Por Fabiola Martínez
A mediados del año 2016, el Banco Central de Reserva (BCR) publicó que las exportaciones totales de El Salvador ascendieron a $2,726.23 millones. Aunque disminuyeron en comparación al 2015, se presentaron mejoras en su evolución respecto a los primeros meses del año pasado. Esto demuestra que no es falta de apoyo al productor, sino carencia de dinamismo económico. Asimismo, los datos del BCR concuerdan con la información brindada por la Lic. Sonia Umanzor, gerente técnica de cancillería, con la única variante que ella mencionaba que las importaciones también disminuyeron en un mayor porcentaje.
Esta situación se da por varias razones, pero el punto crucial es la disminución de la demanda externa. Sin embargo, al comparar las caídas de las exportaciones de los países centroamericanos, El Salvador registra la menor disminución en esta variable económica, según las últimas publicaciones de los Bancos Centrales de la región. Incluso en las estadísticas del Departamento de Comercio de Estados Unidos, se coloca entre los tres países de América Latina con mejor comportamiento en términos relativos.
La causa del declive de las exportaciones, se expone en la falta de apoyo y estímulos del gobierno para los pequeños y medianos productores de El Salvador. Sin embargo, ese no es un argumento válido. Dado que, sí existen incentivos, como la iniciativa del Ministerio de Economía, a través de la Dirección de Innovación y Calidad y el Fondo de Desarrollo Productivo (FONDEPRO), que promueven el certamen INNOVAEMPRENDE, que año con año busca brindar incentivos económicos a los emprendedores que presentan sus proyectos.
De acuerdo al Lic. Rómulo Ayala, catedrático de la UCA, el obstáculo está en la falta de capacidad que tienen los empresarios para invertir. Y esto se debe, no a la carencia de motivación, sino a la escasez de inversión de los dueños de las grandes empresas, que solo piensan en generar ganancias a corto plazo y no se preocupan por innovar o competir en un campo laboral más amplio. Esta situación es la que tiene a El Salvador en el estado de recesión económica, ya que solo se piensa en un lucro inmediato, sacrificando el bienestar y el progreso de los productores.
Para mejorar esta realidad, se debe crear una conciencia empresarial en la que se busque promover un crecimiento interno. Puesto que hace falta un dinamismo económico en el país, que desarrolle procesos activos de competencia. Con el fin de progresar y crecer en lugar de la forma ficticia que opera en El Salvador, en donde solo existe una distribución del mercado y lo que importa es repartirse, para no tener que invertir demasiado, ni pagar mucho en salarios.