Gloria Maty Rodas es graduada de Licenciatura en Administración de empresas en el año 2002. Diplomado en gestión moderna de recursos humanos en el 2014.
Por Nubia Landaverde
Mis papás eran de escasos recursos, ellos no podían pagarme la UCA, yo opté con el riesgo que me tenía que pagar la universidad. Cuando yo entré la mensualidad oscilaba entre 85 a 165 colones ( $ 9.46 a $18.37 en la actualidad).
En la universidad hice buenos amigos. Y es que a mí no me gustaban los amigos solo por el hecho de popularidad, amistad y concepto gringo, sino que aquellos con los que uno realmente se identifica. Había muchos niños materialistas, superficiales, que solo pasaban por la universidad pero la universidad no pasaba por ellos. Las amigas y amigos que tuve permanecen, hablamos frecuentemente, es una compenetración cuando se haya con personas que compaginan con la forma de pensar con uno.
Una de las cosas que más recuerdo es la clase de Ética Profesional con Carlos Ayala, esa era una de mis clases favoritas, el licenciado es una persona que inspira, tanto que uno reconoce que está aprendiendo lo que él se propone, a mí me apasionaba llegar antes; quería aprender de alguien con esos valores, con esos principios, esa convicción, con la capacidad de análisis de contexto, es difícil encontrar todo eso en un catedrático.
Una de las experiencias que más recuerdo es el porqué me fui para Alemania, porque aunque estudie día y noche con la ingeniera Marta Lidia Merlos, por dos centésimas dejé matemáticas, la dejé con 5.98 . Me había esforzado con todo mi ser. La verdad es que cuando es así, es así.
Muchos de los catedráticos de la universidad son tan correctos en ese sentido y a veces uno de estudiante tiene que hacer conciencia para poner más de su parte. Yp decía ‘pero si yo trabajo, voy en primer año, yo no hice secundaria en este país, no sé cómo son las matemáticas, me faltaron casos de factoreo’. Ella decía ‘eso es básico ‘ y yo pensaba tenía que entenderme.
Esa decepción hizo que al salirme una oportunidad en Alemania la tomará, luego me propusieron quedarme a estudiar allá y yo dije ‘yo quiero mi universidad, yo quiero demostrar que es de donde voy salir’, cuando uno se propone algo lo va a lograr. Regresé.
Fue una etapa de trabajar las 8 horas, salir corriendo a buscar el bus para la universidad, estar en clases atenta a pesar del cansancio y regresar a la casa con hambre porque no había tiempo de comer.Luego desvelarme porque había que sacar las tareas, como consecuencia de eso mi organismo ahora solo acepta de 4 a 6 horas de sueño, porque casi no dormía.
La UCA ayuda mucho a organizarse en la disciplina, en la responsabilidad y el llamado que hace para servir a la sociedad.
Lo que más me recuerda de la universidad son esas desveladas serias, y ahí se despierta la creatividad.
Una vez teníamos que hacer un estudio de mercado y no encontrábamos de qué hacerlo, no teníamos ni el producto, eran las 3 de la mañana y teníamos hambre y no había nada, una de mis amigas tenía un flan y yo un tuti fruti y se nos ocurrió hacer un “fruti flan” y ese fue el producto que inventamos por el hambre misma, y le hicimos estudio de mercado.
Algo que me causaba mucha satisfacción es que yo tenía la hoja del pensum en mi espejo, y me paraba todas las noche frente a ella y decía ‘aquí estoy ahorita’. Terminaba el ciclo y me daban mi reporte y ya las tachaba. Esa hojita me acompañó a lo largo de la carrera. Cuando terminé la última materia e iba a egresar la firme porque ya me sentía dueña de ese título.