La inclusión de las personas sordas a la sociedad civil inicia desde la escuela. Si bien es cierto desde 2009 se han dado mayores pasos hacia este camino, aún faltan leyes y entidades que aseguren la total integración. Una propuesta sería enseñar, desde la primaria, a personas oyentes el lenguaje de señas.
Por Fátima Cubías y Fátima Quintanilla
Es difícil imaginar asistir a la escuela y no poder comunicarse con los demás alumnos, o depender de una tercera persona para entablar una conversación. Esta es la experiencia que tienen la mayoría de estudiantes sordos que logran integrarse a una escuela de oyentes. Así fue también la experiencia de Rebeca Soundy, actual maestra de Fundación Manos Mágicas.
Rebeca es sorda profunda e inició su educación en la Escuela Cristiana para Sordos (ECS) en San Salvador. Llegó hasta sexto grado y en séptimo se integró a un colegio con personas oyentes. Para ella, la mayor dificultad fue la barrera comunicativa con los demás alumnos. Emilia Pérez, quien se ha desempeñado como intérprete para estudiantes sordos en diferentes centros escolares y universidades, explicó que es su labor atender las necesidades de comunicación de los estudiantes con discapacidad auditiva y de ninguna manera ella debe interferir en sus procesos de aprendizaje.
Otra situación que Soundy pudo notar fue la gran diferencia en los temas de estudio que vio en la ECS, específicamente en la materia de Lenguaje y Literatura. Por esta razón, tuvo que esforzarse más para nivelarse con los demás. Esta diferencia en temáticas se debe, en gran medida, a que las personas sordas no aprenden de la misma forma que una persona oyente el español. De acuerdo a Pérez, aprender español para un sordo es lo que para un oyente es aprender otro idioma como el inglés o el francés.
Este es el panorama al que se enfrenta un estudiante sordo en la escuela; esto es, si tiene acceso a ella. Según datos del Censo 2013, la población con discapacidad auditiva en el sistema educativo era de 807 estudiantes. En 2009, según datos del Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN), había un total de 46,100 personas con algún tipo de discapacidad auditiva. En Fundación Manos Mágicas se calcula que esta cifra ha aumentado en estos últimos años.
Gracias a ello, se ha visto la necesidad de impulsar aún más la integración de la comunidad sorda con la oyente. En 2000, se abrieron más puertas gracias al paso de la Ley de Equiparación de Oportunidades para la Persona con Discapacidad. En 2008, entró en vigor la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD por sus siglas en inglés) de la cual El Salvador es un estado miembro. Esta protege y promueve el desarrollo de oportunidades educativas y laborales para personas con discapacidad, incluidas las personas con discapacidad auditiva.
Pero aún es necesario asegurarse que las normativas impulsadas se están cumpliendo verdaderamente. Según Yanira Soundy, madre de Rebeca Soundy y directora de la Fundación Manos Mágicas, empresas e instituciones privadas todavía se quedan cortas: es más fácil contratar a una persona con alguna discapacidad física que a una persona con discapacidad auditiva ya que ello implica contratar también a un intérprete para poder establecer canales de comunicación, similar a lo que sucede con los estudiantes sordos en escuelas de personas oyentes.
La mayor barrera que obstaculiza el desarrollo pleno establecido en la CRPD es la diferencia comunicativa entre la comunidad sorda y la comunidad oyente. Hasta este punto, ha sido la persona con discapacidad auditiva la que se ha adaptado para poder comunicarse: desde lectura de labios hasta la creación de una lengua propia, la LESSA en El Salvador y universalmente la Lengua de Signos Americana (LSA). Esta opción requiere de intérpretes y, según lo comentado por Soundy, las personas oyentes capaces de signar LESSA y LSA son escasas.
Una alternativa ha sido brindar capacitaciones y generar programas para que docentes y personas oyentes puedan aprender LESSA. El Ministerio de Educación (MINED) y la Asociación Salvadoreña de Sordos (ASS) trabajan en conjunto desde 2010 para poder impulsar el aprendizaje de la lengua de señas en el sistema educativo. Aún así, aprender LESSA presenta dificultades en su enseñanza.
