Nuevos emprendedores han surgido en los últimos años, caracterizados por el valor de su producto y su confianza en lo local. Acá presentamos a parte de estos empresarios: Metáfora, Concha Molina, Tabacos El Salvador y Tentis, quienes se están abriendo paso en el mercado local e internacional.
Por Fátima Cubías, Susana González y Fátima Quintanilla
Durante los últimos dos años, ha habido un crecimiento en la creación de nuevas empresas – según datos del Banco Mundial para 2014 nacieron en el país 2,104 negocios – y de acá ha surgido una comunidad de pequeños emprendedores y artesanos. Ellos se han apoyado en diferentes iniciativas tanto gubernamentales como privadas, que le apuestan al desarrollo de la micro y pequeña empresa (MYPES). Son distintas dinámicas de emprendimiento caracterizadas por rescatar el valor en la producción local.
Nuevos giros a muebles viejos
“Metáfora es eso: decir lo mismo pero de forma diferente. La esencia del mueble se mantiene, pero tiene una nueva vida” – Miriam Baires, diseñadora de interiores.
Metáfora surgió con la idea de renovar muebles antiguos y darles un toque más personalizado. La creadora de este proyecto es Miriam Baires, diseñadora de interiores, quien trabaja junto a su esposo arquitecto para rediseñar los muebles. Se trata de un trabajo en equipo: mientras su esposo diseña los planos, Miriam realiza los cambios necesarios.
Según explicó la diseñadora, ellos tienen la oportunidad de trabajar con diferentes artesanos dependiendo de las modificaciones que quieran hacer. “La idea también es dar más oportunidades a estas personas, ya que es un trabajo que se debe hacer en colaboración”, aseguró. Tienen a una persona que trabaja la madera desde La Palma; un antiguo contacto de la familia gracias a su madre, y trabajan croché con un grupo de mujeres que les hacen los bordados. Son estos detalles que le dan un toque fresco a los muebles renovados.
Joyería artesanal exclusiva
Esta idea nació de una salvadoreña y un uruguayo, hace dos años, como respuesta a una situación económica difícil. En miras de salir adelante, y recién venidos de España, Ana María Molina pensó en deshacer todos los collares que había comprado en Europa para hacer piezas más pequeñas y así venderlas. En su primera venta logró hacer 90 dólares. Después de un tiempo y de varios aritos vendidos entre sus amigos, empezó Concha Molina. “El nombre suena mucho mejor que Carolina Herrera”, aseguró Héctor Oviedo, esposo y copropietario de la marca.
Hector explicó que ofrecen collares únicos, originales y de piedras preciosas a sus clientes. Consiguen todos sus materiales en tiendas de bisutería, sin embargo, se han visto obligados a importar las piedras preciosas que utilizan como pieza central en sus collares. Los productos los realizan combinando dos técnicas; el alambrismo y el macramé. Ana María “alambra” las piedras preciosas y luego Héctor las termina usando macramé. Se han dado a conocer a través de iniciativas como El Mercadito, y ahorita se encuentran en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE).
Puros hechos en casa
“Nos pareció una idea novedosa, nadie hace puros salvadoreños”
René Flores.
Luis y René Flores son los creadores detrás de Tabacos El Salvador, la primera empresa que se dedica a crear puros salvadoreños. Pensaron en poner su propio negocio desde hace cinco años, cuando viajaban entre El Salvador y Nicaragua. En ese país, la industria tabaquera está muy desarrollada, según explicó René, por lo que le gustaba la idea de desarrollarla también acá en El Salvador. Montaron su pequeña fábrica en La Unión, donde arman y empaquetan todo su producto. Para sus puros, utilizan hojas importadas de Ecuador y Nicaragua, debido a que el país no tiene plantaciones propias de tabaco.
Jugando con las leyendas salvadoreñas
Nos poníamos a pensar, ¿cómo podemos aportar al país de una forma que sea propia de nosotros?. -Alejandra Barriere.
