Una mente brillante en un cuerpo discapacitado

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Carlos Romero creador de los adaptes para carros, mostrando uno de los primeros carros que adaptó para utilizarlo después de quedar parapléjico. Foto por: Fátima López.

Carlos Romero es una persona con paraplejia total que para movilizarse de forma independiente ha creado los adaptes para vehículos. Actualmente tiene un taller donde realiza adaptes para personas que tienen la misma condición que él.

Por Fátima López

Las labores en el taller Romero inician todos los días a las ocho de la mañana. El taller está ubicado en la calle al volcán, al fondo del pasaje llamado “palacios” en la casa número siete, colonia Zacamil, municipio de Mejicanos. Es un taller poco común ahí no se reparan carros, televisores, ni electrodomésticos, sino que se realizan adaptes para carros, un adapte es la modificación de un vehículo para que pueda manejarlo una persona con paraplejia. Además reparan exclusivamente sillas de ruedas y mobiliario para hospitales como: camas hospitalarias, mesas puente, sillas de baño hospitalarias, archiveros, sillas para sala de espera, ect.

El taller funciona en la cochera de una casa de aproximadamente 60 metros cuadrados. Por fuera aún se nota el blanco de las paredes, aunque en estas se reflejan manchas de grasa y polvo rezagado. Hay herramientas regadas por doquier, pedales para sillas de ruedas sobre una mesa, sillas de ruedas por reparar, sillas de baño unas sobre otras, archiveros, sillas de escritorio cubiertas con plástico, pedazos de metal colgados de la pared y algunos del techo. Al lado derecho, en una esquina, hay madera, pega industrial y botes con pintura sobre una mesa redonda de madera, partes de mobiliario que ya no se utilizan como asientos y respaldos de sillas de ruedas, botes de plástico, taladros, martillos, clavos y todo lo que ayude a reparar las sillas y demás mobiliario.

Este día sábado los trabajadores tienen una jornada de 8 a 12:00 o 1:00 p.m.

 -Buenos días- digo extendiendo mi mano y saludándolos uno a uno, ellos saludan y se presentan.

-Buenos días soy Oswaldo Alfredo Moreno, pero todos me dicen Fredy, soy el hijo de Carlos Romero y ahora me hago cargo del taller- dice un hombre de 32 años, piel morena que está sentado en un banco de madera, me estrecha la mano y  su rostro permanece serio.

-Yo soy Amílcar Roble- dice un hombre delgado, de 1.60 de altura aproximadamente  y apenas me toma la mano.

Por último me saluda el más alegre de los tres

-Buenos días, me llamo Jorge Adoldo Duarte pero todos me llaman Tito, bienvenida hoy nos va ayudar- dice en son de broma.

Jorge usa el cabello hasta los hombros, es de piel morena, es el más alto con 1.80 o 1.90 de estatura.

Desde el fondo de la casa se acerca Marlene Romero.

-Pase, pase tome asiento, Carlos está en su habitación creo que ahí la recibirá- dice Marlene quien es la esposa de Carlos el propietario del taller desde hace 28 años.

 Marlene explica que ahora Carlos trabaja poco en el taller, que se encuentra un poco mal de salud y que necesita descansar.

Por dentro, la casa está compuesta por un pasillo en medio, al lado derecho está la cocina, al izquierdo la sala y al fondo al lado izquierdo, tras una puerta gris de metal se encuentra el cuarto de Carlos.

Jorge Adoldo Duarte en el taller Romero trabajando en una pieza para mobiliario hospitalario. Foto por: Fátima López.
Jorge Adoldo Duarte en el taller Romero trabajando en una pieza para mobiliario hospitalario. Foto por: Fátima López.

Al entrar al cuarto, observó que al centro de este se encuentra una cama grande de agua con 3 sábanas floreadas encima, al derecho un mueble color verde musgo donde hay frascos de medicamentos, en lo alto en dirección de la cama hay un televisor, el cuarto tiene aire acondicionado y sobre la cama se encuentra Carlos, quien a sus 65 años de edad sufre de la pérdida total de sensación y control de la parte inferior de su cuerpo, es decir de paraplejia.