Comunidad en desacuerdo: LESSA o LSA
Aún falta mucho camino por recorrer para que la LESSA pueda ser estandarizada y enseñada en el sistema educativo, a pesar que desde 2005 fue declarada como patrimonio cultural de El Salvador debido a la importancia que le da la comunidad sorda. Según explicó Yanira Soundy, se necesita más material, producción de videos y, sobre todo, de una comunidad de sordos más abierta.
Y es que el mayor problema que interfiere en la estandarización de la LESSA es el desacuerdo dentro de la comunidad de sordos. Soundy explicó que, como toda comunidad lingüística, son ellos los encargados de establecer y hacer desarrollar su lengua. Termina siendo una labor importante y de gran valor cultural ya que se trata de una lengua de señas propia de El Salvador, la cual se convierte en necesaria al momento de nombrar lugares o figuras públicas del país. Para establecer una comparación, la LESSA sería similar al náhuatl.
Si el LESSA es el náhuatl, la Lengua de Signos Americana (LSA) es el español estandarizado. Una de las razones por la cual no hay acuerdo entre la comunidad de sordos es por la diferencia entre ambas. Y es que unos prefieren manejar la LSA debido a que brinda más ventajas comunicativas y educativas: hay signos especializados en esta lengua para materias complicadas como filosofía, química y física. Por el contrario, hay otros que prefieren retomar la LESSA ya que es un bien cultural salvadoreño. De hecho, es esta última que se utiliza desde 2009 para traducir los mensajes oficiales del gobierno.
Joaquín Flores, intérprete y maestro en Fundación Manos Mágicas explicó que el uso de ambas lenguas choca continuamente en las comunicaciones de sus usuarios. “Por ejemplo, en grupos grandes de sordos a veces unos están hablando con LESSA mientras otros están con LSA, a veces intercambian o mezclan entre ambos y yo me pierdo en lo que están diciendo”, comentó Flores. Soundy aseguró además que es este mismo uso que se le da al LESSA que permite su desarrollo.
Por su parte, Emilia Pérez aseguró que las personas sordas no pueden quedarse solo con una lengua de señas: la LESSA es parte de la identidad cultural de la comunidad sorda salvadoreña, pero la LSA abre más puertas para acceder a la educación superior. Las personas sordas que signan LSA tienen la facilidad de poder estudiar carreras universitarias más específicas. Por ejemplo, Pérez es intérprete para carreras de diseño, psicología y afines, mientras que su madre es intérprete para ingenierías. Además, Rebeca Soundy, por su conocimiento de ambas lenguas, está cursando su último año de Licenciatura en Educación Especial.
Esta dificultad de utilizar la LESSA como lengua principal se debe a que aún carece de signos especializados, por lo que complica su uso en el sistema educativo. Según explicó Flores, la diferencia entre ambas lenguas es principalmente por los años de desarrollo que se llevan: la LSA tiene 200 años de recorrido mientras que la LESSA cuenta con poco más de 50 años de desarrollo.
Según William Lazo, presidente de la ASS, antes de la guerra civil no se había difundido por completo el uso de la lengua de señas como una forma de comunicación para las personas sordas. Fue gracias a los voluntarios y misioneros estadounidenses que se retomó su uso y, a partir de ello, que se propició el desarrollo de la LESSA. En la actualidad, existe un Diccionario de Señas Básicas Salvadoreñas que recopila palabras en LESSA. Esta lengua continúa en desarrollo paulatino.
A esta diferencia en el desarrollo hay que sumarle que la LESSA no cuenta con un ente rector que se encargue, oficialmente, de estandarizarla. Esta labor recae entonces en un grupo conformado por la ASS, el Centro de Audición y Lenguaje y la Escuela de Sordos, quienes se reúnen para intentar asignar nuevas señas a las palabras. También en Fundación Manos Mágicas intentan propiciar esta labor de estandarización a través de una plataforma virtual que recopila las señas existentes para nombres de personalidades y lugares del país.
