“Mi primer hijo se llama Ignacio en honor al Padre Martín Baró”

0
1300
De acuerdo con Víctor Manuel, el padre Martín Baró significó mucho para él. Actualemente, es coordinador de proyectos de Fe y Alegría El Salvador.

Víctor Manuel Orellana ingresó a la UCA en 1981 a la carrera de Ingeniería Eléctrica, de la cual se graduó en 1986. Posteriormente decide estudiar una maestría en Administración de empresas entre los años de 1991 a 1992. Actualmente es Coordinador de proyectos en Fe y Alegría, El Salvador.

Por Alejandra Rivas

Mi decisión de estudiar en la UCA fue porque en el instituto donde yo estudiaba colocaban rótulos donde el slogan de ese tiempo era “Una universidad al servicio del pueblo” y salían unos jóvenes parados enfrente de los edificios, bien bonitos. En los años 80 era difícil pensar en elegir a dónde estudiar, la Universidad de El Salvador permanecía cerrada por el conflicto y habían como cinco universidades privadas.

Yo vivía en Sonsonate y estudiar en la universidad implicaba emigrar a la capital.

Intenté entrar en una universidad privada y no me convenció.

Recuerdo que ese año no era obligación hacer el curso preuniversitario y me pude inscribir el último día para hacer los exámenes de admisión.

Yo ya tenía aquel recuerdo del slogan, y pues pensaba en poner al servicio de los demás la carrera que estudiará.

Una de las cosas que me afectó un poco en el desarrollo de mi carrera fueron las deficiencias que presentaba, cuando otros compañeros  entendían mejor. Porque se trae una educación básica y media que no es suficiente para el mundo universitario. Entonces había  un desequilibrio entre personas que habían estudiado en colegios privados y  los que estudiamos en institutos públicos. Tuve que hacer mucho esfuerzo, dedicar muchas horas al estudio, para no dejar ningún examen parcial y pasar las materias.

La dinámica de estudio de la Compañía de Jesús da el aporte a reflexionar, aún en las materias técnicas daban la oportunidad de ser críticos, estar pendiente de la problemática social. Eso me hizo reforzar las bases por las cuales había entrado a estudiar allí.

La Pastoral Universitaria también era una propuesta, a parte de las clases académicas, era otro tipo de encuentro de jóvenes. También estaban los  encuentros deportivos, la cancha siempre estaba abierta.

En la carrera misma tuve la oportunidad de pertenecer a “La Rama Estudiantil del Instituto de Electricidad y Electrónica”, fundado en Estados Unidos. Había intercambios, convivencias, congresos centroamericanos, en los cuales se compartían experiencias. Era importante.

También pertenecí a los Círculos Bíblicos en 1982, eran como pre-comunidades. Ahí se formaron las comunidades, ya no eran personas aisladas, sino que era más estructurada. Nos reuníamos cada 15 días, una o dos horas. Teníamos un programa de radio en la YSX el cual se llamaba “7 en comunidad”.

En el año 1986 nos propusimos para ser parte de las Comunidades de Vida Cristiana porque ese era un movimiento internacional, y ese mismo año oficialmente nos unimos, después de un proceso de observación.

Conocí a todos los Jesuitas asesinados, menos al Padre Joaquín López y López.  Muchas personas decían que sus cátedras eran maravillosas porque podía  plantear un problema complejo en algo tan sencillo que lo entendiera toda la clase. En el caso del Padre Martín Baró, el Padre Segundo Montes con sus sociologías, que casi siempre las impartía él. Los recuerdo con mucho cariño, incluso mi primer hijo se llama Ignacio, en honor al Padre Martín Baró, porque ha sido uno de los mejores hombres que he conocido.

Al Padre Ignacio Ellacuría lo recuerdo con una seriedad que era de toda la vida, pero ya en el fondo era muy alegre y le gustaba cuestionar sobre todo tipo de casos o problemas.

Recuerdo que en una reunión nos preguntó: ¿ya leyeron la ECA (Revista de Estudios Centroamericanos). Todos en silencio. ¿Ya leyeron Procesos?,  todos callados. ¿Y ustedes que leen, no leen nada? Le gustaba burlarse de nosotros.

En las cátedras abiertas conocí al Padre Amando López y al Padre Juan Ramón Moreno, muy sencillos y cercanos con sus estudiantes. Fueron personas que uno las identificaba rápidamente, aunque se encontraran en una multitud, siempre brillaban por alguna razón.

En 1989, que ya había salido de la carrera, porque siempre me mantenía en las Comunidades de Vida Cristiana, llegaron a hacer el cateo los soldados encontraron los álbumes de las Comunidades y le preguntaron al Padre Ellacuría por los jóvenes que aparecían allí.

Él les contestó –ellos están escondidos debajo de sus camas, no  harán nada contra ustedes-. Siempre defendió a todo al que se le podía involucrar en algo de la guerra.

Cuando yo me enteré de la muerte de los Jesuitas, fue un golpe tremendo, no me lo esperaba. Recuerdo que nos venimos con mi compañera de vida para la UCA, y estaba cerrada por completo, logramos entrar por una casa que tenía acceso allí por la zona peatonal y ya estaban en los féretros, dentro de la capilla.

Se iba a realizar la misa de cuerpo presente, pero la gente no cabía en la capilla, entonces como se pudo se trasladaron los cuerpos a la Auditórium central, yo llevé a unos féretros en un pickup que tenía.

De igual manera la gente no cupo allí, era una multitud. Solo estaban los seis cuerpos, porque el de Elba y Celina se los habían llevado. Todos teníamos el pensamiento de que era una pérdida tremenda, que no se iba a poder recuperar tanta  capacidad crítica y que iban a pasar muchos años para reponerse.

Como Comunidades de Vida Cristiana sentimos temor, porque si hubiera habido un seguimiento de las fotos, varios estudiantes hubieran quedado fichados o en las listas que andaban los soldados de personas sospechosas.

Por otra parte, en tema de materias, a mí me gustaban más las materias sociales, siempre tenía una tendencia a buscar documentos que yo no veía en mi carrera y que sabía que se desarrollaban en sociología, psicología y teología.

Recuerdo al Padre Jon Cortina, daba la materia de Resistencia de Materiales, me gustó tanto que la llevé dos veces porque la dejé. Él era doctor en esa materia y era una cátedra en sí mismo, decía que le había diseñado unos tornillos a la NASA para una nave espacial.

La UCA ya es una universidad madura, con mucha historia de mártires. Trata de mantener un llamado a la solución de problemas a nivel de país. Los estudiantes han tomado más conciencia social de la que había hace 20 años, incluyéndome. Sigue cumpliendo su misión.

Me ha dejado habilidades, la iniciativa de indagar un poco más en lo que pasa a nivel nacional, social, económico y político. Saber la razón por la cual suceden las cosas. Obtuve capacidad reflexiva, no contentarse con lo que uno recibe sino tener  un espíritu investigativo.

No hay comentarios

Dejar respuesta