“Recuerdo que venía de comprar el pan y mi mamá me dijo: ¡Asesinaron a los padres!”

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Évelyn Salgado, jefa del Departamento de Servicio Social de la UCA. Se graduó en 1992 de la Licenciatura en Administración de empresas.

Évelyn Salgado ingresó a la UCA en 1984, inició la carrera de  Licenciatura en Computación.  Dos años después, decide hacer un cambio a Administración de Empresas, carrera de la cual se gradúa  en 1992. Actualmente es jefa del Centro de Servicio Social de la UCA.

Por Alejandra Rivas

Uno de los peores momentos, quizás el peor, fue el asesinato de los jesuitas. A ellos los mataron un jueves. Recuerdo que  venía de comprar el pan y mi mamá me dijo que lo había escuchado por la radio– ¡Asesinaron a los padres!- yo no lo creía, para mí fue un golpe tremendo y como yo formaba parte de las Comunidades de Vida Cristiana “Monseñor Romero” (CVX) era una gran pérdida. Enfrente de mi casa vivía una señora que era mamá de un militar, me veía con una sonrisa burlesca porque estaba llorando. Le dije a mi mamá que no quería estar allí. En ese momento tenía una amiga que también pertenecía a CVX y vivía cerca de la UCA, no recuerdo cómo pero llegué a su casa.

Cuando ya estaba en el lugar, ya se habían llevado los cuerpos, pero aún había sangre y masa encefálica. Según recuerdo ese día no trajeron los cuerpos, fue hasta la siguiente noche. En el entierro había una mucha gente, hasta Alfredo Cristiani con sus guardaespaldas, a quienes no los dejaron ingresar con armas al auditórium, donde se celebraba la misa. Las personas estaban indignadas con lo sucedido.

Las clases terminaron en noviembre. Ese ciclo fue bien irregular, se sentía un gran desánimo. Algunos empleados se fueron de la UCA debido a amenazas.

Mi historia dentro de la universidad está muy vinculada con las Comunidades de Vida Cristiana. Dentro de la UCA, el Centro Pastoral realizaba círculos bíblicos, donde se leía la biblia y también se reflexionaba sobre la realidad del país y como hacer vida el evangelio: la invitación era construir el reino de Dios acá en la tierra.

Debo decir que no había participado antes de los círculos pero en 1985 me di cuenta de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) porque me invitaron a un retiro en el Centro Loyola, y fue allí donde yo quedé atrapada por todo ese proceso de servicio a los demás. Así empecé ese camino y mi fe fue creciendo.

En las Comunidades de Vida Cristiana, acostumbrábamos después de cada retiro a tomarnos fotos, habían varios álbumes en el salón que está cerca del busto de Monseñor Romero, cerca de la capilla, allí era donde nos reuníamos. Alguien comentó que estos álbumes fueron vistos por los soldados durante el cateo. Ante la situación de inseguridad y conflicto armado algunos  jóvenes decidieron no continuar en la CVX.

Yo en ningún momento abandoné la CVX, eso me causó más indignación, es como que si a uno le tocaran en lo más profundo. Esto es en lo que yo creo y dejarlo sería como traicionarme a mí misma. Tampoco mi familia me pidió que me retirara de la CVX.

La UCA ha sido mi segunda familia, en donde yo he aprendido a conocerme, a crecer como persona y como profesional. También ha significado el que junto con ese crecimiento ha estado siempre mi familia, mis hijos. Para mí ha sido un regalo de Dios el haber estudiado en esta universidad, y trabajar 23 años hasta el día de hoy. Creo en la misión de la UCA el cambio social, la promoción de la justicia y hacer valer la verdad para alcanzar la paz.

Tuve la oportunidad de acompañar en un par de ocasiones al padre Martín Baró en las visitas pastorales que hacía a la comunidad de Jayaque (cantón las Flores, Curacao y cantón las Minas entre otras). Al padre “Nacho” yo lo veía en la universidad con un paraguas negro. Era un hombre elegante, educado y serio, claro era un mundo académico; sin embargo verlo en las comunidades era otra cosa,  ya que se volvía  muy alegre, sencillo, cercano, y con una profunda calidad humana.  A él le gustaba llevar consigo dulces  para darles a los niños y niñas.

También me siento agradecida por haber sido alumna del padre Segundo Montes, en la materia de Sociología I donde aprendí mucho de la historia de mi país. Realmente sus contenidos eran tan apegados a analizar la realidad. Lo cuestionaba a uno de joven al preguntarse ¿qué puedo hacer yo para transformar o cambiar esta realidad?

Curiosamente me gustaban más las materias relacionadas con el área humanística, por ejemplo disfruté muchísimo Sociología I y Sociología II, y es que las clases del padre Segundo Montes eran un continuo aprendizaje. Mi profesor de Sociología II fue Juan José García. Eran materias optativas, para mí fueron como abrir mi mirada a otra realidad del país y descubrir por dónde viene todo esto de las injusticias y la desigualdad, la marcada brecha entre ricos y pobres.

Una de las actividades de la Universidad y que no me perdía y que además disfruté muchísimo fueron las cátedras de realidad nacional del padre Ignacio Ellacuría. Él hacía convocatoria y eran masivas, no cabíamos en el auditórium, había mucha afluencia de estudiantes, era impresionante. En sus ponencias invitaba al diálogo e insistía a ambas partes en conflicto en el mismo. Desenmascaraba la mentira, era tan inteligente, tan entregado al país desde su posición académica. Era un hombre creíble en el conocimiento de la realidad.

Además de estudiar y de formar parte de las Comunidades de Vida Cristiana, conocí al padre de mis hijos en 1988. Teníamos un mismo deseo de transformar la realidad y trabajar juntos en la construcción del Reino. Nos casamos en 1990 y en 1991 ya venía un bebé en camino.

En mi etapa de embarazo, tuve una experiencia muy desagradable. Una vez que venía por el «Hula Hula» a abordar la ruta 20, allí por el ANDA, yo traía unos cuadernos de la universidad. Recuerdo que cuando me atravesé la calle y justo cuando iba a dar la vuelta venía un camioncito lleno de soldados, ellos se percataron de que me había asustado; entonces uno se bajó y me detuvo, eran como las 6:20 pm. La pancita medio se me notaba -¿de dónde venís?- de estudiar. -¿y qué traes allí?- mis cuadernos. En eso le hizo señas otro soldado, quizás noto que yo estaba embarazada. –Andate- me dijo. En ese momento sentí mucho miedo, creí que me llevaban.

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