Alejandra Barriere y Diego Argueta son los creadores de Tentis. Esta empresa nació luego de varios intentos fallidos y con la idea de recordar a los personajes de las leyendas salvadoreñas.
Desde el inicio le apostaron a la cultura propia, y desearon crear un grado de identificación con lo tradicional. Por ello, Tentis ofrece una serie de peluches hechos a mano con manta cruda sobre los personajes más emblemáticos de nuestro folklor.
Estos emprendedores primero diseñan el dibujo, lo imprimen utilizando la técnica de serigrafía y luego lo cosen y rellenan. Utilizan manta cruda y otros elementos que le dan un toque único a sus productos, por ejemplo, pequeños sombreros de mimbre que obtienen de un artesano de Cojutepeque. Según explicó Alejandra, ellos desean recordar estas leyendas a través de un producto diferente y desean apelar a los niños para que las conozcan y no se pierdan en las nuevas generaciones.
De esta gran comunidad, ellos son parte de los nuevos emprendedores que aún van abriéndose paso, tanto entre el mercado local como en el mercado internacional. En la próxima entrega, abordaremos entonces el principal problema que han tenido que afrontar a la hora de intentar posicionarse frente al consumidor local: la preferencia por lo extranjero.
Malinchismo, plaga del emprendimiento
En esta entrega, se presenta la mayor dificultad que han tenido que afrontar nuevos emprendedores (como Concha Molina y Tentis) para poder salir adelante con sus negocios: el malinchismo, o el rechazo por el producto local.
El principal problema que enfrentan estos nuevos emprendedores es el rechazo por parte del consumidor local hacia los productos hechos en el país. Héctor Oviedo, de Concha Molina, explicó que este rechazo se muestra cada vez que el salvadoreño prefiere comprar en tiendas multinacionales artículos por grandes cantidades de dinero, cuando puede conseguir un producto similar por el mismo o menor precio. “La gente no quiere pagar. Pide crédito y eso lo van alargando hasta que dejan de pagarte. La gente no valora el trabajo”, lamentó Ana María Molina, a quien le resulta molesto que las personas intenten regatear por sus collares que llevan, a veces, hasta cuatro horas de trabajo.
“Cuesta hacerle entender a la gente que se trata de un trabajo de cuatro horas… ¡cuatro horas que te duele el cuerpo, te duelen las manos, se te desgastan los ojos! Ana María se enfada conmigo, pero cuando la gente nos dice que nuestros collares son muy caros, yo respondo que ellos no tienen el dinero para pagarlo. Yo no voy a permitir que alguien diga que mi esfuerzo es muy caro” – Héctor Oviedo de Concha Molina.
Este mismo problema lo han enfrentado Alejandra Barriere y Diego Argueta, de Tentis, quienes comentaron que al principio se vieron obligados a bajar sus precios. No obstante, ellos no pueden regatear con sus clientes debido al detalle y trabajo manual que implica hacer un peluche Tentis (el Cipitío, por ejemplo, lleva un pequeño tecomate y un sombrero de mimbre que es trabajado por un artesano de Cojutepeque).
Si bien es cierto que tienen consumidores locales, en su mayoría niños; se han abierto paso gracias al público extranjero. Alejandra comentó que esto se debe a que las leyendas salvadoreñas tienen cierto atractivo para este público, por lo que venden sus peluches a turistas y extranjeros que visitan el país.
Como consecuencia de rechazo, la mayoría de los nuevos emprendedores se ven obligados a exportar y buscar un consumidor extranjero. Es el caso de Tabacos El Salvador, según explicó Pedro Flores, ellos preferirían vender a otros países debido a que aún no hay un mercado local para su producto. De hecho, la exportación se convierte en una alternativa muy viable para acceder a otro tipo de mercados.
Según datos del Ministerio de Economía (MINEC), El Salvador creció un 6,0% en exportaciones durante este primer semestre de 2015, en comparación al 5,5% del 2014. Estas cifras podrán seguir aumentando para el siguiente año.