-Buenas tardes, señorita, por favor siéntese-  me dice señalando una silla enfrente de la cama.

Me presento, Carlos apaga la televisión y luego sin necesidad de preguntar, con la mirada fija detrás de sus anteojos comienza a relatar porque se encuentra en ese estado.
 
-Hace aproximadamente 28 años que tengo este taller de reparación de sillas de ruedas y tengo 32 años de estar en silla de ruedas, nunca imaginé que me dedicaría a esto explica. Fui asaltado en una tienda en septiembre del año 1985, me dieron siete balazos, uno de ellos me produjo daños en la columna vertebral lo que le ocasionó paraplejia y me dejó en silla de ruedas. También tengo daños en una de mis manos, la derecha, no la puedo movilizar con normalidad dice.

Quien, para mi sorpresa, no le afecta contar lo sucedido al contrario lo hace de una forma tranquila y con un sonrisa en su rostro de piel blanca. “Ya he contado esta historia a algunas personas que me conocen”, dice.

Luego de una larga conversación, sé más de Carlos. Él estuvo un mes y 15 días en coma y dos años y ocho meses hospitalizado en las instalaciones de cuatro hospitales diferentes: Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), Hospital general de Sonsonate, Santa Ana y el Hospital neumológico del ISSS los Planes de Renderos. Después de lo sucedido él comenzó a recibir clases de mecánica y todo lo que tuviese que ver con el trabajo en base a hierro dentro de las instalaciones del Hospital General del ISSS.

-Ahora mi hijo Alfredo Moreno, quien de cariño le decimos Fredy, es quien maneja el taller, porque yo me enfermo seguido y no puedo hacer mucho esfuerzo físico.

– ¿Cómo surgió la idea de tener una taller de reparación de sillas de ruedas?- pregunto.

-Por necesidad, antes del asalto me desempeñaba como vendedor  en la empresa de productos lácteos Diadema, luego de quedar parapléjico me despidieron. Cuando intenté recuperarme a mi trabajo me dijeron que en mi condición no podía trabajar porque no serviría de mucho.

Según la Ley de Equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad, emitida en el año 2000, en el capítulo de integración laboral, artículo 24 explica que “Todo patrono privado tiene la obligación de contratar como mínimo por cada veinticinco trabajadores que tenga a su servicio, a una persona con discapacidad y dar formación profesional apta para desempeñar el puesto de que se trate”. Esto no se cumplió en el caso de Carlos.

Al iniciar con un estilo de vida diferente Carlos veía la necesidad de movilizarse de manera independiente y por eso adaptó su vehículo, luego reparó él mismo su silla de ruedas.

-Cuando estaban por finalizar los talleres en el hospital, el jefe de mantenimiento del Hospital General del ISSS, Oscar Catota observó la reparación que yo hice en la silla de ruedas que utilizaba, pero lo que le llamó la atención fue que a pesar de la discapacidad podía conducir. Me pregunto cómo hacía para conducir y le explique que yo había adaptado el carro para poder desplazarme solo.

En base a eso Oscar Catota le ofreció trabajar para el ISSS reparando sillas de ruedas. Su primer trabajo fue la reparación de cuatro sillas de ruedas para el Hospital Médico Quirúrgico del ISSS. “Esa fue mi carta de presentación”, expresa Carlos.

-Pero para que mi trabajo fuera legal tenía que registrar mi empresa en el Ministerio de Hacienda. Sin embargo se me presentaron dificultades. No querían registrar mi negocio, me dijeron que yo no clasificaba por mis condiciones físicas, pero al final logré registrar el taller recuerda Carlos.

En la actualidad según el encargado de Educación Fiscal del Ministerio de Hacienda Jorge Luis Martínez  las personas discapacitadas legalizan su empresa de la misma manera que las personas naturales, no se hace distinción. Se les pide el NIT, tarjeta de IVA y si es necesario un estado financiero para saber con cuanto capital cuenta esa persona. “La ley no hace distinción” dice Jorge Luis.

