Por Gabriela Chinchilla y Katerine Quijano
El estrés hídrico es cuando la demanda de agua excede lo que tenemos disponible; comienza a darse una carencia entre los recursos. Este fenómeno se puede comparar con un ejemplo económico, como lo dice Roberto Cerón, especialista en hidrología del MARN. “Esta situación se debe considerar como un balance. Si uno gana $100 y está gastando $110 mensuales. Se tiene un estrés, un déficit”.
En el país, en promedio llueven 1,800 milímetros y por cada metro cuadrado de superficie se acumulan 1,800 litros de agua. Lo que ocurre en la naturaleza con esto, es que no se distribuyen uniformemente en todo el territorio, sino que se concentran. Si se llega a 1,700 metros cúbicos para consumo humano de agua, se llega a un grave estrés hídrico.
Entre los factores que provocan este fenómeno se encuentra el cambio climático, lo cual permite que haya tormentas aisladas de muy corta duración o muy intensas. El suelo tiene cierta capacidad de infiltración, es decir, se absorbe a cierta velocidad. Si la intensidad de la lluvia es mucho mayor que esta, lo que sucede es que escurre de forma superficial. Llega hasta los ríos y quebradas, drenándose rápidamente. Esto causa que a las dos o tres horas, el agua vuelva a bajar y llegue finalmente al océano.
En segundo lugar se encuentra la deforestación, una de las principales causas que se deberían evitar. La razón es porque los árboles ayudan a tener una mayor cobertura para el impacto de las lluvias, lo que provoca que las gotas caigan con menos intensidad a la superficie y de esta manera permiten que el suelo aproveche mejor este recurso. Además, ayuda a que el agua se filtre adecuadamente.
Por último, la distribución de las precipitaciones, en otras palabras, llueve más en algunas zonas que en otras. Dentro del país, el territorio que se ve más afectado ha sido la parte oriental; teniendo periodos acumulados de déficit de precipitación. Estas causas han ocasionado que muchos ríos transporten agua solamente en periodos de lluvia. A este fenómeno se le denomina: quebradas de invierno.
Frente a la crisis del agua en el país que cada día tiende a agravarse, organizaciones como la Unidad Ecológica Salvadoreña centran a este recurso como la gestión problemática ambiental de El Salvador. Esta institución trabaja junto con el MARN para la construcción de estrategias de saneamiento, el establecimiento de alternativas al financiamiento del agua y la consolidación del marco institucional construido con la “Ley de Aguas”.
“Dado que cada año se talan más de 4500 hectáreas de bosque, y en nuestro país el área verde apenas abarca el 2% de territorio nacional, es necesario comenzar un proceso de reversión de esta tendencia”, menciona el Viceministro de Educación, Francisco Humberto Castaneda
El Ministerio de Educación en conjunto con MARN y UNES, están trabajando por llevar a cabo las campañas: “Un millón de pulmones para El Salvador” y “Redes y aulas Verdes”, para reforestar algunas áreas y concientizar a la población estudiantil de cuidar el planeta y cada uno de los recursos, especialmente el agua
“Un árbol puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin él”, así lo afirma la Lic. María del Carmen Chebollin del MINED.
Al entrevistar a algunos estudiantes de la UCA que viven en diferentes áreas del país, todos han recibido formación académica sobre el tema, pero consideran que no es muy relevante. Con esto podemos observar la poca concientización e interés que hay por conservar nuestro medio ambiente. En cambio, se priorizan otras problemáticas como la violencia y situación financiera del país.
“El Salvador tiene el medio ambiente más deteriorado en el hemisferio occidental, después de Haití”, lo declaran las Naciones Unidas, en un estudio para promover el desarrollo sostenible.
El especialista en agua y minería del IDHUCA, Andrés McKinley, postula que para mejorar la situación hídrica en el país, necesitamos de algunas políticas y leyes para reformar la constitución de El Salvador, y con ello reconocer el agua como un derecho humano y no como mercancía. Esto ayudaría a proteger el recurso y garantizar su acceso.
Además, afirma que es necesaria la “Ley General de Agua”. Según McKinley, ayudaría enormemente a regularla, ya que nos acercamos a una crisis más grave. Si no cuidamos este recurso, este tendría en un futuro cercano un alto costo económico, es decir, sería el nuevo oro de El Salvador.
McKinley también menciona que se debe evitar las producciones de minería metálica. Desde hace una década hay grandes empresas transnacionales que desean venir a El Salvador para llevar a cabo la sobreexplotación de estos recursos. Por su baja concentración, tendrían que tener un proceso que afectaría de manera profusa al medio ambiente.
Por lo tanto, es necesario tomar conciencia y actuar en defensa y protección del agua, ya que la escasez hídrica es un concepto abstracto para muchos, pero es una realidad concreta para otros. Este recurso es tan fundamental para la vida que no debería ser un tema secundario, porque cubre casi el 70% de nuestro planeta tierra y todos dependemos de ella.