, abogado experto en casos de familia. / Fotografía por Paola López

 

Según el abogado, el entrar en un proceso de diálogo, tener mucha paciencia y mucho respeto es la estrategia para sobrepasar la separación. 

“Cuando la gente piensa en el divorcio, lo que está pasando es que no han conversado lo suficiente, han perdido la capacidad de comunicarse; sobre todo, han perdido los votos que hicieron cuando se casaron”, agregó.

López mencionó el caso de una pareja en la que ambos daban el consentimiento para divorciarse y, a pesar de que el abogado los exhortó a que se abstuvieran de hacerlo, ellos insistieron. El proceso se llevó a cabo: firmaron la documentación legal, se presentó al tribunal, el hijo quedó bajo la custodia de la madre y el padre se comprometió con una cuota alimenticia. Cancelaron la partida de matrimonio y se inscribió la de divorcio.

Al paso de 6 meses, después de haber reflexionado la separación, decidieron regresar al tribunal con una petición de servicios de restablecimiento de su acta matrimonial. En fin, todo el proceso fue en vano por falta de discusión de las diferencias y problemas.


Creer o no en el matrimonio es decisión de cada persona. Sin embargo, debe estar claro que, a pesar de los ritos y trámites legales, no precisamente es superficial o tiene tendencia a esclavizar. Su éxito y disfrute depende de las bases en que se construya, así como los valores en común que se practiquen: el amor, el respeto y la fidelidad mutua. De lo contrario, acabará y se tendrá como único y válido recurso el divorcio.

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