La llave de la inclusión está en la escuela
Para que la comunidad de sordos experimente una verdadera integración en la sociedad salvadoreña, no solo se necesita que la LESSA se desarrolle. También se necesita que el sistema de educación actual sea capaz de proveer el mismo nivel para que los estudiantes sordos se puedan desenvolver en él.
Emilia Pérez, psicóloga e intérprete, explicó que se necesita un conjunto de condiciones que favorezcan la inclusión. Entre ellas están las capacitaciones pedagógicas y psicológicas a profesores, cambios de infraestructura en los centros escolares y universidades, mejoras en las planificaciones educativas, entre otras.
A falta de estas condiciones en instituciones educativas a nivel nacional, han ido surgiendo escuelas especializadas para alumnos sordos. Siguen siendo pocas y carecen de apoyo gubernamental, pero intentan luchar por el derecho a la educación de las personas con discapacidad auditiva, según lo establecido en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD por sus siglas en inglés).
Uno de estos centros educativos especializados es la Escuela Cristiana para Sordos (ECS). El papel de la escolarización en las personas sordas es muy significativo dentro de su desarrollo y funciona como una puerta que les permite ser parte de más oportunidades, asegura Carolina Contreras, directora de la ECS. “Desde que el niño sordo es recién nacido, o desde que los padres se dan cuenta de su discapacidad, se debe contar con una institución adecuada para que no quede marginado dentro de la sociedad”, añadió Contreras.
William Lazo, presidente de la ASS, también calificó positivamente la existencia de estas escuelas especializadas. Afirmó que les permite desarrollarse en un ambiente similar, sin barreras comunicativas. Por otro lado, el hecho de integrar a los estudiantes sordos en una escuela para oyentes puede resultar dañino si no se cuenta con la infraestructura y las condiciones necesarias para recibir al alumno.
En la actualidad, hay cinco escuelas para estudiantes sordos: la Escuela de Educación Especial Lic. Elda de Castellón en San Miguel, el Centro Escolar Carlos Lageneger en Sonsonate, el Centro Escolar Licda. Griselda Zeledón en San Salvador, la Escuela de Educación Especial Elisa Álvarez de Díaz en Santa Ana y el Centro Escolar para Sordos de Cojutepeque. Hasta el año pasado, la ECS también se especializaba en estudiantes sordos pero debieron suspender sus actividades por falta de presupuesto. Este año están funcionando como academia, enseñando a sordos y oyentes los sábados, según comentó la directora de la institución.
En este sentido, la ECS proporcionaba una educación básica, específicamente de primero a sexto grado. Después de estos años, los padres de familia debían matricular a sus hijos en instituciones educativas para oyentes. Aunque esto implicara la necesidad de tener un intérprete para el estudiante sordo, como fue el caso de Rebeca Soundy. Las familias son las que incurren en los gastos de intérpretes, ya que las instituciones no los cubren, explicó Emilia Pérez. De hecho, hasta el momento solo la Universidad Nacional de El Salvador (UES) cuenta con intérpretes propios.
Como un esfuerzo para acercar la escolarización a las personas sordas, desde el año 2010 la ASS ha estado trabajando en conjunto con el MINED en el Programa de Lengua Salvadoreña (PLS). Este programa provee de personal capacitado para enseñar LESSA a maestros, alumnos sordos y padres de familia mayormente en el área rural. Es en el interior del país donde la comunidad sorda no cuenta con el acceso a la educación necesaria para aprender LESSA, aseguró Berta Luz Pascual, tesorera de la ASS y coordinadora del programa PLS.
Otra modalidad que ha implementado el MINED son las aulas multigrado. Según explicó Francisco Azahar, técnico educativo del Departamento de Inclusión Educativa, se trata de incluir en un mismo salón a personas sordas con diferentes grados de escolaridad para poder nivelar los estudios. Es una propuesta que también se realiza con especial atención en las zonas rurales donde no hay abasto para cubrir las necesidades educativas de las personas con discapacidad auditiva.
