Por Eduardo Rogel
Cuando decidimos qué películas o series ver, tomamos en cuenta distintas características a partir de nuestros intereses. Algunos basarán su decisión a partir del elenco, de quién dirige la película, la producción, los efectos especiales o incluso la banda sonora. Pero si quisiéramos encontrar un elemento en común que la mayoría de los consumidores buscan, posiblemente llegaríamos a la conclusión que es la trama.
En las películas y series buscamos historias y personajes que nos inspiren, que nos ayuden a entender el por qué de situaciones y sentimientos. Tramas que nos posicionan entre la ficción y la realidad. Que nos mueven en el tiempo. Y para lograr esto, las mejores historias serán aquellas que se construyen con tal precisión que nos sentimos parte de la misma. Sin embargo, no siempre es fácil lograr esta conexión.
Una limitante a la que el séptimo arte siempre se ha visto expuesto, es reciclar características de historias o personajes, causando una visión más limitada de la realidad que se intenta interpretar en la pantalla. Todos los personajes e historias terminan siendo muy similares, volviendo nuestras perspectivas unilaterales. Cuando se crea un personaje cada uno debe representar algo y así mismo ser diferente a los demás, tener su estilo, tener su esencia, y lograr que el público se identifique, o sea, crear personajes “humanos” y no “ficticios”. Pero resulta difícil crear personajes totalmente diferentes que se adapten a la misma realidad. Por eso vemos que muchos personajes de diferentes films guardan características en común.
En el artículo There’s No Such Thing as ‘Too Much Diversity’ on TV de la revista TIMES, muestra que aunque en términos demográficos las minorías abarquen el 38% del total de la población, en la industria de la televisión solamente el 19% y el 13% de guionistas son no-estadounidenses. Además, la mayoría de estos son hombres. Debido a esta falta de representatividad en la industria, las historias suelen verse más limitadas en términos de diversidad.
¿Qué pasa cuándo en el cine y la televisión se le apuesta a historias más diversas o a personajes fuera de lo “socialmente reglamentado”? Nos encontramos con diferentes reacciones de audiencias, que pueden ir desde el apoyo y aceptación hasta el boicot mediático y el veto de las mismas.
Por ejemplo, el programa de televisión “Empire” de la cadena FOX fue lanzado en enero de 2015. Este cuenta con un elenco de predominancia afroamericana, una apuesta poco común en la industria de la televisión estadounidense. CNN reportó que la serie se vio limitada en apoyo financiero por varias empresas televisas. Incluso, llegó a considerarse que el show no lograría mantenerse en la cadena. Hoy en día, “Empire” cuenta con tres temporadas y ha sido galardonada con un Globo de Oro.
Romper con las ritualidades mediáticas es una nueva tendencia adquirida en los medios de comunicación, la cual abre a discusión la forma en que los receptores o consumidores las están analizando. Casos así se desarrollan a diario, y El Salvador no es la excepción.
Lo que pasó con “La Bella y la Bestia” es uno de tantos casos con los que podemos darnos cuenta que aún tenemos miedo de abrir los ojos a grupos sociales existentes y activos, no solo en Estados Unidos, sino también en nuestro país. La petición de que la película fuera catalogada para mayores de 18 años, buscaba entre líneas negar que El Salvador le apuesta a reconocer nuevos sectores dentro de su sociedad, como la comunidad LGBTI.
Vetar la película solo elimina unas cuantas escenas del largometraje, pero en ningún momento hará que la comunidad LGBTI desaparezca. Para la comunidad LGBTI salvadoreña, esta no es la primera vez ocurre un caso así. Anteriormente se han pronunciado en contra de medidas de censura aprobadas por la Dirección de Espectáculos Públicos, Radio y Televisón en películas como Brokeback Mountain (2006) y Milk (2009). Así como esta, más grupos sociales se resisten a ser invisibilizados por los medios, buscan que sus discursos sean escuchados y esperan crear modelos en los que los consumidores puedan verse reflejados.
Así como “La Bella y La Bestia”, “Rogue One” logra un efecto similar. Nos encontramos con una trama donde el protagonista es un hombre mexicano. Un héroe latino que no finge su acento al momento de decir sus diálogos. Y así, en algún lugar de México, Latinoamérica o cualquier parte del mundo, un niño o niña con raíces latinas comienza a creer que él o ella también pueden ser el héroe o heroína de su propia historia. Con su acento, su color de piel y su nacionalidad incluidos.
El actor Diego Luna es el encargado de dar vida a Capitan Assian Andor, protagonista de “Rogue One”. / Fotografía del 7th Berlin International Film Festival (Febrero 2017)
Y en marzo de 2017, el programa infantil “Sesame Street” anunció que incluiría en su elenco el personaje de Julia, una niña con autismo que formará parte de la trama de la serie. El objetivo de este personaje es que los niños puedan comprender cómo se desarrolla el autismo y las formas en que se puede convivir con otros niños que viven con ese trastorno neurológico. Acá, los medios de comunicación logran cumplir con el papel de mediadores que muchas veces olvidamos que tienen, y así logramos hacer que los programas reflejen realmente las dinámicas de todos los que integramos la sociedad.
El personaje de Julia fue anunciado en 2015 e hizo su debut en televisión en abril de este año. / Fotografía de PBS Co.
No solo obtenemos mayor diversidad de historias, sino que además empoderamos a los distintos sectores sociales. Los consumidores pueden conseguir la inspiración de decidir de qué otras formas pueden enfocar y desarrollar su vida y sus decisiones. Amplificamos sus discursos, las perspectivas sobre los demás y logramos diversificar los roles que muchas veces nos vemos forzados a cumplir.
Como decía al inicio, miramos películas y series para sentirnos inspirados. Para ver historias con las cuales podamos vernos identificados. Es importante que como creadores de contenido, guionistas, directores, productores e incluso consumidores tomemos la responsabilidad que en nuestra generación pueda verse reflejada la diversidad en los medios de comunicación. Que un niño o una niña sepa que historias como la suya, valen la pena ser contadas.
Necesitamos crear historias que redefinan qué significa ser mujer, qué es ser parte de la comunidad LGBTI, qué significa ser latino, joven, salvadoreño, migrante, madre, padre y todos los demás pilares que conformamos la sociedad. Darle visibilidad amplia y completa a sectores que constantemente son estereotipados u olvidados de las narrativas mediáticas. Y sobre todo, recordar el compromiso que tenemos ante estas historias que ignoramos, pero que sin duda, necesitan ser contadas.
Bibliografía
D’Addario, D. (2016). There’s No Such Thing as ‘Too Much Diversity’ on TV. TIME. Obtenido de http://time.com/4505348/we-need-more-diversity-on-tv/
Lowry, B. (08 de Septiembre de 2016). TV diversity sees growth as viewing becomes more siloed. CNN. Obtenido de http://money.cnn.com/2016/09/08/media/tv-diversity