-Antes de que se vaya pienso levantarme de acá (dice señalando la cama debajo de él). Quiero mostrarle como se realizan los adaptes para carros que es lo que más me gusta hacer. Al decir esto noto que su expresión es de alegría, sus ojos se entrecierran al sonreír.

– Claro, quiero saber el proceso de creación de los adaptes- respondo.

Carlos Romero al momento de explicar las funciones de un de las piezas en los adaptes para carro. Foto por: Fátima López.
Carlos Romero al momento de explicar las funciones de un de las piezas en los adaptes para carro. Foto por: Fátima López.

Después de hablar con Carlos casi por una hora y medio regreso a la cochera donde funciona el taller, ahí se encuentran Amílcar Roble y Jorge Adoldo Duarte quienes ya se dividieron la labor que cada uno realizará el día de hoy.

Jorge Adoldo, hombre de 37 años de edad, se encuentra taladrando un pedazo de hierro que luego será colocado en un mueble que están reparando. Por su parte Amílcar Roble va ajustando las piezas que va taladrando Gorgue, las mide y luego las coloca y Oswaldo Alfredo ha salido a traer órdenes de trabajo para reparar más mobiliario. Ambos trabajan vestidos con ropa vieja, ya que pueden mancharla de grasa o pintura sin ninguna preocupación de que se arruine. Los saludo y me pongo a disposición para ayudar en algo.

-Si gusta pásele las piezas de hierro a Amílcar- dice Jorge.

Es así como participo en las labores del taller, voy pasando una a una las piezas que hacen falta para armar un estante gris de tres divisiones. Luego de una hora aproximadamente Carlos ya está en su silla de ruedas y dispuesto a enseñarme como ha realizado el adapte a su vehículo. Nos trasladamos hacia afuera de la cochera donde se encuentra aparcado un pickup color dorado “Este es uno de los primeros vehículos que yo adapte” dice. Carlos abre la puerta, se sube con la ayuda de su esposa y cuando él ya se encuentra instalado en el pickup comienza a explicarme todo.

-Los adaptes, señorita, se hacen de esta manera, se instala esta palanca que ve aquí, que es la del maneral, dice señalando una palanca ubicada al lado izquierdo debajo del timón. Sirve para acelerar y meter el freno. La palanca se conecta con una platina (pieza de hierro) que se conecta a los pedales de freno y acelerador. Cuando toma la palanca y empuja para abajo se está frenando y para arriba se acelera, mide 36 centímetros de largo desde el timón hacia el lado izquierdo y 66 de largo desde abajo del timón hasta los pedales.

Abajo se encuentran los dos pedales y cerca de ellos se conecta una cadena de 30 centímetros de largo, esta cadena está oculta arriba de los pedales. Se oculta para que el vehículo no se vea defectuoso.

Carlos me explica que él ha pasado la cerradura de la llave del carro al lado izquierdo porque es la mano que más utiliza. También aclara que cuando un vehículo es automático se utiliza una sola palanca para las funciones de frenar y acelerar y cuando el vehículo es estándar se utilizan dos palancas una para frenar y otra para acelerar.

-Hay una pieza que es el alma del adapte, es la pieza que conecta la palanca con la parte interior del vehículo donde se conecta el timón. La pieza se encuentra justo debajo del timón y está atornillada a la palanca, por dentro esa pieza está conectada con otras dos piezas de 15 centímetros cada una- detalla Carlos.

-¿En qué orden va colocando las piezas?

-Primero se coloca la pieza alma, luego la palanca y por último la cadena que está cerca  de los pedales.

-¿Cuánto tiempo se tardan en realizar estos adaptes?

– Nos tardamos de dos a tres días, porque hay que probar el carro cuando el adapte ya está finalizado. Hay ocasiones que se prueba el adapte hasta tres veces, una dos veces solo yo o alguien más del taller y una última vez con el cliente.

