“Uno se levanta de la necesidad, de la pobreza, a no quedarse ahí estancado y aunque ellos trabajen yo siempre me dedico a trabajar, hasta donde yo pueda, hasta donde Dios me permita caminar porque uno en esta vida tiene que ser productivo, tiene que ser visionario, tiene que pensar”.
Por Ana Argueta
Rosa María Martínez cuenta que el padre de sus hijos los abandonó, se fue del país y cada cuatro meses le mandaba entre 20 o 30 dólares para sus hijos. ¨A mi me quedó la carga, pero uno siempre sale adelante por la familia, le mentiría que solo yo. Mi mamá los cuidaba cuando yo me iba a trabajar. También una tía que es maestra nos echaba la mano con la educación y las correcciones de las tareas. Mis abuelos tienen que ver mucho también en la formación moral de los dos¨, expresó.
Rosa Maria se dedica a la venta de artesanías en los alrededores de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) de donde su hija mayor, Oneida de 24 años, está a punto egresar. También tiene un hijo menor de 21 años que desde hace dos años y medio trabaja en una empresa de exportación de sistemas eléctricos.
¨Toda mi vida yo fui madre soltera porque me fijaba en el papá que era irresponsable y eso me sirvió a mi para levantarme y seguir adelante. Uno se levanta de la necesidad, de la pobreza, a no quedarse ahí estancado y aunque ellos trabajen yo siempre pues me dedico a trabajar, hasta donde yo pueda, hasta donde Dios me permita caminar porque uno en esta vida tiene que ser productivo, tiene que ser visionario, tiene que pensar¨, contó Martínez.
Ella dice que es del pensar que una madre debe de enseñar a sus hijos desde pequeños a levantar el plato de la mesa y lavarlo, doblar las cobijas y barrer el cuarto donde uno se acuesta, porque en el futuro, cuando se casen o acompañen les sirve para poder defenderse.
¨A mi hija siempre le enseñé desde pequeña que tenía que ser responsable. Cuando salía de clases, por temporadas me la llevaba a trabajar. Yo siempre fui empleada en una pastelería y en diferentes trabajos. Administraba esa pastelería. Con el varón igual verdad, mas en estos tiempos, hay que pararse duro tanto con la hembra como con el varón¨, afirmó Martínez.
Rosa María cuenta que tanto ella como su hija hicieron un gran sacrificio para que pudiera ir a la universidad, ya que ese era el sueño de Oneida, y como muestra de su entereza por lograr su objetivo, consiguió trabajo como ordenanza lavando servicios y trapeando. También enseñaba a niños de primer grado a leer, ayudaba a profesores a sacar notas y por último empezó a trabajar con un tío en las alcaldías.
Finalmente, Martínez opina que los jóvenes que cuentan con el apoyo de sus padres y les dan la oportunidad de estudiar, deben aprovechar ese esfuerzo y la ayuda que les dan para salir adelante, porque hay jóvenes como su hija que tiene que trabajar para pagar la universidad.