“Yo tuve de profesores a Segundo Montes, Amado López y Francisco Javier Ibisate”

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Edgar Cruz afirmó estar agradecido por ser parte de la universidad; y también que su esposa e hijas estén formadas por la visión Jesuita.

Edgar Cruz Palencia es economista en el Instituto Interamericano  de Cooperación para la Agricultura (IICA) como Especialista Internacional en Comercialización y Mercados. Graduado de la UCA en el año 1989.

Por Aurora Cáceres

Tuve el privilegio de ser la última promoción a la que el padre Ignacio Ellacuría entregó  títulos.  Desde entonces,  me dedico a trabajar en el área de economía, tras concluir una maestría en Economía Empresarial.  Tuve el privilegio de estudiar en la mejor universidad de ese tiempo, que ahora entiendo que lo sigue siendo, aunque con muchas diferencias.  

Cuando estudié, me dedicaba solo a eso; una media beca hizo posible mi realización universitaria, gracias a los programas que tiene la universidad y a las oportunidades que brindaba a los estudiantes.

Éramos una promoción bastante entusiasta, con mucho compromiso, queríamos hacer un mejor país. Recuerdo mucho como la universidad  nos ayudó a abrir la mente. Recuerdo al Padre Francisco Javier Ibisate, jefe del Departamento de Economía. Nos enseñaba y motivaba diciéndonos que éramos del 2% de los estudiantes que tenían el privilegio de llegar a la UCA.

La universidad nos enseñó a pensar, a ser críticos con la realidad nacional, siempre teniendo una proyección social, y servicio al prójimo. Realmente nos enseñó a pensar universalmente y en grande.

Después de 27 años de haberme graduado, pienso que cuando estaba en la universidad, estudiaba cuando de verdad se estudiaba; ahora se estudia menos. Por ejemplo, yo tuve un pensum de 54 materias, tuve la oportunidad de llevar ciclos de siete materias, pero eso iba acompañado de un buen CUM.

Tuve como profesores a Segundo Montes, Amado López, Francisco Javier Ibisate, doctor William Pleitez, ahora director ejecutivo de FOMILENIO II y al doctor Roberto Rivera Campos.

Recuerdo gratamente, al padre Ellacuría y al Padre Ibisate. Siempre pasaban en los jardines a la salida de la biblioteca, leyendo. Siempre levantaban la mirada, te saludaban, te hacían bromas y siempre te estimulaban a estudiar más.   

Por supuesto que tuve catedráticos especiales. Padre Ibisate, me dio  las primeras materias de economía. Él era un personaje. Alguien muy querido, muy inteligente y sabía tratar a los jóvenes. El gremio jesuita, siempre fue muy exigente, y llevar materias con ellos, era un reto y un desafío, porque siempre aprendías.

Realmente, no me arrepiento de haber estudiado en la universidad. Era instructor de materias de quinto año con el profesor Roberto Rivera, en una ocasión él me mencionó que le pedían curriculums de los mejores alumnos: mandó el mío, me ayudaron y así conseguí mi primer empleo en el departamento de planificación del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Yo escogí estudiar en la UCA, por la exigencia académica. En ese tiempo, eran dos universidades, y a voces todo mundo decía que la UCA era “yuca”. Ese fue mi criterio para estudiar ahí. Creo que esa era la vida de la UCA. No era tan compleja como ahora. Había menos edificios y más zonas verdes. La gente vivía más feliz, sin menos prisa; con exigencias pero en términos más relajados.  No había tanta tecnología y era cara a cara. Un lugar para comer en la pea, por ejemplo “La tacita de plata”, era famoso.

 

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