
El 15 de enero de cada año se venera la imagen del Cristo Negro de Esquipulas, en Guatemala. El ritual atrae a peregrinos de diversos países, con mayor frecuencia centroamericanos y mexicanos que, año con año, ponen su fe y devoción en una escultura “milagrosa”, que por sí misma es una reliquia del catolicismo y evidencia de la historia.
Por Andrea Orellana
Sincretismo a color
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La morada del Cristo Negro es la basílica de Esquipulas, una estructura de estilo barroco terminada de construir a finales de 1758. Este templo es el más grande de Centroamérica, por lo que el recorrido de la adoración se prolonga por enredados corredizos que permiten apreciar su hermosa arquitectura.

Millones de peregrinos creen en el poder de sanación del Cristo Negro, por lo que se encomiendan a él con fe en que les cure de sus padecimientos. Por los milagros concebidos, los peregrinos le agradecen el favor a través de sus ofrendas o medallas de distintas formas como corazones, brazos, o piernas, según sea la enfermedad sanada.

El Cristo Negro de Esquipulas es la primera pieza de su clase y la más reconocida a nivel mundial. Elaborada ahí originalmente, fue una creación del escultor Quirio Cataño, en el año 1595. Aunque se creía que fue tallada en madera negra, su tonalidad se volvió así porque la madera se oscureció con el paso del tiempo.

La atmósfera para adorar al Cristo Negro es muy particular, pues las personas expresan su fe a través de su mirada al Cristo, sus ansias de tocarlo y los susurros de plegarias que cada uno reza. Gente de todas las edades se reúnen con un mismo fervor, muy alusivo a la adoración de los antepasados a los dioses de la tierra por el bienestar de sus seres queridos.

Afuera de la basílica se encuentra un lugar donde los fieles, como parte de su rito de adoración, dejan velas encendidas en representación de las plegarias hechas al Cristo o los milagros concedidos. Son miles de velas las que día a día se encienden en este recinto.

La popularidad de la adoración del Cristo Negro de Esquipulas se extiende como una tradición a nivel mundial, después de la adoración de la Virgen de Guadalupe. Ya se registran nuevos santuarios con réplicas en países como Venezuela, Estados Unidos y Canadá. Estos últimos países debido a la afluencia de migrantes que residen.

La veneración al Cristo Negro está muy extendida entre los pueblos indígenas mayas de la zona, quienes anteriormente tenían entre sus deidades a Ex Chuah, dios del cacao, de la guerra y benefactor de los mercaderes.

Además de los agradecimientos al Cristo con ofrendas y medallas, se realizan penitencias que los fieles prometen cumplir durante su visita. Este hombre caminaba de rodillas desde el parque que se encuentra en la entrada de la ciudad, hasta la basílica. Lo acompañaban su esposa y su hijo.