Estos esfuerzos encaminan al Estado salvadoreño a cumplir su obligación de velar por la enseñanza y la conservación del LESSA en el país, compromiso que se adquirió cuando en 2014 la Asamblea Legislativa reconoció a la lengua de señas salvadoreña como la lengua natural y oficial utilizada por las personas sordas del país.
Caminando hacia la integración
A pesar de las dificultades, Yanira Soundy afirmó que sí ha habido logros sustanciales. Tras 40 años de lucha continua de la familia de personas sordas y de organizaciones no gubernamentales (como Fundación Manos Mágicas) han logrado visibilizar y concienciar sobre la importancia de la educación para las personas con discapacidad auditiva; logrando de esta forma un mayor nivel educativo. También se consiguió que se dictaminara el LESSA como patrimonio cultural, tras presentar la propuesta ante un Comité de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, en el 2013.
Asegura que si bien es cierto aún falta para un mayor nivel de integración de las personas sordas en las escuelas – hasta llegar al punto de enseñar LSA y LESSA como una materia en los colegios – no duda que se pueda llegar a ese objetivo. Para ella, uno de los motores que hará caminar hacia esa meta es la familia de las personas con discapacidad auditiva. “La familia debe, en primer lugar, aprender a aceptar la discapacidad. A partir de ahí, ellos empiezan a abrir nuevas puertas”, comentó.
A un nivel más técnico, Soundy estableció algunas de las necesidades que se requieren cubrir para poder llegar a enseñar lenguaje de señas en las escuelas y colegios como una materia (tanto para personas oyentes como para no oyentes). Entre ellas, especificó que hay que reglamentar el lenguaje de señas y que para ello se necesita un ente rector que lo oficialice. También se necesita de una ley sobre la lengua de señas para su enseñanza.
Lazo, presidente de la ASS, comentó que lo ideal sería realizar un plan piloto con diferentes escuelas de oyentes. Él propone seleccionar centros educativos para enseñar LESSA a los estudiantes y, con base en los resultados, preparar un plan en conjunto con el MINED para poder incluir la lengua de señas en el currículo educativo del país. Esto implicará, además, trabajar en conjunto con diferentes instituciones tanto de sordos como de gobierno.
Este trabajo en conjunto no es imposible: el MINED y la ASS son aliados desde 2010 con el fin de capacitar a docentes en la Lengua de Señas Salvadoreña. En 2014, capacitaron a un total de 121 docentes de todo el país en Curso Básico de LESSA. El año pasado, MINED también capacitó a empleados del Sistema Integrado de Transporte Metropolitano de San Salvador (SITRAMSS) en lengua de señas.
A parte de las constantes capacitaciones en lengua de señas para oyentes, es necesario también capacitar y regular correctamente a los intérpretes. Rebeca Soundy se especializa en formar a intérpretes y se asegura de estudiar con ellos la lengua de señas. “Hay personas que tienen la memoria pero no la pasión, hay personas que tienen la pasión a pesar que no sean muy buenos. Son estas personas que se esfuerzan. Lo importante siempre es asegurarse que ellos no se inventen nuevas señas ya que esta labor recae en la comunidad sorda” aseveró Rebeca Soundy.
También Emilia Pérez, intérprete y psicóloga, recalcó en la importancia de regular y capacitar a más intérpretes en cuestiones de ética laboral, técnicas, métodos y valores que deben tener en su labor. Afirmó que los intérpretes no hablan por una persona sorda y es esta noción que debe mantenerse siempre presente. Lazo, presidente de la ASS, concluyó que, para una sociedad más inclusiva con las personas con discapacidad auditiva, debe haber intérpretes en cada una de las instituciones públicas así como en los medios de comunicación.
Son diferentes medidas que, en su conjunto, abren el camino a la integración e inclusión de personas con discapacidad auditiva en la sociedad. Para Rebeca, se trata de brindar estas herramientas con el fin de abrir espacios para dar a conocer la cultura de la comunidad sorda. Lograr incluir la LESSA en el currículo educativo del país aún está lejos de lograrse, pero es un objetivo establecido a largo plazo.