La ventaja de exportar es que permite el acceso a un público más amplio. Así, por ejemplo, datos del MINEC detallan que el principal destino de exportación es Estados Unidos, el cual brindó US$ 1,297.6 millones en este sector. Entre estos consumidores se encuentran tanto extranjeros como salvadoreños residentes en el exterior, quienes compran basándose en el valor cultural del producto y la nostalgia por la patria.
Sin embargo, ¿cómo hacen para exportar estos empresarios que llevan poco tiempo en el negocio? Además, ¿cómo logran introducirse en el mercado si, en la mayoría de los casos, aún no cuentan con un local propio? La falta de espacios para comercializar y vender productos está siendo solventada por nuevas iniciativas como El Mercadito, La Piskucha y Etiqueta Menta; y será abordada en la próxima entrega.
Puertas cerradas abren ventanas
Otra problemática que deben enfrentar nuevos emprendedores es cómo introducirse al mercado sin tener una tienda para vender sus productos. Una solución viable es el comercio en línea, otra es el comercio en comunidad.
Una de las primeras dificultades de los nuevos emprendedores es hallar la manera de vender sin contar con un local definido. Pues bien, ahora la forma que han encontrado para comerciar sus productos es mediante redes sociales donde los clientes pueden hacer los pedidos y ellos los entregan personalmente. Pero gracias a nuevas iniciativas privadas, como El Mercadito, se ha dado una combinación entre el uso de redes y la organización de eventos que permitan el contacto personal entre los consumidores y emprendedores.
Una de las herramientas que solventa la falta de espacios de comercio es el uso de redes sociales, como explicó Erika Renderos, fundadora de Blentrend, un blog especializado a contar historias de emprendedores. Ahora ellos optan por Facebook e Instagram, debido a que les facilita el manejo de la marca, el contacto con el cliente y el mostrar sus productos de forma más amplia. “Las redes sociales les abren las puertas a los emprendedores no solo a nivel nacional, sino que a nivel internacional”, agregó Erika.
El uso de redes sociales da paso al comercio en línea. En El Salvador, sin embargo, este tipo de comercio aún está dando sus primeros pasos junto a Etiqueta Menta. Este es un servicio que surgió en enero de 2015, como parte de Xpressate, una organización no gubernamental (ONG) sin fines de lucro, con el objetivo de ayudar a las pequeñas y medianas empresas (PyMES) a crecer y mantenerse a través del tiempo.
“El mundo fuera mejor si cada uno puede contar su historia. Los emprendedores cuentan su historia a través de sus productos y nosotros queremos ayudar a contar esas historias” – Carlos Araujo, Project Manager de Etiqueta Menta.
Según explicó Emilio Orellana, de Etiqueta Menta, este servicio funciona de forma similar a Amazon. Ellos se encargan de establecer contactos con nuevos emprendedores, catalogan el producto y lo colocan en línea. A partir de ahí, el consumidor puede elegir lo que desea, comprarlo y Etiqueta Menta luego se encarga de la entrega, ya sea dentro del país o fuera de él. Como dato curioso, Carlos Araujo, Project manager de Etiqueta Menta, aseguró que reciben más pedidos de Estados Unidos. Además, aseguró que ellos también realizan los trámites necesarios para la exportación, para que así el emprendedor se encargue nada más de realizar el producto.
Si bien es cierto el comercio en línea está empezando en el país, este se ha tomado de la mano con diferentes iniciativas que también promueven el desarrollo local. Carlos Araujo visita diferentes lugares donde puede establecer alianzas con emprendedores para que coloquen sus productos en el catálogo en línea. Entre estos lugares, se encuentra El Mercadito, un proyecto que se desarrolla cada mes para dar a conocer el valor local.
“Nuestro ‘target’ no es el salvadoreño común. Nosotros apelamos al extranjero y al salvadoreño que valora lo local” – Alejandra de Puhach, fundadora de El Mercadito.
“El Mercadito comienza porque hay una problemática clave: que no hay espacios para emprendedores y creativos locales”, explica Alejandra de Puhach, fundadora del proyecto. Aparte de dar a conocer a los emprendedores, El Mercadito se ha configurado en una comunidad de más de 200 participantes, la cual sigue en aumento.
