“Para alguien que pasó 12 años luchando en la guerra, llegar a la universidad era algo relajante”

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Damián Alegría, actual diutado del FMLN en la Asamblea Legislativa, cursó la Licenciatura en Economía en la UCA, entre 1993 y 1999. Para él fue una gran experiencia estudiar en la universidad y le guarda un gran cariño.

José Mauricio Rivera, mejor conocido como Damián, Alegría cursó la Licenciatura en Economía en 1993 y finalizó sus estudios en 1999. Fue parte de la última promoción del milenio e ingresó a la universidad gracias al programa de becas que buscaba la reinserción de ex combatientes.

Por Sandra Siguenza

Mi esposa era muy cercana con los jesuitas. Terminados los Acuerdos de Paz, nosotros aplicamos al plan de beca universitaria. Pero a mi esposa, el Padre Jon Cortina, le ofreció ayudarle a ingresar a la UCA mucho antes de que el plan de becas iniciará.

Entonces, para mi era mas conveniente estar junto con mi esposa porque nos apoyamos en muchas cosas. Y así fue como en esos años saqué mi carrera en economía en la UCA. Había un buen grupo de compañeros que llegaron a estudiar diferentes carreras.

Fue una experiencia bastante interesante, sobre todo tener como maestro al Padre Francisco Javier Ibisate, que era muy bueno como economista, con él recibí Introducción a la Economía. Después, al final, recibí Sistemas Comparados con él y fue una gran experiencia porque Ibisate hacía una comparación  entre socialismo y capitalismo y eso es lo que más recuerdo de él. Además su convicción de que era posible construir un mundo diferente, con más igualdad, con más justicia pero respetando también las leyes del mercado que afectaron al socialismo.

A propósito de esta última materia, a veces yo hacía diálogos con Ibisate, porque los demás estaban ahí solo escuchando pero yo le preguntaba y preguntaba, ese diálogo me ayudo mucho para fortalecer mis convicciones.

Mi relación con él fue bastante cercana, de hecho a veces buscaba manera de conversar un poco más con él.  Siempre estaba muy ocupado, por supuesto, pero era muy amable en hacer un espacio para conversar un poco más conmigo.

Como yo ya había estado de alguna manera preocupado por ese tema, pues recién firmados los Acuerdos de Paz me tocó presidir de una de las instituciones que creó el FMLN para la reinserción de ex combatientes, que es la Fundación 16 de Enero y ahí con frecuencia nos encontrábamos con funcionarios de organismos internacionales que nos decían “si lo que ustedes dicen es bonito pero no es posible”.

Ibisate era muy analítico y todas sus reflexiones eran muy interesantes, a mi, como economista ya,  todo eso me sirvió para entender mejor todos aquellos problemas que me preocupaban.

Mi paso por la UCA fue interesante, conocí también a muchos otros excelentes maestros, en las diversas materias como Sociología, Economía y Econometría. La relación con los maestros en ese tiempo fue muy buena, y no solo con Ibisate sino también con otros miembros de la dirección de la UCA, Chema Tojeira por ejemplo. Con él hablábamos acerca de problemas estudiantiles, a veces habían maestros que eran un poco rígidos.

El ambiente de la universidad era tranquilo, entre mis compañeros habían algunos que eran hijos de militares y nos tocó tener una relación de compañeros de estudio. Por supuesto uno tomaba en cuenta que los problemas de los padres no los heredaban los hijos, entonces el hijo es diferente.

En muchos de ellos había curiosidad, y yo diría que hasta cierto punto una sana curiosidad por saber cómo eran los guerrilleros, porque en tiempo de guerra nos habían pintado de una manera tan terrible y luego estábamos estudiando en el mismo lugar, entonces no dejaban de tener un poco de curiosidad.

A veces nos reuníamos para terminar algún trabajo y siempre aparecían las preguntas ¿mirá y cómo era la cosa? ¿cómo pasaban allá? ¿y qué hacían? ¿cómo sobrevivían? Entonces  cuando hablaba y explicaba todo eso ellos se daban cuenta que los guerrilleros éramos personas comunes y corrientes que nos habíamos unido a una lucha para defender a la gente y a país.

Afortunadamente no tuve problemas en ninguna materia, a mi me entusiasmaba el hecho de poder estudiar e incluso en mis clases de estadística, con Gildaberto Bonilla, famoso en la UCA.

Fui exonerado de la evaluación final pues en todas las evaluaciones anteriores había sacado diez y me dijo: “no, usted solo dieces lleva en las evaluaciones anteriores, así que yo lo libero del examen final” y fue bueno para mi porque me bajó la carga y pude dedicar más tiempo a las otras materias.

Entonces para mi llegar a la UCA era algo tranquilizador, claro, para alguien que pasó 12 años luchando en la guerra, llegar a la universidad era algo relajante. Trataba de ser buen estudiante, porque nosotros los guerrilleros queríamos demostrar que también éramos buenos estudiantes.

Yo a la universidad la recuerdo como un lugar de mucha reflexión, de visión crítica y tengo mucho respeto por la calidad técnica y académica de sus materiales, de sus análisis, de sus publicaciones y sigo aprendiendo de ella.

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