Para ver cómo funciona Carlos hace una pequeña demostración retrocede para atrás y luego acelera para adelante y frena.

“Es algo un poco sencillo de hacer. Lo que hay que tener son ideas creativas” dice Carlos. Asegura que un adapte debe realizarse con mucha concentración para no cometer ningún error, ya que se convierte en el transporte de una persona, por lo cual se debe salvaguardar la vida del conductor.

Después de que Carlos me explicara el proceso de los adaptes para carros, él se traslada de nuevo a la silla de ruedas.

-Permítame le ayudo-  le digo pero él contesta

-Es usted muy amable pero quiero hacerlo solo.

Yo respeto su decisión.

Cuando nos conducimos de nuevo al taller me explica que con la reparación de sillas de ruedas y de mobiliario para hospital ha logrado tener una estabilidad económica y también se les ha brindado trabajo a otras personas.

-¿Cómo ha logrado trabajar con varios hospitales?-pregunto

-Realmente solo hago lo que me gusta, no es solo por necesidad, después de quedar parapléjico, me di cuenta que me gusta lo que hago.

Sillas de ruedas del Hospital Médico Quirúrgico que están en proceso de reparación. Foto por: Fátima López.
Sillas de ruedas del Hospital Médico Quirúrgico que están en proceso de reparación. Foto por: Fátima López.

Al conversar con el jefe del área de mantenimiento del Hospital Medico Quirúrgico y oncológico (ISSS) Edwin Roberto Hernández Quintanilla  tiene quince años de conocer a Carlos Romero, explica que para darle oportunidades de trabajo a las empresas se toman las cotizaciones que cumplan con todo lo solicitado. Al final se selecciona la empresa o microempresa que tenga mejor precio o precio más bajo porque esto va en beneficio de los intereses institucionales del hospital.

Para Carlos una de las personas que le han ayudado en su labor es el encargado de mobiliario y equipo activo fijo del Hospital Médico Quirúrgico Julian Amaya. “Conozco a Carlos desde hace 22 años, es una persona confiable, responsable” asegura Julián.

Para Julián lo que sobresale del trabajo de reparación de mobiliario realizado por Carlos es la calidad, “los materiales que utiliza son bueno”. Además cuando se le hacen pequeñas correcciones u observaciones él nunca las rechaza.

-¿Porque no comprar mobiliario nuevo, sí no mandarlo a reparar?- le pregunto a Julian.

-Si se compra mobiliario, pero actualmente el mobiliario que se compra es más desechable  tienen un periodo de vida útil más corto, los materiales son malos, por eso se manda a reparar más seguido explica Julian. El Seguro Social, en particular el Hospital Médico Quirúrgico, se beneficia al reparar el mobiliario antiguo porque se alarga su vida útil y el mobiliario y equipo nuevo no cubre la demanda del hospital.

Son las 11:00 a.m. cuando regreso al taller y los trabajadores ya casi terminan la labor del día y Fredy ya ha vuelto al taller. Carlos vuelve a su cuarto para descansar y de nuevo me pongo disponible para ayudar a terminar la jornada de la mañana. Ahora Jorge Adoldo está taladrando la última pieza de hierro que se pondrán al mueble que está Armando Amílcar. Mientras yo le paso el hierro a Amílcar, Jorge toma un descanso y se sienta en un banco de madera, aprovecho para preguntarle a Jorge sí le gusta lo que hace.

-Sí claro que me gusta, tengo ocho años trabajando aquí, lo que me gusta es saber que con esto no solo me beneficio yo sí no otras personas.

– ¿Esta es su único trabajo?

-Sí es mi principal fuente de trabajo, la reparación de sillas de ruedas y demás equipo si tiene ganancia, pero sí son trabajos de cantidades grandes de mobiliario dice.

-¿Y cuánto mobiliario reparan semanalmente?

-Fíjese que aquí se repara un estimado de 20 elementos de mobiliario por semana.

– En cuanto a la reparación de sillas de ruedas ¿cuánto tiempo se tardan en repararlas?