Para ser parte de este proyecto en aras de convertirse en una organización sin fines de lucro, el emprendedor debe tener un producto hecho por completo en El Salvador, debe trabajar en conjunto tanto con los demás emprendedores como con artesanos y, sobre todo, debe tener valor de comunidad. Y es que El Mercadito ha pasado de ser solo un espacio para convertirse en una comunidad que va en crecimiento. “El objetivo es que crezcan y salgan, que eventualmente exporten y se mantengan por sí mismos”, aseguró Alejandra.
Como El Mercadito, han surgido nuevos espacios e iniciativas con el fin de impulsar el emprendimiento y el desarrollo local. De proyectos privados se pueden nombrar a La Piskucha, una tienda de artesanías que tiene locales tanto en el Museo de Antropología David J. Guzmán como en Las Brumas, Komotú, tienda que reúne talento joven y Hecho en casa, quienes se encuentran en el centro comercial Galerías Escalón. Además, la Comisión de la Micro y Pequeña Empresa (CONAMYPE) impulsa el emprendimiento y recién celebró la semana del emprendimiento, con el fin de asesorar nuevas empresas.
Los emprendedores dan el salto a nuevas tierras
Una vez con el terreno ganado en El Salvador, algunos emprendedores han logrado saltar a otras latitudes, cuyas tierras les ofrecen nuevas oportunidades de crecimiento. Esto, sin embargo, no es nada fácil de lograr.
El salto más grande para los emprendedores salvadoreños y sus marcas es hacer crecer sus ideas de negocio a tal grado que sean rentables fuera de El Salvador. Es decir, lograr la tan ansiada exportación de sus productos y lograr obtener un mercado en otros países como Estados Unidos, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Colombia, Uruguay y Argentina, que según datos del MINEC, son los principales destinos de exportación.
Sin embargo, la hazaña de introducir productos salvadoreños hacia otros mercados no es tan fácil como se piensa. Al contrario, esta se encuentra llena de procesos poco conocidos, una cantidad de trámites y burocracia, aranceles altos, y escaso apoyo de las entidades gubernamentales para el emprendedor o micro y mediano empresario. Este escenario lleva a los dueños de marcas nacionales a ver el tema de la exportación con unos ojos de recelo y desmotivación.
A pesar de ello, hay empresas y emprendedores salvadoreños que sí han logrado madurar su idea y han logrado acceder a mercados extranjeros. Entre ellos está Vaiza, una marca dedicada a accesorios femeninos, y Alma de Añil, una marca que se enfoca en indumentaria teñida en añil. A la primera, un concurso la catapultó directamente a Nueva York, mientras que la segunda lleva aprendiendo bajo prueba y error.
El caso de Vaiza es bastante particular, porque a raíz de que Violeta Sandoval, diseñadora y creadora, ganó la competencia de diseño “Contempo”, sus diseños salieron de nuestras fronteras. Hace unos meses Sandoval logró exportar más de un centenar de sus diseños a Reino Unido. Sin embargo, ella explicó que al momento de esta exportación se enfrentó a trámites engorrosos, a procesos que no conocía, lo que la llevó a desmotivarse de la situación. Emilio Orellana, miembro de Etiqueta Menta, también aseguró que los procesos de trámites para conseguir permisos de exportación son “extremadamente burocráticos”. No obstante, y tras la ardua experiencia, en la actualidad se ayuda de Etiqueta Menta para vender sus accesorios.
Por otro lado, está Alma de Añil, una empresa familiar que comercializa productos a base de añil a nivel nacional e internacional. Iniciaron hace quince años con la expectativa de poder comercializar y exportar el polvillo del añil; sin embargo, este era un producto que poseía poca demanda en ese entonces. A partir de ahí, Alma de Leo , una de las creadoras, decidió aprender a teñir con el añil para brindar más variedad. Incluso viajó hasta España y Brazil en búsqueda de nuevas técnicas.