– El proceso para reparar sillas de ruedas tarda menos de un día, sí ya se cuentan con todos los materiales como: tapicería tanto del asiento como del respaldo de la silla, llantas, partes de hierro, reposabrazos etc, en el día uno de nosotros puede reparar de dos a tres sillas de ruedas.

Realmente es un proceso fácil. Cuando tenemos los materiales que ya le mencione primero revisamos la silla que se nos ha entregado para reparar, le quitamos todas las piezas inservibles, casi siempre son los reposabrazos y la tapicería. Ya luego nos dedicamos sustituir esas piezas por las nuevas eso se puede hacer entre dos personas o solo lo hace una persona. Se le hace limpieza y engrase al finalizar

Jorge me explica que el costo por las reparaciones de una parte de mobiliario son: reparación general de silla de ruedas noventa dólares, escritorio 80 dólares, un archivero de 75 a 80 dólares, una cama hospitalaria 175 dólares. Todo depende del estado en el que está el mobiliario si este está demasiado dañado, se le toma una foto y se le explica a quién da la orden de trabajo del ISSS que el costo será mayor.

Luego de hablar con Jorge, él se retira a terminar de ayudarle a Amílcar con el mueble, mientras tanto Oswaldo Alfredo Moreno (Fredy) los saluda a ellos y a mí.

-Tuve que ir a traer unas órdenes de trabajo- me dice. Pero si gusta podemos platicar antes que el taller cierre, hoy cerramos a las doce o a la una de la tarde porque es sábado.

-Claro, no hay problema le respondo. Quisiera saber ¿Desde cuándo está usted a cargo del taller?

-Yo me hice cargo del taller desde hace como dos años y medio, porque mi papá tiene que descansar más. Realmente me gusta este trabajo, crecí en este taller y aprendí desde pequeño todo lo que se hace aquí.

-¿Qué mobiliario es más difícil de reparar?

-Las camas hospitalarias, nos llevamos casi una semana para repararlas porque se despintan todas, se lijan, se le cambian las piezas dañadas y se vuelven a pintar.

-¿Usted también hace adaptes?

-Sí, mi papá me enseñó cuando yo tenía 10 años y siempre sigo haciendo adaptes.

Terminamos la conversación con Alfredo ya que debe revisar el mueble que acaban de terminar de reparar entre Amílcar y Jorge.

La reparación de sillas de ruedas y se ha expandido a nivel nacional actualmente reparan para los hospitales: Primera de mayo, Medico Quirúrgico, Hospital San Rafael en Santa Tecla, Psiquiátrico Policlínico Arce, hospital Lamatepec, hospital General del ISSS, Hospital de San Vicente, Hospital de Acajutla, entre otros.

Con respecto a los adaptes, uno de los beneficiados con ello es Antonio Moraga una persona parapléjica. Antonio pertenece a la Asociación de Limitados Físicos de El Salvador  (ALFES) y conoce a Carlos desde hace 20 años “Él me enseñó a hacer adaptes para carros y las reparaciones a las sillas de ruedas, yo trabajé con él en el taller como por quince años, ahora tengo mi taller en ALFES”.

Antes que el taller cierre me despido de Marlene, la esposa de Carlos, Amílcar, Jorge y Fredy y voy al cuarto de Carlos para despedirme de él también.

-Debo retirarme- le digo a Carlos

-Está bien señorita, ha sido un gusto mostrarle lo que hacemos acá en el taller, pero más que todo me alegra que viera como hacemos los adaptes para carros, porque eso es lo que más me gusta porque le da más independencia a una persona como yo.

-El gusto fue mío Carlos. Gracias por todo- le expreso.

-Ya sabe señorita, sabe algo que siempre tengo presente es que lo que lo que yo tengo no es una enfermedad, solo es una pequeña limitación, una limitación física, pero no mental, dice Carlos sonriendo abiertamente.

Con esa imagen en mi mente, de Carlos sonriendo, salgo del taller.

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