De esta forma han buscado posicionarse dentro del mercado estadounidense. Sin embargo, no se les ha hecho nada fácil. Alma de Leo afirma que tuvieron dificultades al conseguir consumidores. “No existe nadie que le diga: le voy a conseguir un cliente fuera y mucho menos que le explique cómo. Es bien difícil exportar y eso complicado lo desmotiva a uno”, aseveró.
En Estados Unidos, Alma de Añil cuenta con un socio comercial que les ha ayudado a distribuir toda su gama de productos en diferentes estados norteamericanos. Gracias a la cantidad de años que Alma de Leo vivió en ese país es que logró contactar con su socio. Si no hubiera sido por ello, no hubiera podido concretar este tipo de alianzas; según aseguró De Leo, ya que en El Salvador no se propicia el acercamiento con clientes o socios extranjeros.
De Leo aseguró que otro mercado atractivo para el productor salvadoreño es Europa. No obstante, este es el continente más difícil de llegar; no por la distancia, sino por la carencia de relaciones comerciales fuertes entre el gobierno salvadoreño y la Unión Europea (UE). Para la empresaria, es en el viejo mundo donde el talento salvadoreño logra un reconocimiento grande; y donde se logra apreciar el trabajo detrás de un producto local.
“Una empresa italiana estuvo interesada en nuestros productos, pero la relación deficiente con el gobierno nos obstaculizó las negociaciones con este cliente” – Alma de Leo , dueña de Alma de Añil
A pesar de las dificultades, Alma de Leo lleva en este negocio alrededor de diez años. Inició primero exportando la materia prima – el añil – para luego poder exportar sus productos ya elaborados: cuenta con una gama de ropa, bolsos, carteras y accesorios trabajados con el añil. Es gracias a la estabilidad que ha tenido con su socio comercial de Estados Unidos que ha logrado acceder a diferentes mercados. Además, han decidido apelar también al mercado salvadoreño: poseen su kiosco en el centro comercial Las Cascadas, en Antiguo Cuscatlán, y participan constantemente en iniciativas como las de El Mercadito. Gracias a que poseen su propia plantación de añil en El Pedregal, Santa Ana, también han logrado dar tours a extranjeros y salvadoreños interesados en conocer el proceso de plantar añil y teñir con él.
Algunas instituciones gubernamentales como el Organismo Promotor de Exportaciones e importaciones de El Salvador (PROESA) y el Sistema Integrado del Comercio Exterior (SICEX) del Banco Central de Reserva ofrecen al emprendedor y empresario guías en sus páginas web con los requisitos necesarios para iniciar los procesos de exportación. Ambas guías coinciden a grandes rasgos, que el emprendedor debe tener debidamente registrada su empresa, tiene que inscribirse como exportador y pagar los aranceles correspondientes, poner especial atención en los requisitos especiales para cada tipo de producto, y llenar otra serie de formularios para que sea avalado por el sistema de exportación nacional como exportador oficial.
Estos trámites pueden durar desde 1 día a un mes aproximadamente, y todos los impuestos y aranceles a cancelar solo en este proceso superan los $200 dólares. A esto se le debe sumar los gastos que el emprendedor debe tener para preparar su producto para la exportación, y los impuestos a cancelar en aduanas. Todos estos trámites se deben realizar de la mano del gobierno y no están al alcance de todos los emprendedores. “El gobierno debería intervenir menos en este proceso o no poner tantas barreras”, agregó Emilio.
Un dato particular es que estas instituciones gubernamentales también ofrecen asesorías especializadas para estos procesos. Sin embargo, la mayoría de emprendedores que hoy son exportadores afirman que no han recibido ningún tipo de apoyo de parte del estado y mucho menos asesorías. Este es el camino que los emprendedores que piensan alcanzar otros mercados deben recorrer antes de conocer nuevas tierras para comercializar sus productos. Varios coinciden que es un camino empedrado pero también agregan que vale la pena llevar el talento salvadoreño alrededor del mundo.